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Los aciertos de Segura

Los cuadernos de un amante ocioso parecieran a simple vista retazos de una vida en pareja, como meras anécdotas que se tocaran desde lo tangencial

  • RICARDO GIL OTAIZA

24/04/2022 05:03 am

Termino de leer un libro que he disfrutado y que por ser breve (más de lo que hubiera querido) lo dosifiqué durante días para no terminarlo en una sola sentada, se trata de Los cuadernos de un amante ocioso (Drácena, 2015), del escritor español Gastón Segura. Del autor ya he reseñado en El Universal la novela Los invertebrados (Drácena, 2021). Tamaña sorpresa me he dado con este libro, que no sé por cuál razón tenía injustamente olvidado en el estante (despiste de mi parte, lo confieso), porque descubro una serie de fascinantes relatos, a modo de falsos diarios, que giran en torno a la cotidianidad de una curiosa pareja de comienzos del siglo XXI. Para mayores señas se nos dice, que cada uno de los textos (que pueden leerse de manera independiente sin afectación a la totalidad de la obra) había sido publicado semanalmente bajo la forma de blog, durante todo el 2011 y los primeros meses del 2012, con inusitado éxito, cuestión que no me extraña, y paso a decir el porqué.

Echa mano el autor de una prosa ligera, pero muy bien pensada y expuesta, que puede leerse sin mayores dificultades, pero que lleva implícita una carga ontológica tan potente, que sentimos cómo tras de esa supuesta sencillez, se esconden muchos mundos y múltiples posibilidades estéticas. Nada hay de desperdicio en ninguno de los textos, que en suma son 52, ya que cada pieza tiene su propia dinámica y peso literario, lo que nos lleva muchas veces al desenlace inesperado, al delicioso juego de palabras, a la aguda inteligencia en los diálogos entre los amantes, a la que jamás podremos ser indiferentes sino maravillados espectadores.

Si bien, como ya lo precisé, cada pieza es obstinadamente independiente, la articulación y concatenación de cada una de ellas (es decir, el conjunto) podría ser catalogada como una suerte de texto novelesco, en el que hay tensión, humor y drama, pero además la intencionalidad nada oculta de hacernos copartícipes de todo aquello: como si esas vidas se desarrollaran entre cuatro paredes de vidrio y a través de una especie de vitrina fuésemos todos testigos privilegiados de lo que allí acontece. Además, como si aquello fuera poco, habrá quienes sientan desde su lectura en el diván, que han pagado por la entrada a una muy especial obra de teatro, y perciban con alegría creciente cómo se despliega ante sus ojos la representación de la vida en sus más conspicuas aristas, y en sus más inesperados giros copernicanos.

Los personajes de este singular libro (no en vano inaugura la colección singulares de Drácena) son seres como cualquiera de nosotros, sin grandes prosopopeyas ni intereses universales comunes. Un hombre y una mujer que hacen vida en pareja, con familias a las cuales deben atender y recurrir, con amigos que los contextualizan y los interpelan; con intereses personales que los empujan a actuar. A pesar de lo dicho, ella es una mujer independiente, ejecutiva, que gana suficiente dinero, que tiene importantes contactos y debe viajar permanentemente al interior del país y al extranjero para atender sus obligaciones profesionales. Él, en cambio, es un hombre entregado por entero a su papel de amante sin papeles (ergo, de mantenido), que supedita sus pulsiones interiores y sus propias ansias a los caprichos de ella. Ambos llevan una vida social activa, aunque prefieran la intimidad, y luchan con desenfado para no atarse a la vieja usanza, para disfrutar de sus momentos sin los clichés propios de una sociedad en transición, que exige sus cuotas y establece sus propias normas. Ellos se saben diferentes, en origen y en formación, pero tienen como punto en común un mundo que se abre sin los viejos atavismos, y que aguarda por un cambio que muy pronto irrumpirá en el contexto de la familia (como noción tradicional), para hacerla pedazos.

Los cuadernos de un amante ocioso parecieran a simple vista retazos de una vida en pareja, como meras anécdotas que se tocaran desde lo tangencial, pero para nuestro asombro, y como un puzle que busca articular lo diverso con aspiraciones de totalidad y de conjunto, hay ejes que los atraviesan de comienzo a fin, que los empujan en su propia dinámica, que los aglutinan hasta hacerse parte y todo de una misma meta. Esos ejes son sin duda alguna el fino humor que los impregna para el deleite del lector; la paradoja que se maneja con sagacidad para conjuntar lo disjunto; la ironía como latiguillo de la inteligencia y del intelecto; el movimiento de los autodenominados “indignados”, que trajo consigo inquietud social y política, no solo en España sino en otro países de Europa y hasta en América; parte de la historia contemporánea de España que en este libro no es solo un telón de fondo, sino también un motor que dinamiza algunos hechos y circunstancias y, finalmente, la crítica frente a lo establecido (el establishment propio de un país y de un continente que se abren con fuerza inusitada a comienzos de este siglo).

Mucho hay por decir de este grato libro de Gastón Segura, que a pesar de ser un autor que gusta del cultismo, y de los exquisitos juegos del intelecto, se muestra aquí como un prosista lúcido y aventajado, deseoso de auscultar los latidos de su tiempo histórico, que se sumerge en las honduras del sentir y del pensar generacional, pero que no deja de mirar al futuro como punto de referencia de un mundo todavía incierto.

rigilo99@gmail.com
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