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Sin brújula cualquier camino sirve

Gran parte de la sociedad civil está resolviendo sola parte de sus problemas en medio de la actual carencia de políticas públicas

  • DANIEL ASUAJE

18/05/2022 05:00 am

El actual fracaso del ejército ruso por alcanzar sus objetivos es evidente. Si en algo parece destacar al ejército ruso en ucrania es no saber para dónde va ni cómo salir de allí. Para entender lo sucedido en Ucrania a los hijos de Putin rusos (porque también los hay ucranianos), es preciso hacer inventario de algunas condiciones presentes. En primer lugar, se tomó como cierto que el ejército invasor contaba con más de 200.000 efectivos, muchos indicios apuntan a que era una sobreestimación producto de la aceptación de la propaganda rusa, la cual pregonaba un gran poder militar ruso y unas erradas estimaciones sobre la debilidad de Ucrania.

En segundo lugar, la falta de profesionalización del ejército, compuesto mayoritariamente por efectivos de escaso entrenamiento, con baja moral de combate. Por su parte, la oficialidad menor parece también carecer de la suficiente capacitación y la superior no ha sido muy competente para coordinar adecuadamente tanques, artillería, infantería y aviones. El ejército ruso tiene muchos coroneles y generales, pero muy pocos cabos, es decir muy poca tropa profesional.

En tercer lugar, la guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto una pésima capacidad logística rusa lo que sumado a un equipamiento obsoleto o deficiente lleva al desastre. Rusia ha invertido miles de millones de dólares en equiparse pero gran parte de los recursos se han extraviado en el camino, razón por la cual los vehículos rusos están equipados con neumáticos chinos de bajo costo, por lo que se atascan en el lodo ucraniano. Los partes de guerra mencionan la deficiencia de dotación de los vehículos rusos de combate. Las raciones de comida, insuficientes o vencidas, son parte de este mismo problema. Los parecidos con el equipamiento eléctrico venezolano o las bolsas CLAP no son coincidencias. Por cierto que según The Economist,
Ucrania es tan corrupta como Rusia, ambas están en el índice de Transparencia en puestos muy altos de corrupción (en Venezuela el gobierno y oposición muestran signos de ello). La gran diferencia es que mientras los rusos no tienen dirección y objetivos factibles, ni un liderazgo respetado, ni los soldados fuerte conexión emocional con lo perseguido por su dirigencia, los ucranianos luchan por su sobrevivencia, dirigidos por un líder con quien se identifican plenamente. Lamentablemente en Venezuela no hay esto último.

Nuestra oposición está desarticulada, desconectada de nuestra sociedad civil: ambos son ahora dos sordos que gritan sin escucharse, y cuando se oyen no se entienden. Hay tanta indiferencia de nuestros políticos hacia la sociedad civil, como desconfianza, incredulidad y rechazo de los ciudadanos comunes hacia los políticos y hacia la política misma como vía de solución de los problemas. La carencia de liderazgo reconocido por la mayoría de ciudadanos es consecuencia de las decepciones acumuladas y de la suicida costumbre de los políticos de empantanarse unos a otros. ¿Se imaginan lo que pasaría si los adversarios de Zelensky, en lugar de apoyarlo en estos momentos, se dedicaran a decir que es un inepto, porque en dos meses no ha
expulsado a los invasores, o es corrupto, colaboracionista o vendido al enemigo? Por cierto, que una de las cosas que ha puesto reiteradamente Zelensky sobre el tapete es su disposición de hablar con Putin para finalizar la guerra, incluso declara su intención de ir a Moscú. No ha dicho que con ese asesino no se sentará a negociar.

Vista en perspectiva las oposiciones lucen como las fuerzas rusas, cada quien con su plan y todas sin lograr avances notables o contundentes desde el 2015. En política y en la guerra no todos los caminos llevan a Roma y sin saber a dónde ir cualquiera de ellos es igual, tal como le dijera el gato de Cheshire a Alicia cuando estaba perdida en el País de las Maravillas. La mayoría de los caminos sin brújula llevan al desastre o a destinos banales. El discurso chavista era una promesa de llevarnos al paraíso socialista pero carecía de definición de la sociedad a construir y modo de sustituir la
existente, destruyó el país y todo el andamiaje de generación y circulación de los bienes, servicios, información y conocimiento que usábamos.

Estos señalamientos no son nuevos, pero como dijo André Gide “todas las cosas han sido dichas; pero como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre”. El punto es cómo superar la queja y comenzar a hacer cosas distintas para obtener resultados diferentes a los frustrantes. Hay algunas cosas que ya están cambiando en Venezuela. Gran parte de la sociedad civil está resolviendo sola parte de sus problemas en medio de la actual carencia de políticas públicas. Dentro de ella hay quienes están empeñados en construir una nueva narrativa que sustituya el derrame de ají sobre nuestras heridas por sanación de las mismas, la queja por la acción creadora. Nuevos tiempos precisan nuevas narrativas y afortunadamente muchos hacedores de brújulas suelen trabajar en silencio.

@signosysenales
dh.asuaje@gmail.com
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