Pichincha
El Libertador Bolívar obtuvo el primer laurel en Bomboná sin poder continuar pero Sucre desafiándolo todo, demostrando su talento en la guerra pudo evadir, retar, superar y envolver a los realistas
Allí está la ciudad, la que el indígena habitó y el conquistador dominó desde la altura del volcán dormido entre tantas montañas soberbias: Quito. Entre sinuosidades sus colinas que la piedra no pudo someter entre calles que se elevan y descienden por doquier: Quito. Allí donde la altura hace que el sol esté más cerca de los hombres y queme la piel blanca: Quito. Allí donde el silencioso indígena pasa envuelto en coloridos mantos de diversos tonos: Quito.
Allí la ciudad con iglesias y claustros, campanas y repiques, oraciones elevadas a Dios. Allí donde la piedra indígena desentrañada de la tierra se erigió en altos muros por la firmeza de los españoles. Allí donde los siglos y las tradiciones parecieron detenerse al paso de las procesiones con imágenes perfectas, vivas por el fervor perpetuo: Quito.
En ningún otro lugar fue tan sublime el arte para que Dios se complaciera. Allí fue donde España pretendió reconciliarse con los cielos: Quito.
Mientras la vida transcurría inconmovible una clase se ilustró, pensó y actuó ante los sucesos políticos de España e inició con resolución la transformación de la colonia. Una Junta Suprema de Gobierno el día 10 de agosto de 1809, inició el movimiento de independencia, así como lo hicieron Caracas, Santa Fe, Buenos Aires, Santiago y otras. La llama no se extinguió, Guayaquil la encendería más el 09 de octubre de 1820.
Antonio José de Sucre, el héroe de la gloria, encargado de la Campaña del Sur de Colombia, diplomático habilísimo, militar superior, político ejemplar, logró que aceptaran el protectorado de su República y cuando ya era preciso emprender la lucha, él desde el Sur, Bolívar desde el Norte, lo hicieron con determinación para obtener la libertad del Ecuador.
El Libertador Simón Bolívar obtuvo el primer laurel en Bomboná sin poder continuar pero Sucre desafiándolo todo, demostrando su talento en la guerra pudo evadir, retar, superar y envolver a los realistas hasta que concentrados en Quito y esperándolo con mejores posiciones, logró tomarlos de sorpresa aquella noche del 23 de mayo de 1822, envolviéndolos el día 24, alzándose así ante los ojos de los ciudadanos expectantes, el pueblo quiteño, su libertad en los pies del Pichincha.
Allí Pichincha como primer tributo; allí el Pichincha como primer laurel; su gloria que le arrebata a España otra hija, otro territorio, otro dominio:
Allí la ciudad con iglesias y claustros, campanas y repiques, oraciones elevadas a Dios. Allí donde la piedra indígena desentrañada de la tierra se erigió en altos muros por la firmeza de los españoles. Allí donde los siglos y las tradiciones parecieron detenerse al paso de las procesiones con imágenes perfectas, vivas por el fervor perpetuo: Quito.
En ningún otro lugar fue tan sublime el arte para que Dios se complaciera. Allí fue donde España pretendió reconciliarse con los cielos: Quito.
Mientras la vida transcurría inconmovible una clase se ilustró, pensó y actuó ante los sucesos políticos de España e inició con resolución la transformación de la colonia. Una Junta Suprema de Gobierno el día 10 de agosto de 1809, inició el movimiento de independencia, así como lo hicieron Caracas, Santa Fe, Buenos Aires, Santiago y otras. La llama no se extinguió, Guayaquil la encendería más el 09 de octubre de 1820.
Antonio José de Sucre, el héroe de la gloria, encargado de la Campaña del Sur de Colombia, diplomático habilísimo, militar superior, político ejemplar, logró que aceptaran el protectorado de su República y cuando ya era preciso emprender la lucha, él desde el Sur, Bolívar desde el Norte, lo hicieron con determinación para obtener la libertad del Ecuador.
El Libertador Simón Bolívar obtuvo el primer laurel en Bomboná sin poder continuar pero Sucre desafiándolo todo, demostrando su talento en la guerra pudo evadir, retar, superar y envolver a los realistas hasta que concentrados en Quito y esperándolo con mejores posiciones, logró tomarlos de sorpresa aquella noche del 23 de mayo de 1822, envolviéndolos el día 24, alzándose así ante los ojos de los ciudadanos expectantes, el pueblo quiteño, su libertad en los pies del Pichincha.
Allí Pichincha como primer tributo; allí el Pichincha como primer laurel; su gloria que le arrebata a España otra hija, otro territorio, otro dominio:
“A la vista del primer pueblo de Colombia, que proclamó su libertad, ha terminado la guerra de Colombia por una batalla célebre, que ha dado a la República el tercer día de Boyacá”, dijo el victorioso general, el más digno, el más grande, el más virtuoso de todos, Antonio José de Sucre.
Jfd599@gmail.com
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