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La herencia de Vargas no se amedrenta ante Carujos

Ese espíritu indomable es herencia que José María Vargas dejo a quienes aun sueñan con una nación civil, con una academia independiente y sobre todo con una medicina científica, humanista y a la altura de los nuevos tiempos

  • PEDRO ARCILA

11/03/2023 05:00 am

Eduardo Blanco con su estilo creó un sentimiento de iconografía hacia la gesta emancipadora venezolana; a tal punto de superponer a los legendarios héroes griegos, las proezas de las plantillas criollas; así, en su canto la batalla de la Victoria, resalta: “Boyacá, Carabobo y Ayacucho hablan más alto al espíritu nacional que los poemas inmortales en los que Homero y Virgilio narraron las proezas de los grandes héroes”. Se introduce el autor en su peregrinaje filosófico, en la ponderación de lugares a los cuales señala como “marcados por acontecimientos de tanta trascendencia, que no es posible, so pena de comprobar el más refinado estoicismo, o la más crasa ignorancia, pasar por ellos con indiferencia”.

Tal como los lugares, existieron y existen personas de los que Plinio el joven recomienda como “una misión noble, rescatar del olvido a los que merecen ser recordados”. Ayer 10 de marzo se cumplió un año más del natalicio del Dr. José María Vargas; uno de los héroes civiles de mayor estatura en los momentos más aciagos de nuestra historia republicana. El mérito de Vargas por su civilismo, entrega desinteresada y de elevado pensamiento a la causa de construir un nuevo mundo en medio de la ignorancia, el desapego a la vida de los demás y el cliché del simbolismo de un uniforme reluciente como signo de patriotismo, o derechos privilegiados en relación al resto de los ciudadanos. Por ello, Vargas aparece como un reclamo constante a las tiranías, al crudo hedor de almas que llevan la violencia sembrada en su ADN y cuya triste semblanza se disminuye ante la luz que una bata blanca imprime a la conciencia de los pueblos.

Poco se sabe de las noches de insomnio, y las madrugadas frías en las que en la playa del Peñón de la antigua Cumaná, el José María que fungía como médico rural ponía en riesgo su libertad, su profesión y hasta su vida pregonando sobre los derechos del hombre que estaban de moda en Europa, y de la necesidad que tenía la América colonial de emanciparse. Hoy día la mayoría de los historiadores atribuyen a uniformados semi-analfabetas la prédica de una libertad y unos estándares de vida de los que nunca habían oído hablar, (a excepción de muy pocos favorecidos por la fortuna de sus padres mantuanos). Afortunadamente Bolívar (con una conciencia avanzada para su época), pudo escuchar a José María Vargas y rompió con esquemas obsoletos que entronizaba a los “hombres de leyes” como garantes de la academia, y asignó al médico guaireño la responsabilidad no solo de transformar, más bien construir, modernizar y universalizar el conocimiento, y de cuyo ensayo aún sobrevive (con todas las agresiones en su contra) la universidad venezolana.

Algunos “pacifistas trasnochados” se esfuerzan en la narrativa que hace ver a Vargas como un personaje sumiso; todo lo contrario. La vergonzosa anécdota del derrocamiento donde fue confrontado por Pedro Carujo, es necesario verla en toda su dimensión. El militarismo que ha gobernado y controlado los poderes públicos en Venezuela, veía como hecho contranatural a un civil en la presidencia de la nación; Santiago Mariño desplazado del poder ejecutivo en Santa Fe de Bogotá como resultado de la cosiata, creía tener el derecho por antonomasia de controlar el gobierno en la naciente República de Venezuela, por tanto encarga a Carujo para detener al Presidente Vargas. Enviar a un sicario contra un hombre desarmado (o su familia), no fue la primera, tampoco la última vez que ocurrió en nuestro país. Ante la arrogancia de “el mundo es de los valientes”, la repuesta: “No, el mundo es del hombre justo y honrado”, constituye el mayor acto de valentía. Nada enfada más a los cobardes que el supuesto débil no se amilane. Y Vargas le dio la razón a Carujo, porque se requiere de valentía para contradecir a un matón armado, un personaje que hacía siete años había intentado asesinar al libertador.

Casi doscientos años más tarde a Vargas le siguen cobrando su fortaleza; nuevas cepas de Carujos violentando la constitución nacional, que otorga el poder al soberano, sin cumplir con los requisitos de ley de un referéndum consultivo, borraron del mapa de Venezuela el único nombre de un civil que identificaba a un estado: nadie dijo nada. Sin embargo, ese espíritu indomable es herencia que José María Vargas dejo a quienes aun sueñan con una nación civil, con una academia independiente y sobre todo con una medicina científica, humanista y a la altura de los nuevos tiempos y moderna tecnología. Aun cuando se pretenda romper el espinazo a la moral médica venezolana este es momento para reafirmar que, aunque se sienta temor por amenazas y ahogamiento a la profesión, los médicos hemos visto a muchos más feos, pero no nos amedrentan los carujos. Feliz día del Médico.

Pedroarcila13@gmail.com
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