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De los hijos

Las formas en que el hombre y la mujer pueden relacionarse con la naturaleza, son muy variadas y parecen no haberse agotado en el tiempo que llevamos de historia humana

  • JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E.

20/04/2022 05:02 am

“Hegel no toma partido por el amo, sino por el esclavo. No en vano es un filósofo de la modernidad. Lo que prima para él es el trabajo. El propio pensar es un trabajo. El espíritu trabaja. El trabajo forma el espíritu. La dialéctica hegeliana del amo y el esclavo considera la existencia humana exclusivamente desde la perspectiva del trabajo. Hegel es incapaz de entender la libertad del jugador, que desprecia el trabajo y se lo encomienda al esclavo.” (Byung-Chul Han, La desaparición de los rituales).

Debemos diferir de la visión del trabajo que expresa el autor citado. Posiblemente en su interpretación de Hegel, sólo toma en cuenta el juicio sobre el trabajo y no sobre la sociedad. Pensamos que el principal error de Hegel, seguido por Marx, se encuentra en la descripción de la dinámica social. Un escenario de amos y esclavos. Una expresión que pierde vista la primacía de dos elementos fundamentales: la persona y la familia.

La centralidad del trabajo en la vida de los hombres, es algo que no podemos evadir. Simplemente es evidente. También podríamos hacer referencia al mandato del Autor de la creación. Pero no nos corresponde semejante privilegio. Simplemente haremos referencia que el trabajo ha demostrado ser una forma de desarrollo humano fundamental. Otra cosa es la explotación que se puede presentar a partir del trabajo.

Entender que la sociedad industrial capitalista o la actual sociedad de contenidos neo liberal, sean la culminación de cualquier cultura humana. Representa una falta de perspectiva histórica y por supuesto antropológica. Las formas en que el hombre y la mujer pueden relacionarse con la naturaleza, son muy variadas y parecen no haberse agotado en el tiempo que llevamos de historia humana.

Una dialéctica que solo incluye a una parte, y una parte muy reducida, del fenómeno social es miopía ideológica. Ya decía un gran profeta de nuestra época: “no requiero del marxismo para hacer justicia social”. Visiones reducidas y muchas veces resentidas de la realidad, acaban siempre por llevarnos a errores mayores. Más difíciles de enmendar. Hace falta una nueva perspectiva del trabajo. Más humana y personal.

Si partimos de la centralidad de la familia. La dinámica social no se compone de amos y esclavos. De explotados y explotadores. De obreros y patronos. Surge la realidad de que los autores son hijos y padres. Una dinámica que pertenece y corresponde, mucho mejor a la naturaleza humana. Así el inevitable trabajo, no es necesariamente la ocupación del esclavo o el siervo. También cabe la posibilidad de que sea derecho y prerrogativa del hijo. Del hijo que labora en el huerto de su Padre.

“En su interpretación de la dialéctica del amo y el esclavo también Kojève eleva el trabajo a la categoría de motor de la historia: «Esta educación creadora del Hombre mediante el Trabajo (la formación) crea la Historia, es decir el Tiempo humano. El Trabajo es Tiempo». El trabajo forma el espíritu e impulsa la historia. Es el agente exclusivo de la historia concebida como progreso. De este modo, el trabajador se acaba convirtiendo en sujeto único de la historia.” (Byung-Chul Han, La desaparición de los rituales).

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