Estabilidad y coordinación macroeconómicas para Venezuela
Los fondos de estabilización podrían servir de solución a tales desafíos, si existe el respaldo de un ámbito organizacional consolidado; pues, en caso opuesto, pasarían solo a ser una alegoría
Se trata de una determinación reglamentaria dispuesta taxativamente en la CRBV, título VI, capítulo II, sección cuarta (artículos 320-321), pues una nación copiosa en recursos finitos, como el petróleo, podría beneficiarse de la despensa de un fondo de estabilización. Del mismo, una parte de los ingresos o rentas nacionales provenientes de la venta de petróleo se ahorraría para cuando tales ingresos mengüen; un país sumiso al petróleo, tal es el caso nuestro, una parte innata de los ingresos podría presumir varios albures básicos: el flujo de los ingresos es dudoso, voluble, y el suministro del recurso es finito. También sería muy relevante definir el monto de los recursos a endurar para las generaciones futuras, sobre el fundamento de sustentabilidad, lo que motivaría diversos retos a la política económica venezolana.
Los fondos de estabilización podrían servir de solución a tales desafíos, si existe el respaldo de un ámbito organizacional consolidado; pues, en caso opuesto, pasarían solo a ser una alegoría. El fundamento general de estos fondos sería para atender eventualidades en momentos de recesión económica como los actuales, en un ámbito dolarizado. La variabilidad de los ingresos complica la gestión fiscal, la planificación presupuestaria y el uso eficiente de los recursos públicos. La experiencia nos indica que los precios de los recursos naturales como es el caso del petróleo podrían tener medias no bien claras en el tiempo, y que los trastornos tienden a ser persistentes.
Paradójicamente, el aumento súbito de los ingresos podría alterar el tipo de cambio real, inflar rápidamente los precios internos, mermar la competitividad internacional y hasta ocasionar una desindustrialización (síndrome holandés); también podría surgir la instigación a elevar gastos de manera inviable (al voleo), como por ejemplo: el gasto público social y desatender el avance de proyectos en ejecución.
En efecto, ante una bonanza futura de la cual quizá no estaríamos exentos por relajación de las sanciones EEUU, sería un momento ideal a fin de que las autoridades del BCV se aboquen oportunamente, al planteamiento del Fondo de Inversiones para la estabilización macroroeconómica (Fiem).
Isaimar@gmail.com
Los fondos de estabilización podrían servir de solución a tales desafíos, si existe el respaldo de un ámbito organizacional consolidado; pues, en caso opuesto, pasarían solo a ser una alegoría. El fundamento general de estos fondos sería para atender eventualidades en momentos de recesión económica como los actuales, en un ámbito dolarizado. La variabilidad de los ingresos complica la gestión fiscal, la planificación presupuestaria y el uso eficiente de los recursos públicos. La experiencia nos indica que los precios de los recursos naturales como es el caso del petróleo podrían tener medias no bien claras en el tiempo, y que los trastornos tienden a ser persistentes.
Paradójicamente, el aumento súbito de los ingresos podría alterar el tipo de cambio real, inflar rápidamente los precios internos, mermar la competitividad internacional y hasta ocasionar una desindustrialización (síndrome holandés); también podría surgir la instigación a elevar gastos de manera inviable (al voleo), como por ejemplo: el gasto público social y desatender el avance de proyectos en ejecución.
En efecto, ante una bonanza futura de la cual quizá no estaríamos exentos por relajación de las sanciones EEUU, sería un momento ideal a fin de que las autoridades del BCV se aboquen oportunamente, al planteamiento del Fondo de Inversiones para la estabilización macroroeconómica (Fiem).
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