De la necesidad del mundo de nuevos emprendimientos y emprendedores agrícolas, habla por sí sola la expectativa poblacional global para 2050: 9.100 millones de personas que alimentar. Eso es sobre 34% más que hoy aumentando sobre todo en los llamados países “en desarrollo”. Para ese entonces el mundo será 70% urbano y solo 30% rural, un cambio significativo desde el 49% y 51% actual respectivamente.

Como sea que alimentar esa población más grande, urbana, de mayores ingresos y capacidad adquisitiva, la FAO estima se necesita producir 70% más de alimentos, sin contar el extra de la producción de biocombustibles. El aumento de la producción será resultado de la productividad sin expansión de la frontera agrícola y con mejor utilización y aprovechamiento de la energía, del agua, y los agroinsumos. Todo en armonía con el ambiente o sea “sustentable”. La tecnología será clave del incremento productivo, cuestión que recuerda la necesaria adecuación de los presupuestos públicos en investigación y desarrollo (R&D) últimamente reducidos en muchos países.

Otro aspecto vital es el apoyo de la inversión pública en agricultura a todos los niveles, especialmente en infraestructura, educación, extensión y servicios de salud animal y vegetal. Los emprendimientos y emprendedores privados nunca serán suficientes para pagar el entorno agrícola necesario alrededor de sus proyectos. Tampoco dado los mayores capitales de inversión que la agricultura del futuro exigirá, puede país alguno aspirar sean los emprendedores agrícolas quienes carguen adicionalmente a sus inversiones, sea directamente o vía impositiva porque los auyentarían.

Como dato de interés un estudio reciente por el Centro de Inversión de la FAO, titulado “Invertir en agricultores: Estrategias de Inversión en Capital Humano” (Roma, 2022), encontró que invertir en los agricultores “puede contribuir al aumento de los ingresos rurales, a una mejor salud y nutrición, a la cohesión social y a una mayor inclusión de las mujeres y los jóvenes en las actividades económicas.”

Sobre cuales serán los emprendedores agrícolas del futuro, puede aseverarse en todos los países del mundo libre ya están en formación. Son hombres y mujeres en sus 20 y 30 años de gran vocación, “casados” con el campo, todavía en etapa formación y maduración, ya en búsqueda de capital propio y crediticio para sus agro proyectos en mente. La mayoría con alguna experiencia agrícola, pecuaria o ambas, bien por su origen rural y familiar vinculado al campo, o por estudio. Los menos vendrán de las ciudades en busca de la vida tranquila y apacible que en forma única ofrece el campo y el contacto directo con la naturaleza. Algunos de ellos quizás al presente ni idea tienen que es en el campo, en la agricultura, en la ganadería, que alcanzarán su éxito y harán realidad su sueño de ser libres. Ciertamente ya lo escribió el poeta y académico venezolano don Andrés Bello en 1826: “¿Amáis la libertad? El campo habita”.