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¿Es posible la felicidad?

No quería comprender —tal vez por vicio de la razón que todo pretende “explicar”— cuán importante es ser simplemente un humano, sin más togas y sin más birretes que la piel que le fue dada como regalo...

  • RICARDO GIL OTAIZA

04/12/2022 05:03 am

Como toda la humanidad: en algún momento de nuestras vidas nos hemos planteado esta gran interrogante. Es curioso, pero sabemos y reconocemos cuándo estamos abatidos y somos profundamente infelices, y lo gritamos con dolor a los cuatro vientos, pero casi nunca reconocemos (o no nos atrevemos, quizás por miedo) que somos felices, y mucho menos a prodigarlo y a compartirlo con los otros. Solemos guardarnos el gozo muy dentro y somos celosos con él, como quien protege una fina prenda para que no llegue un ladrón y nos la arrebate. En lo particular, he sido inmensamente feliz, y no me sonroja reconocerlo. Es más, le doy gracias a lo inasible por tanta dicha vivida. Por supuesto, esto no quiere decir que ese maravilloso estado de gracia sea inamovible e imperecedero: como todo en la vida suele fluir e irse, a veces para siempre.

Una noche del ya lejano 2003 me senté frente a la computadora con la intención de comenzar a escribir una novela; mi tercera novela. Por supuesto, llevaba en la mente el argumento, pero un “algo” que todavía hoy no puedo explicar (como casi todo en mi escritura) me impulsó a escribir sobre la felicidad y me dejé llevar por ese caudal de emociones. No recuerdo ya cuánto tiempo me llevó completar el libro, pero lo que sí tengo muy presente es la absoluta felicidad con que lo hice: cada página fue saliendo desde mi voz interior, que obviamente amalgama mi experiencia, mis lecturas, mi trasiego en muchos ámbitos y mis relaciones familiares y de amistad. A nadie le dije nada, era como una picardía dedicarme a escribir sobre el tema, y como sabía que llegaría a buen término, porque eso lo sabe con certeza cada autor, me lo callé hasta que puse el punto final y les di la gran sorpresa a todos en la casa.

El libro lo titulé Ser felices para siempre y salió bellamente editado por las Publicaciones del Vicerrectorado Académico de la Universidad de Los Andes en el año 2005. No me puedo quejar de la recepción que tuvo: entrevistas en los medios radiales y televisivos, reseñas, comentarios de muchos lectores por doquier y, sobre todo, la satisfacción de haber escrito un libro acerca de tan manido tema, sin caer en los lugares comunes de las viejas recetas de la felicidad, pero tampoco desde un academicismo a ultranza que suele poner corsés a la intención literaria y aplicarle el método científico a aquello que no lo requiere. Podría decir que alcancé un punto medio (“en el medio está la virtud”, expresa el viejo adagio), de allí su cálida recepción por parte de los lectores.

Varios años después le escribí al jefe de las Ediciones San Pablo en la ciudad de Caracas, y de manera diáfana le esgrimí el argumento del libro y le planteé la posibilidad de una segunda edición impresa, al tiempo que le envié el archivo en versión Word. En el ínterin, en junio del año 2011, salió una magnífica edición electrónica a través de Emooby de la Isla de Madeira. Para mi sorpresa, pocos meses después, recibí una llamada del editor en plena carretera cuando viajábamos hacia la Península de Paraguaná, y me expresó que el libro había sido aprobado y que ya estaba en la imprenta. A finales de aquel año 2014 el bello libro en edición compacta y juvenil se encontraba en la red de Librerías San Pablo de toda Venezuela.

El lector no hallará recetas en el libro, como ya lo expresé, ni tampoco adoctrinamiento religioso o político, o falsos moralismos decimonónicos, pero sí reflexiones que buscan tocar las puertas de su mente, de su corazón y de su espíritu. Entre sus muchos tópicos encontrará: El caos y el ser humano; La felicidad es posible; El gozo de compartir; La televisión y su poderosa influencia; Los peligros de la contaminación sónica; El respeto humano; Es posible la paz; La gracia del amor; Tú puedes ser lo que desees ser; Creer o no creer: un gran dilema existencial; La certeza de la muerte; El preciado don de la vida; Falsas esperanzas; Una vocación para la vida; La familia como fuente de gozo y de placer; El anciano en nuestra sociedad; Ser como los niños; Combatir el estrés; Fortificar la autoestima; Espacios para la felicidad; El naturismo y los frutos de la felicidad; Se avizora la otra orilla y Un epílogo de llegada.

Ser felices para siempre abre sus páginas con una seria Advertencia, que la escribí movido por mis deseos de ser muy honesto con mis lectores. Quería que ellos supieran que ese libro que tenían en sus manos no era la respuesta a mis ansias crematísticas de lucrarme con el producto de mi intelecto (cuestión muy válida por cierto) con un tema apetecido por muchos, sino la expresión más genuina de un hombre inserto en su propia búsqueda y en su propio camino. Nunca antes me había desnudado así, y no me arrepiento. La transcribo:

HABÍA UNA VEZ un hombre autosuficiente, que a lo creado intentaba aplicarle la lógica y el intelecto. No quería comprender —tal vez por vicio de la razón que todo pretende “explicar”— cuán importante es ser simplemente un humano, sin más togas y sin más birretes que la piel que le fue dada como regalo, y tuvo con dolor (también con reticencias) que pasar por un duro proceso de auto-conocimiento y de reflexión sincera, para comprender muchas cosas que estaban a flor de piel como el rocío de la mañana, y poder sentarse una noche a dar inicio a un libro que jamás pensó ni creyó posible escribir.

Ese hombre soy yo...

rigilo99@gmail.com
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