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Agricultura prioridad de Estado

Si como nación soberana, consideráramos seriamente desarrollar nuestra potencialidad agrícola, otro sería entonces el panorama de salud y nutrición del venezolano

  • PEDRO E. PIÑATE B.

22/12/2022 05:01 am

Del libro de John Robsons “Hambre ~ sus causas, efectos y manejo”, publicado en Nueva York a principios de los 80, recordamos plantea, como la misma, con excepción de tiempos de guerra, no es precipitada por una catástrofe simple. Según Robson, “el hambre es la culminación de eventos dentro de una sociedad que no está funcionando bien”. En Venezuela, la falta de interés, motivación y el desdén generalizado por el tema agrícola, son reiterativos del mal funcionamiento de nuestra sociedad. Si como nación soberana, consideráramos seriamente desarrollar nuestra potencialidad agrícola, otro sería entonces el panorama de salud y nutrición del venezolano.

El abandono del país rural, y de la agricultura su principal sostén, resulta en abandono del campo, marginalidad, desempleo, hambre, y criminalidad en las ciudades, que al pretenderse paliar solo con importaciones alimentarias, comprometen aún más la posibilidad agrícola del país, perpetuándose un circulo vicioso. Así, al plantearse la solución nutricional de los venezolanos como asunto a resolver solo vía de demagógicas ayudas, programas sociales politizados e importaciones privilegiadas de alimentos, la agricultura nacional no encuentra salida ni el problema nutricional, tampoco.

Siendo absolutamente obligante en razón de la preservación del Estado, la ocupación de los amplios espacios geográficos de nuestro territorio, el liderazgo emergente y futuro de la nación, al preguntarse sobre las medidas de política convenientes al cumplimiento de semejante razón de Estado, las de desarrollo agrícola deberían ocupar las primeras de ellas. Y es que si se considerara la mejora y aumento de la producción nacional de alimentos como una de las estrategias fundamentales de la política económica, con toda seguridad la Venezuela rural se reactivarla, rompiéndose el círculo vicioso del abandono del campo, la migración a las ciudades, y sus secuelas: la marginalidad, el desempleo, el hambre, la criminalidad.

Confundida entonces la nación en el propósito de su desarrollo económico, la sociedad venezolana se desintegra víctima de la violencia, a que ha conducido el abandono del campo y la migración masiva a las ciudades. Ciertamente, la agricultura ofrece a la nación amplias posibilidades, incluyendo la solución del problema social que es en esencia el más grave que nos ocupa y ocupará en próximos años. Por eso, si el Estado venezolano desea aumentar la producción nacional de alimentos, debe proveer seguridades e incentivos adecuados a agricultores y ganaderos, y si no los ayuda, que tampoco los afecte.

ppinate@gmail.com
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