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Simón Bolívar

El Libertador lució grandes prendas morales como la gratitud, el respeto y la incorruptibilidad

  • ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

28/07/2022 05:00 am

Mes glorioso el cursante julio porque su día 24 celebróse el natalicio del genio de la libertad, quien nació en 1783 dentro de una familia riquísima. Sufrió muy pronto los terribles golpes de la vida porque siendo un niño de apenas tres años murió su padre en 1786. A los nueve años murió su madre en 1792 y contaba veinte años cuando recién casado también murió súbitamente su esposa en 1803. Todo ese dolor no impidió que fulgurara con maravilloso e inaudito esplendor su pasión por la libertad de su patria…

En el paroxismo del dolor y probablemente para aliviarlo, viajó a “Ville Lumière” y nada mejor al efecto porque “Nunca fue París tan alegre como en aquel año 1804. Todos los extranjeros ávidos de placer se daban cita allí… para derramar, en medio de mujeres, el júbilo y el oro… Entre los más alegres unos jóvenes usaban un nuevo sombrero, alto, de hermoso fieltro gris y se le dio el nombre de ‘sombrero Bolívar’… vestía como un Beauharnais, montaba espléndidamente y era capaz de bailar horas seguidas sin fatigarse y lo llamaban ‘el príncipe Bolívar’… le gustaba asombrar con su habilidad en el manejo del florete, del taco de billar y de la navaja, tanto con la mano izquierda como con la derecha. Hablaba de los bellos valles y bosques de Venezuela… Las fiestas dadas en su residencia, con tanta prodigalidad como desenfado, nunca terminaban antes de que al alba palideciesen las bujías. Elegante, Bolívar, gracias a su exótica apostura y a su país legendario, ejercía sobre las mujeres tal imperio que fue como cosa de milagro el que saliera intacto de aquel período de prodigalidad” (Ludwig: “Quizá despertaba poca simpatía entre los hombres, porque agradaba demasiado a las mujeres”).

No todo fue placer mundano en París. También se hundió noches enteras en sus libros de Filosofía. Cuando niño fue bien influido por su tocayo y maestro Simón Rodríguez (a quien halló en París), quien era un verdadero revolucionario. Allá ambos adoptaron a un semisalvaje perro sin raza y sin amo, al que llamaron Carlos y lo cuidaron y alimentaron; pero se sintieron desolados cuando los abandonó. Rodríguez se burló de Bolívar porque soñó repetidas veces con el animal y lamentaba demasiado su pérdida. Su amor por los animales –en especial por los caballos y nunca se desprendió del suyo– era proverbial. En protección de las vicuñas en 1825 decretó: Los que aprovechen la lana para comerciarla, podrán trasquilarlas en los meses de abril, mayo, junio y julio, para que la benignidad de la estación supla este abrigo del que se las priva (María Begoña Bolinaga).

Así mismo contribuyó en su ideología Rousseau –insigne republicano, defensor de la soberanía de las naciones y filósofo preferido por el anticlerical Club de los Jacobinos en París– al extremo de que Ludwig escribió: “Nadie como Bolívar entre las figuras que han influido en la Historia Moderna, recibió las enseñanzas de Rousseau".

Influjo ejerció también Humboldt, notable sabio humanista (“humanitarista” le dirían aquí los criollos y también los más altos funcionarios), hombre de mundo además; con una mentalidad independiente y gracias al cual Venezuela fue famosa de pronto. El sapientísimo alemán recorrió el muy bello valle de Caracas o espléndido jardín (ninguna capital en el mundo está coronada por una selvática montaña como el Ávila) e hízole a Bolívar un alto elogio de Venezuela y en adelante se reunían a diario en casa de Humboldt e incluido Bonpland, a quien Bolívar ofreció la mitad de sus rentas si lo acompañaba a fundar un instituto para explorar Venezuela y la América del Sur. Júzguese cuán deslumbrante era ya la personalidad de Bolívar –que contaba sólo veinte años– para atraer e interesar en tan alto grado al omnisciente Humboldt…

Personalidad además muy fuerte, como se demostró cuando se negó a presenciar la coronación de Napoleón –lo cual, entre otros muy enérgicos dicterios, le pareció “miserable”– y rechazó el asiento que le ofreció España en su palco. Ludwig afirma en su biografía sobre Bolívar, que La honra de haber desdeñado este acontecimiento la comparte con la madre de Napoleón y con Beethoven, quien rasgó entonces la dedicatoria de La Heroica”. Ante el Papa Pío VII y la exhortación del embajador, se negó a arrodillarse y besarle las sandalias: “Dejad al joven indiano hacer lo que guste”, exclamó el Papa.

Inspirado por Simón Rodríguez, Rousseau y Humboldt, centelleó en el integérrimo Bolívar su ideal libertador (“libertario” dirían aquí esperpénticamente las mayores autoridades oficiales); se consagró a su nobilísima misión de libertar a su Patria y otros pueblos suramericanos, lo cual logró con sumo éxito al través de la inigualable Guerra de Independencia –cúspide auroral de heroicidad suma– y testigos son Venezuela, Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador y Panamá…

El muy famoso biógrafo Ludwig, con millones de obras vendidas y gran admirador de Napoleón, comparó a éste con el Libertador y aseguró: “Serían para Bolívar todos los sufragios si se le comparase en aquel momento inicial de su carrera con el general Bonaparte en el umbral de la suya”.

Y agregó: “El general Mangin, crítico verdaderamente experto, ha considerado el paso de los Andes por Bolívar como ‘el episodio más imponente de la historia militar’ ".

aaf.yorga@gmail.com 
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