Dostoievski de Stefan Zweig
Dostoievski se preguntaba: ¿Qué puede ser para mí más fantástico e inesperado, y hasta más inverosímil, que la realidad? Zweig aclara que lo más extraordinario en el autor ruso es cómo armaba las conversaciones de sus personajes. Allí “Nada es casual...
En estos días un diplomático europeo muy culto nos comentaba en un chat erudito que el apego y el amor a Rusia, y a los rusos, que sintió viviendo allí, más allá del gobierno, le causa desgarro al verse obligado a irse. Fue declarado persona no grata, por efectos de la invasión a Ucrania. Afirmaba el buen amigo que Rusia sigue siendo parte integrante y fundamental de la identidad europea, citando al escritor Fedor Dostoievski como ejemplo.
Eso nos hizo releer la biografía de Dostoievski, escrita por el intelectual austríaco Stefan Zweig. El biógrafo, amigo de Sigmund Freud, elabora un extenso perfil psicológico de Dostoievski. Esa silueta está descrita en su obra: “Tres maestros. Balzac, Dickens, Dostoievski”, publicada en el año 1919. No fue por casualidad que reunió a estos tres titanes en un solo libro. Allí, el austríaco calibra el peso que tuvo la obra de Dostoievski en las letras europeas. Dostoievski “no es nada si no lo vivimos desde adentro”, nos dice Zweig, para agregar que “El autor descubre algo infinito”. Por eso, fue fuente de inspiración para autores como Albert Camus, Sartre, Malraux, Gide, Antón Chejov, Nietzsche y muchos más.
Huérfano de madre a los 11 años, mantuvo una relación complicada con su padre, quien murió cuando tenía 18 años. Ingeniero militar de formación, se interesó en la literatura desde su juventud. Estuvo preso y fue condenado a muerte, por asistir a reuniones contra el Zar Nicolás I. Sufría de ataques de epilepsia que lo postraban, pero a la vez lo llevaban al paraíso como a Mahoma, y alimentaban su genio creativo. Jugador empedernido, su vida estuvo plagada de deudas muy pesadas. Tantos tormentos forjaron en Dostoievski un rostro único, que “evoca primero el sentimiento de terror, al que se une una vacilante timidez y luego, apasionada y en creciente embeleso, la admiración”.
Al leerlo profundamente, anota Zweig, la grandeza es lo que aparece después de superar la primera impresión del miedo. “La vida de Dostoievski es la de un personaje del Antiguo Testamento, heroica, en nada moderna ni burguesa”. El fuego de su sufrimiento inflama su época y su mundo, nos anota el biógrafo, para recordarnos que la vida de Dostoievski es una obra de arte, y su biografía una tragedia.
Los personajes de Dostoievski “son eternamente incompletos, por tanto, doblemente vivos”. No se les puede catalogar fácilmente, como a los héroes de Balzac: Rastignac representa la ambición, Goirot es sacrificio, Vautrin, es sinónimo de anarquía. Tampoco se parecen a los protagonistas de las novelas alemanas, que “albergan muchas voces, están pscicológicamente diferenciados”. Los héroes de Dostoieski “No buscan ni encuentran relación alguna con la vida real: Esta es su singularidad”. No siguen un rumbo fijo, sino que van por el mundo como ciegos o borrachos.
“Los hombres de Dostoievski son aunténticos rusos, hombres de transición que llevan dentro el caos del orígen en el pecho” visualiza Zweig, para asegurar que en ellos: “Cada individuo cree, como en la Rusia de Troski y Lenin, que debe reconstruir todo el orden mundial, y el mérito extraordinario del hombre ruso para Europa, incrustado en su cultura, es el de una curiosidad insaciable…”
Zweig contrapone de nuevo a los tres genios preguntándose ¿Qué quieren los personajes de Dickens? Tener una casa en la campiña inglesa, con una bonita familia y un perro. Los de Balzac anhelan un castillo en Francia, un título nobiliario, y dinero de sobra. ¿Cuál personaje de Dostoievski quiere eso? Ninguno, responde el biógrafo. Todos los personajes de Dostoievski viven un poco atormentados con “fiebre y espasmos”. A los cuatro hermanos Karamazov les da igual ser felices. Raskolnikov, en su Crimen y Castigo, mata a su casera usurera y aunque había un sospechoso preso, confiesa ser el asesino porque considera debe ser castigado. Kolia, en El idiota, se lanza a las vías del tren para demostrarse a sí mismo que es valiente. Shatov, en Los endemoniados, se tiene que dejar matar para probar su verdad. “Cada uno de sus héroes se pregunta como la misma Rusia: ¿Quién soy? ¿Qué valgo?”
Por su parte, Dostoievski se preguntaba: ¿Qué puede ser para mí más fantástico e inesperado, y hasta más inverosímil, que la realidad? Zweig aclara que lo más extraordinario en el autor ruso es cómo armaba las conversaciones de sus personajes. Allí “Nada es casual. Por su manera de hablar, sabemos de cada personaje dostoievskiano no sólo lo que dice y quiere decir, sino también lo que calla” Su arte narrativo lo convierte en el apóstol de los contrastes, y de la concentración poética también. Termina Zweig asegurando que “La literatura universal no conoce imágenes plásticas más perfectas que los dichos y las máximas de los personajes de Dostoievski”. Shakespeare, dice el biógrafo, conoció el mundo en carne. Dostoievski en espíritu. Algunas de las últimas palabras del ruso fueron: “No temáis a la vida. Solo el tormento nos hace amar a la vida”. Leamos a Dostoievski para comprender un poco más la esencia humana.
alvaromont@gmail.co
Eso nos hizo releer la biografía de Dostoievski, escrita por el intelectual austríaco Stefan Zweig. El biógrafo, amigo de Sigmund Freud, elabora un extenso perfil psicológico de Dostoievski. Esa silueta está descrita en su obra: “Tres maestros. Balzac, Dickens, Dostoievski”, publicada en el año 1919. No fue por casualidad que reunió a estos tres titanes en un solo libro. Allí, el austríaco calibra el peso que tuvo la obra de Dostoievski en las letras europeas. Dostoievski “no es nada si no lo vivimos desde adentro”, nos dice Zweig, para agregar que “El autor descubre algo infinito”. Por eso, fue fuente de inspiración para autores como Albert Camus, Sartre, Malraux, Gide, Antón Chejov, Nietzsche y muchos más.
Huérfano de madre a los 11 años, mantuvo una relación complicada con su padre, quien murió cuando tenía 18 años. Ingeniero militar de formación, se interesó en la literatura desde su juventud. Estuvo preso y fue condenado a muerte, por asistir a reuniones contra el Zar Nicolás I. Sufría de ataques de epilepsia que lo postraban, pero a la vez lo llevaban al paraíso como a Mahoma, y alimentaban su genio creativo. Jugador empedernido, su vida estuvo plagada de deudas muy pesadas. Tantos tormentos forjaron en Dostoievski un rostro único, que “evoca primero el sentimiento de terror, al que se une una vacilante timidez y luego, apasionada y en creciente embeleso, la admiración”.
Al leerlo profundamente, anota Zweig, la grandeza es lo que aparece después de superar la primera impresión del miedo. “La vida de Dostoievski es la de un personaje del Antiguo Testamento, heroica, en nada moderna ni burguesa”. El fuego de su sufrimiento inflama su época y su mundo, nos anota el biógrafo, para recordarnos que la vida de Dostoievski es una obra de arte, y su biografía una tragedia.
Los personajes de Dostoievski “son eternamente incompletos, por tanto, doblemente vivos”. No se les puede catalogar fácilmente, como a los héroes de Balzac: Rastignac representa la ambición, Goirot es sacrificio, Vautrin, es sinónimo de anarquía. Tampoco se parecen a los protagonistas de las novelas alemanas, que “albergan muchas voces, están pscicológicamente diferenciados”. Los héroes de Dostoieski “No buscan ni encuentran relación alguna con la vida real: Esta es su singularidad”. No siguen un rumbo fijo, sino que van por el mundo como ciegos o borrachos.
“Los hombres de Dostoievski son aunténticos rusos, hombres de transición que llevan dentro el caos del orígen en el pecho” visualiza Zweig, para asegurar que en ellos: “Cada individuo cree, como en la Rusia de Troski y Lenin, que debe reconstruir todo el orden mundial, y el mérito extraordinario del hombre ruso para Europa, incrustado en su cultura, es el de una curiosidad insaciable…”
Zweig contrapone de nuevo a los tres genios preguntándose ¿Qué quieren los personajes de Dickens? Tener una casa en la campiña inglesa, con una bonita familia y un perro. Los de Balzac anhelan un castillo en Francia, un título nobiliario, y dinero de sobra. ¿Cuál personaje de Dostoievski quiere eso? Ninguno, responde el biógrafo. Todos los personajes de Dostoievski viven un poco atormentados con “fiebre y espasmos”. A los cuatro hermanos Karamazov les da igual ser felices. Raskolnikov, en su Crimen y Castigo, mata a su casera usurera y aunque había un sospechoso preso, confiesa ser el asesino porque considera debe ser castigado. Kolia, en El idiota, se lanza a las vías del tren para demostrarse a sí mismo que es valiente. Shatov, en Los endemoniados, se tiene que dejar matar para probar su verdad. “Cada uno de sus héroes se pregunta como la misma Rusia: ¿Quién soy? ¿Qué valgo?”
Por su parte, Dostoievski se preguntaba: ¿Qué puede ser para mí más fantástico e inesperado, y hasta más inverosímil, que la realidad? Zweig aclara que lo más extraordinario en el autor ruso es cómo armaba las conversaciones de sus personajes. Allí “Nada es casual. Por su manera de hablar, sabemos de cada personaje dostoievskiano no sólo lo que dice y quiere decir, sino también lo que calla” Su arte narrativo lo convierte en el apóstol de los contrastes, y de la concentración poética también. Termina Zweig asegurando que “La literatura universal no conoce imágenes plásticas más perfectas que los dichos y las máximas de los personajes de Dostoievski”. Shakespeare, dice el biógrafo, conoció el mundo en carne. Dostoievski en espíritu. Algunas de las últimas palabras del ruso fueron: “No temáis a la vida. Solo el tormento nos hace amar a la vida”. Leamos a Dostoievski para comprender un poco más la esencia humana.
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