Los sucesos del pasado 24 de mayo en Texas siembran miedo a quienes tenemos hijos y nietos dentro del sistema escolar de Estados Unidos. La bendita segunda enmienda tiene que ser regulada. La nueva la sociedad norteamericana no está capacitada para tener un sistema de libre venta de armas. Hay que tener mayores controles y sobre todo limitar la venta de armas de guerra, por lo menos hasta cierta edad.

El asesino de esta masacre es producto de una familia disfuncional, vivía con la abuela. Es muy típico que padres divorciados depositen el “paquete” a los abuelos. Hoy los padres piden perdón por lo ocurrido pero se les escapa que su hijo era introvertido, que no tenía amigos, y que había sido sometido a bullying en la escuela por una discapacidad del habla, además el padre reconoce que habían algunos cambios en su conducta en los últimos meses.

La madre por su parte confirmó que “en ocasiones se tornaba agresivo", pero aseguró que no era un monstruo". Pero nunca le ofrecieron ayuda psicología.

Si bien no puede achacárseles este horrible crimen a los padres, ellos han podido haber hecho más, los padres tenemos que estar pendientes de las actividades, del círculo cercano, de las angustias y sufrimientos de nuestros hijos.

Por su parte la policía escolar no tiene capacitación específica para combatir actos terroristas, y a la historia me remito.

La cronología de los hechos denota que no hay alarmas en el sistema: El 16 de mayo el atacante cumple 18 años, un día después compra un rifle semiautomático, el 18 de mayo compra 325 municiones de guerra, el 20 de mayo adquiere un arma de guerra: un AR15, el 21 de mayo exhibe sus armas en una red social, el 24 de mayo las 11 am envía a una chica en Alemania un mensaje diciendo que va a matar a su abuela, luego le cuenta que ya la mató y dice que atacará a una escuela primaria .

El asesino después de disparar a su abuela, maneja hasta la escuela, en el camino tiene un accidente, donde abandona su carro y deja una de las armas allí; en ese momento toma su morral con municiones y una de las armas y se pone un chaleco de unidades especiales y va camino a la escuela.

Al llegar entra por una puerta no vigilada, y allí transcurre un lapso de tiempo de casi una hora, en la que 19 policías presentes no actúan, mientras el número de emergencia colapsaba por las llamadas de los niños pidiendo auxilio. Este es el triste relato de un evento que pudo ser evitado.

Quedan interrogantes en la mesa: ¿Cómo es posible que no se activara alguna alerta en esa compra de armas y municiones? ¿Una vez abandonado un carro con armas nadie sospecha nada? ¿Cómo pudo entrar el individuo al colegio? ¿Cómo las redes sociales, las que cortan la voz a un Presidente, no se dan cuenta de lo que está pasando? ¿Qué pasa con la inteligencia artificial? y ¿Cómo la policía no reacciona a tiempo?

La respuesta a esto es una sola: no están preparados para este tipo de eventos.

Entonces lo más practico es tener aulas blindadas en los colegios y refugios en cada salón, y educar a los alumnos tal cual lo hacen en Israel.

Si no se toman medidas drásticas en la venta de armas esta conducta será imitada por muchos lamentablemente. ¡Basta ya!