Diálogo Interreligioso: Clave para la paz
El hombre no debe caer en el engaño de creerse omnipotente, a imagen de un petit Dieu como lo reseña Leibniz y rescata Xavier Zubiri; sino que debemos acercarnos al “sentido de la responsabilidad fraterna”
En este mes de abril cuando se celebran simultáneamente la Semana Santa de los cristianos, Pésaj o Pascua judía y el Ramadán de los musulmanes, es propicio reflexionar sobre la necesidad e importancia del diálogo interreligioso, particularmente bajo la premisa del teólogo y sacerdote católico suizo Hans Küng, que “No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones. No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones”. La religión sin lugar a dudas entraña una cosmovisión, una ética, una formación y una actitud frente a la vida en el ser humano. Grandes filósofos como San Agustín, Avicena, Santo Tomás de Aquino, Maimónides, Hegel, Kierkegaard, Hume, entre muchos otros, han reflexionado sobre el sentido, papel y sustento de la religión.
Son diversos los temas que aborda S.S Papa Francisco en la encíclica Fratelli Tutti; en el capítulo primero, las sombras de un mundo cerrado, plantea la integración que podemos aseverar parecía el vector geopolítico histórico de la nueva configuración del sistema internacional, citando ejemplos como la Unión Europea o los esfuerzos por la integración latinoamericana; “Pero la historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos” (Papa Francisco, 2020, párrafo 11); los recientes acontecimientos en el panorama internacional, especialmente en Ucrania, denotan la vigencia de esta reflexión, y se suma a esta suerte de “guerra mundial a trozos” que estamos viviendo, irónicamente, en paralelo a la penetración cultural de una especie de “deconstruccionismo”, donde “la libertad humana pretende construirlo todo desde cero.” (Papa Francisco, 2020, párrafo 13)
Realmente muchas veces parece que el pensamiento posmoderno marca las ambiciones intelectuales y analíticas de la actualidad, en especial bajo los preceptos foucaultianos de la microfísica del poder y de la deconstrucción, tesis de Derrida, que tienden hacia la destrucción de la conciencia histórica.
El mundo de hoy frecuentemente deslegitima todo lo pasado, todo dogma, toda creencia, todo marco histórico, todo principio y marco de historia e historicidad, bajo la falaz promesa de construir todo desde cero, ignorando que la historia, en especial el pasado, y en especial nuestra actitud ante el pasado como lo plantearía Zubiri, persiste en nosotros con manifestaciones constantes en la idiosincrasia, en las leyes, en lo cultural, en lo social, y en definitiva en nuestra cotidianeidad.
En un mensaje dirigido especialmente a los jóvenes, el Papa Francisco nos advierte que «Si una persona les hace una propuesta y les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y que sólo miren el futuro que ella les ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con su propuesta para que solamente hagan lo que ella les dice? Esa persona los necesita vacíos, desarraigados, desconfiados de todo, para que sólo confíen en sus promesas y se sometan a sus planes. Así funcionan las ideologías de distintos colores, que destruyen —o de-construyen— todo lo que sea diferente y de ese modo pueden reinar sin oposiciones. Para esto necesitan jóvenes que desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha precedido»” (Papa Francisco, 2020, párrafo 13)
Ciertamente en este momento histórico concreto debemos, unidos en la diversidad, reflexionar sobre la necesidad histórica de construir un “nosotros” que no mire diferencias raciales, religiosas, o culturales, donde los seres humanos seamos fines y no medios como lo planteaba Kan, en un esfuerzo conjunto y también global por parte de los diferentes agentes que conforman la sociedad, para redireccionar el rumbo de una sociedad marcada por el conflicto y miedo. “Las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad.” (Papa Francisco, 2020, párrafo 271), porque “«la razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad.” (Papa Francisco, 2020, párrafo 272). La polarización y la ira que marca hoy la política mundial, no son meros accidentes, sino que enmascaran la negación de la dignidad trascendente de la persona humana, sujeto natural que va más allá del individuo, el grupo, la clase social, ni la nación o el Estado, y que se valen de una conciencia humana anestesiada para su desarrollo.
El hombre no debe caer en el engaño de creerse omnipotente, a imagen de un petit Dieu como lo reseña Leibniz y rescata Xavier Zubiri; sino que debemos acercarnos al “sentido de la responsabilidad fraterna”, para no caer en una historia que se repite; finalmente, creo prudente citar estas palabras de Papa Francisco: “El Occidente podría encontrar en la civilización del Oriente los remedios para algunas de sus enfermedades espirituales y religiosas causadas por la dominación del materialismo. Y el Oriente podría encontrar en la civilización del Occidente muchos elementos que pueden ayudarlo a salvarse de la debilidad, la división, el conflicto y el declive científico, técnico y cultural. (…) Un país que progresa desde su original sustrato cultural es un tesoro para toda la humanidad. Necesitamos desarrollar esta consciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie. (Papa Francisco, 2020, párrafo 136-137).
Les deseo a todos una Santa Pascua, Feliz Pésaj, Ramadan Mubarak.
Dylanjpereira01@gmail.com
Son diversos los temas que aborda S.S Papa Francisco en la encíclica Fratelli Tutti; en el capítulo primero, las sombras de un mundo cerrado, plantea la integración que podemos aseverar parecía el vector geopolítico histórico de la nueva configuración del sistema internacional, citando ejemplos como la Unión Europea o los esfuerzos por la integración latinoamericana; “Pero la historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos” (Papa Francisco, 2020, párrafo 11); los recientes acontecimientos en el panorama internacional, especialmente en Ucrania, denotan la vigencia de esta reflexión, y se suma a esta suerte de “guerra mundial a trozos” que estamos viviendo, irónicamente, en paralelo a la penetración cultural de una especie de “deconstruccionismo”, donde “la libertad humana pretende construirlo todo desde cero.” (Papa Francisco, 2020, párrafo 13)
Realmente muchas veces parece que el pensamiento posmoderno marca las ambiciones intelectuales y analíticas de la actualidad, en especial bajo los preceptos foucaultianos de la microfísica del poder y de la deconstrucción, tesis de Derrida, que tienden hacia la destrucción de la conciencia histórica.
El mundo de hoy frecuentemente deslegitima todo lo pasado, todo dogma, toda creencia, todo marco histórico, todo principio y marco de historia e historicidad, bajo la falaz promesa de construir todo desde cero, ignorando que la historia, en especial el pasado, y en especial nuestra actitud ante el pasado como lo plantearía Zubiri, persiste en nosotros con manifestaciones constantes en la idiosincrasia, en las leyes, en lo cultural, en lo social, y en definitiva en nuestra cotidianeidad.
En un mensaje dirigido especialmente a los jóvenes, el Papa Francisco nos advierte que «Si una persona les hace una propuesta y les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y que sólo miren el futuro que ella les ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con su propuesta para que solamente hagan lo que ella les dice? Esa persona los necesita vacíos, desarraigados, desconfiados de todo, para que sólo confíen en sus promesas y se sometan a sus planes. Así funcionan las ideologías de distintos colores, que destruyen —o de-construyen— todo lo que sea diferente y de ese modo pueden reinar sin oposiciones. Para esto necesitan jóvenes que desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha precedido»” (Papa Francisco, 2020, párrafo 13)
Ciertamente en este momento histórico concreto debemos, unidos en la diversidad, reflexionar sobre la necesidad histórica de construir un “nosotros” que no mire diferencias raciales, religiosas, o culturales, donde los seres humanos seamos fines y no medios como lo planteaba Kan, en un esfuerzo conjunto y también global por parte de los diferentes agentes que conforman la sociedad, para redireccionar el rumbo de una sociedad marcada por el conflicto y miedo. “Las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad.” (Papa Francisco, 2020, párrafo 271), porque “«la razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad.” (Papa Francisco, 2020, párrafo 272). La polarización y la ira que marca hoy la política mundial, no son meros accidentes, sino que enmascaran la negación de la dignidad trascendente de la persona humana, sujeto natural que va más allá del individuo, el grupo, la clase social, ni la nación o el Estado, y que se valen de una conciencia humana anestesiada para su desarrollo.
El hombre no debe caer en el engaño de creerse omnipotente, a imagen de un petit Dieu como lo reseña Leibniz y rescata Xavier Zubiri; sino que debemos acercarnos al “sentido de la responsabilidad fraterna”, para no caer en una historia que se repite; finalmente, creo prudente citar estas palabras de Papa Francisco: “El Occidente podría encontrar en la civilización del Oriente los remedios para algunas de sus enfermedades espirituales y religiosas causadas por la dominación del materialismo. Y el Oriente podría encontrar en la civilización del Occidente muchos elementos que pueden ayudarlo a salvarse de la debilidad, la división, el conflicto y el declive científico, técnico y cultural. (…) Un país que progresa desde su original sustrato cultural es un tesoro para toda la humanidad. Necesitamos desarrollar esta consciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie. (Papa Francisco, 2020, párrafo 136-137).
Les deseo a todos una Santa Pascua, Feliz Pésaj, Ramadan Mubarak.
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