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Carisma y tragedia de Alfredo Sadel

MIGUEL AZPÚRUA. Su azarosa vida personal, sentimental y comercial, concluyó con una penosa enfermedad; tuvo la grandeza de presentarse ante el público en el teatro “Teresa Carreño” en silla de ruedas

  • MIGUEL AZPÚRUA

03/07/2018 05:00 am

Manuel Alfredo Sánchez Luna, nombre original del cantante más portentoso en la historia musical de América latina, y en particular de Venezuela, nació en Caracas, en la popular barriada de San Juan, el 22 de febrero de 1930. Fueron sus padres, Manuel Sánchez Benítez y doña Luisa Amelia Luna, de modesta condición económica, su hermano Noel fue militar de la Armada venezolana; no obstante Alfredo cursó educación primaria en el colegio salesiano “Domingo Savio”, de Los Teques, estado Miranda, guiado por los sacerdotes, Calderón y Sidi, quienes lo motivaron musical y artistícamcnte entre 1937 y 1944. Intervenía en el coro de las iglesias de San Juan y San Pablo; su primera presentación destacada se produjo en la María Auxiliadora de Sarría, interpretando “Ave María” del austríaco Franz Shubert, el 24 de mayo de 1943 para satisfacción del padre Azuara, oficiante de la misa. Retirado del colegio de Los Teques, se ve en la necesidad de trabajar como dibujante y calígrafo, sus caricaturas se publican en “La Esfera” y “Fantoches”; y es aprendiz en la agencia publicitaria “Mc Cann Erikson”, al lado de Jesús Soto el artista del “cinetismo” y Carlos Cruz Diez, del arte óptico y cinético; ironías o casualidades, encontrarse o coincidir juntos como principiantes, los 3 artistas más destacados y trascedentes del país en el siglo XX. 

Cantante desde muy joven comenzó a participar en las emisoras de radio capitalinas; Alfredo acudía todos los sábados a programas de aficionados, en Radiodifusora Venezuela, en el espacio “Pro arte infantil”, y se presenta en la “Caravana Camel”, en 1947; Sadel debuta en radio Tropical, en el programa “Cada minuto una estrella” con éxito, también en Ondas Populares. En su deseo de superación ingresó a la Escuela de Música “José Ángel Lamas”, contando con la asistencia en teoría y solfeo del profesor Víctor Guillermo Ramos, en composición por la yaracuyana Blanca Estrella de Méscoli; y se supone que Alfredo Hollander fue su maestro de canto. La primera grabación de un disco de 78 RPM en Venezuela se produjo en 1948, en la disquera “Rex”, con la voz de Alfredo Sadel el pasodoble de José Reyna, “Diamante Negro”, del cual se vendieron 20 mil copias en una semana. 

Alfredo, ya con su apellido artístico creado con la fusión de la primera sílaba de su apellido, “Sa”, y la de su admirado Gardel, “del”; que produjo “Sadel”, y que el tenor caraqueño impuso y expuso orgullosamente por el mundo entero; es motivado por el cine, y protagoniza el film “Flor del campo” (1951), siguiendo carrera en México desde 1956 con las cintas “Tú y la mentira”, “El ratón”, “Martín Santos, el llanero” y “Un venezolano en México”. Filmes que Sadel calificó como “Cine de caballito”; compartiendo con Javier Solís y Miguel Aceves Mejía, entre otros. 

Bolerista alternando con sus composiciones, guasas como “El guarapo”, y grandes creaciones como “Aquel cantor”; en Estados Unidos, New York, presentándose en “Chateau Madrid”, “Shoreman”, “Latin Quarter”; y “Carrousel” en Pittsburg, y en salas de primera magnitud en Washington. Se presentó en el “Show de Ed Sullivan” y “The Comedy hour”; Metro Goldwyn Mayer lo contrata en sustitución del tenor italiano Mario Lanza. La disquera “RCA Víctor”, lo contrata para grabar con exclusividad. 

Reminiscencias de su carisma –luego de su matrimonio con Rosa Rodríguez, en 1961-, como tenor lírico, con arias de “La Traviata” de Giuseppe Verdi, en el Teatro Municipal de Caracas, el 29 de febrero de 1963; antes había interpretado la zarzuela “Los gavilanes” de Jacinto Guerrero. Luego de formarse en Milan, Italia; Saint Gallen, Suiza; Saltzburgo, Austria, y en Alemania; se presentó en los mejores escenarios del “bel canto”, en Argentina, Rusia, Italia, España, Francia, Hungría, Yugoslavia, Perú, México, Estados Unidos, Colombia, Panamá, Puerto Rico, y por supuesto Venezuela. Sus magistrales participaciones en las óperas, Tosca, Rigoletto, Manon Lescaut, Madame Butterfly, Bohemia, Don Pascuale, Lucía de Lammenmour, Caballería rusticana, Buque fantasma, Don Giovanni, El barbero de Sevilla, Don Carlo, Salomé, Carmen, Norma, y paremos de contar. Obteniendo el mejor concepto de grandes maestros internacionales, que no escatimaron elogios sobre la personalidad, carisma y extraordinaria calidad vocal; del “Tenor favorito de Venezuela”. 

Su azarosa vida personal, sentimental y comercial, concluyó con una penosa enfermedad; tuvo la grandeza de presentarse ante el público en el teatro “Teresa Carreño”, en silla de ruedas, el 24 de mayo de 1989, acompañado por el maestro Felipe Izcaray, dirigiendo la Orquesta Sinfónica Venezuela. El 28 de junio, poco más de un mes después, a las 2,45 de la madrugada, el “Tenor favorito de Venezuela”, exhaló su último suspiro en Caracas; causando la fatal noticia una consternación en Venezuela, y en particular a quienes tuvimos el honor y satisfacción de conocerlo y tratarlo personalmente. Se fue físicamente, pero nunca se irá de nuestro recuerdo. 

miguelazpurua@gmail.com  
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