Espacio publicitario

Un bulo contra Benedicto XVI

...deseamos que Benedicto XVI se recupere pronto de sus quebrantos y retorne así a sus actividades habituales (que son más de contemplación y de oración, que de producción de nuevos libros).

  • RICARDO GIL OTAIZA

14/07/2022 05:03 am

Hace pocos días circuló en las redes la falsa noticia de la muerte del papa emérito Benedicto XVI, y me puse muy triste. Y lo creí porque no es un secreto global el deterioro de la salud de Ratzinger, que mantiene en zozobra a millones de personas en el planeta. De entrada tomé la noticia como una derivación natural de la existencia, luego de un largo proceso de quebranto físico (pero no mental) del eximio personaje.

Con la tristeza del momento me apresuré a exponer mi opinión en el chat en donde leí la noticia, y esto expresé: “Amigo, me has dado una muy mala noticia. Como todos sabemos, siempre he sido un imperturbable admirador de Benedicto XVI, gran figura y mejor Papa. Pierde el mundo a un hombre de relevantes méritos, a un ser sencillo y docto, a un eximio teólogo y filósofo, a un amante de la Iglesia. Su inmenso legado nos queda como testimonio de su infatigable trabajo, de su empeño por adecentar a la curia romana, de su lucha contra los lobos, quienes lo llevaron a renunciar a la silla de San Pedro. Dios lo ha acogido en su seno y desde lo alto velará por esta humanidad sufriente.”

Pocos minutos después me llegó por la misma vía la negación de la falsa noticia, de la que, por cierto, se hicieron eco connotados periodistas del país, quienes por oficio están obligados a investigar la fuente y a cerciorarse de su veracidad. En realidad no sé qué buscan estos bulos, pero nada bueno hay detrás de ellos. Me imagino que quienes se dedican a estos laboratorios de falsas noticias, pretenden además monetizar sus falsedades al hacerse virales en las redes, y eso los pone a ganar toda una fortuna. Sin embargo, creo que hay mucho más detrás de toda esta estrategia digital global y que responde a intereses no solo crematísticos, sino también políticos y hegemónicos.
 
Por las reacciones que se pueden leer en las redes, de parte de ese público adocenado y sin conciencia que plena de comentarios hirientes y malintencionados a quienes son objeto de las fake news (así como también a las noticias certificadas), hay claros deseos de adoctrinamiento. No es en vano que muchos de los comentarios expresen su morbosa alegría por la desaparición física del personaje, y que se hagan eco de viejas mentiras, que buscan socavar su reputación, prestigio, legado e imagen.
 
Hay sin duda la clara intencionalidad de destruir a la iglesia, de llevarse por delante toda su impronta civilizatoria. Se pretende negar de un plumazo su historia y su aporte en los distintos campos del quehacer humano. En este sentido, no estoy tan ciego como para negar los graves errores que la misma ha cometido, de sus pifias de antología, de sus escándalos contemporáneos. Pero, créanme, si un personaje ha sido decisivo para la depuración de la iglesia, para echar a andar mecanismos que la expurguen de los indeseables (que los hay en todas las instituciones), ha sido Joseph Ratzinger, desde sus tiempos de cardenal y mucho más cuando fue elevado al pontificado.
 
No me canso de exaltar a la figura de Benedicto XVI, porque su historia y su obra son ejemplos claros de un proceder y de una acción que han sido determinantes en el devenir del catolicismo de los últimos sesenta y cinco años, pero también de la propia humanidad. Recordemos que tras el exitoso pontificado de Juan Pablo II, hoy elevado a los altares, siempre estuvo el alemán, apoyando y articulando desde su portentosa inteligencia, lo que lo llevó a convertirse en figura clave en múltiples procesos, que empujaron a la iglesia y al mundo hacia mejores y más elevados derroteros.
 
Como cabe suponerse, fue enorme mi alegría al saber que todo lo anunciado aquella noche era una patraña. Sí, resulta paradójico que me alegre por una falsa noticia, pero desde mi egoísmo humano anhelo que Benedicto XVI continúe empujando el barco de la historia hacia nuevos puertos, a pesar de sus quebrantos. Si bien es cierto que su frágil figura podría quebrarse en cualquier instante, su enorme autoridad moral, su elevada estatura intelectual, y su gran amor por las personas, son de enorme consuelo en nuestros días.
 
La sola presencia del Papa Emérito es garantía de firmeza y de fortaleza de la iglesia y de la sociedad contemporánea. Su palabra certera, profunda, enraizada en lo mejor de la Razón Ilustrada de hace siglos, pero con la mirada y la frescura de los nuevos tiempos, es un fiel de la balanza en medio de un mundo incierto, que marcha hacia derroteros insospechados. La obra de Joseph Ratzinger es entonces tangible e intangible. Podemos ver, tocar y leer su vasta producción intelectual, sus celebrados libros, pero sus ideas y lo que ellas han significado para nuestra civilización, son hilos sutiles que mueven la conciencia y nos impelen a seguir adelante, a no desfallecer en el intento por dejar el mundo mejor que como lo encontramos.

Nadie es eterno, pero deseamos que Benedicto XVI se recupere pronto de sus quebrantos y retorne así a sus actividades habituales (que son más de contemplación y de oración, que de producción de nuevos libros). Todos, sin excepción, y aquí entran los seguidores de otras religiones, necesitamos de su brillo y de su lucidez, de su palabra traducida en portento y en luz. No obstante, en algún momento partirá, y sabremos entonces que desde esa dimensión etérea se erigirá en guía de un mundo ávido de consuelo en medio de sus grandes penurias.
 
rigilo99@gmail.com 
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario