Esta semana, como ya es rutina, en Israel se llevó a cabo una vez más la celebración del Orgullo Gay.

Este año se reunieron más de 250 mil personas en un evento que nada tiene que envidiar al de Madrid o Londres, y que no es el más multitudinario que los que se han realizado, allí, por causa del Covid-19, y las dificultades de visados que se exigen a distintas nacionalidades para llegar a Israel.

Israel es un país de tolerancia en el que se respetan las ideas de todos. En relación al colectivo LGBT, la posición de Israel es relevante en el Medio Oriente, es un oasis en la región. Todos los vecinos de Israel condenan la homosexualidad y en muchos de ellos se castiga con pena de muerte.

Israel recibe turistas de todos los países Árabes, cantidades de palestinos gays se mudan a Israel por estar perseguidos. Los gays en el Medio Oriente, tienen que vivir el sufrimiento de no poder ser lo que son y están sometidos a maltratos y sobre todo a una violencia psicológica que los lleva a muchos al suicidio.

Ni hablar de la vida de las mujeres en los países musulmanes, no pueden manejar, no pueden vestirse como quieren, no pueden interrumpir a sus esposos cuando hablan, no pueden hacer ruido al caminar (obviamente detrás de los hombres siempre), en la mayoría de los casos no escogen a sus parejas, están disminuidas en su capacidad; sin embargo el “Machote” pueden tener más de una hembra, pero y nadie hace nada, porque cuando median los intereses y el dinerito, los Derechos Humanos, pasan a un segundo plano.

En Israel una persona que decide cambiar su sexo recibe apoyo del Estado, es un proceso que empieza con un par de años de ayuda psicológica hasta que se pueda tener certeza de que la persona está preparada para el cambio, la operación la financia el Estado, pero esto no se dice.

Los medios de comunicación insisten en dar cobertura a la publicidad que el mundo árabe aporta, en los últimos tiempos gracias a la tecnología se ha demostrado que una inmensa casi todas las imágenes horrorosas que sacan y que señalan a los Israelíes como responsables pertenecen a otros conflictos ajenos a Israel. Pero no son estas líneas para hablar de la “Causa Palestina”, que dicho sea de paso ya está “passé de mode”.

En mi caso particular he sido un abierto e incondicional defensor de los grupos tradicionales y serios LGBT, tengo grandes amigos que se distancian de mucha de la basura que intentan adherirse a ellos, solo para conseguir prebendas políticas y económicas. Conozco, personas de ese colectivo de la sociedad Israelí que aportan muchísimo al país embajadores, científicos, músicos, abogados, médicos, empresarios, militares etc., en Israel ellos viven en absoluta normalidad y nadie los señala, es una realidad y punto.

En eventos como el Orgullo Gay, la gente que llega a Israel se da cuenta de la verdadera realidad, y entienden que quienes juzgan a Israel es porque no la conocen, no han estado allí, o se tragan la publicidad sesgada que vende la media.