En los últimos años se han producido en el mundo grandes movimientos de personas: refugiados, desplazados y emigrantes.

Los refugiados cruzan las fronteras Internacionales y los desplazados permanecen en sus mismos países pero en otras zonas, quizás los motivos de su movilización sean similares.

Los emigrantes salen de sus países de manera voluntaria, en su mayoría con documentos de identificación válido.

Para el 2020 el equivalentes al 3,5% de la población mundial había emigrado es decir 281 millones de personas aproximadamente. Hasta finales de 2021 hubo entre refugiados y desplazados aproximadamente 85 millones.

Estados Unidos acoge casi al 20% de los emigrantes del mundo.

La emigración será determinante en los cambios demográficos de algunos países y allí hay que meter la lupa porque los cambios pueden implicar un choque, nadie quiere abandonar su pasado, costumbres y religión.

Lo que vemos es algunos sitios de Europa por ejemplo en el mundo musulmán, cuando emigran pretenden que el entorno se adapte a ellos. Paradójicamente exigen tener mezquitas cuando en sus lugares de origen no hay libertad de cultos. Se quejan de una “Islamofobia” que sí existe pero que solo se les puede imputar a ellos, pues si no luchan por identificar a los que se radicalizan, los denuncian y expulsan de sus congregaciones seguirán siendo cómplices de todos los atentados que ese pequeño porcentaje produce.

La ONU, en materia de emigrantes, se limita a generar estadísticas muchas de ellas tomadas de gobiernos mentirosos, así como de elaborar pactos para tratar a los refugiados y talleres burocráticos, con la finalidad llenar paginas de informes, actúan con una hipocresía que raya en lo criminal pues no aportan soluciones.

La inmigración tiene que ser controlada y rigurosamente vigilada. Obviamente no deben de ser abandonados los que más sufren en distintas latitudes pues esa gente tiene su desgracia, la tarea debe estar dirigida a buscar el generar condiciones de vida aceptables en esos países.

Los países tienen derecho a cerrar sus fronteras o ser selectivos en las personas a las que quieren recibir, sin embargo la izquierda mundial, la que produce la miseria y la exporta, tilda de xenófobos a los que no aceptan sus imposiciones.

Los migrantes tienen que ser seleccionados de manera que puedan generar contribuciones socioculturales, cívico-políticas y económicas, recordando que serán agentes de cambio para bien o para mal. La inclusión no se puede dar cuando hay diferencia de formación cultural y religiosa.

Definitivamente no hay mejor emigración que la latinoamericana, a los números me remito, España tiene una deuda histórica que cumplir con ellos, pero saben que solo los que llegan por pateras, serán cautivos votantes y eso perjudica a los más preparados.

Hay que reflotar a la América Latina pero paralelamente no se les puede cerrar las puertas para que  aporten en otros  países.

Recibir a muchos de los venezolanos que se han marchado es un lujo y esos talentos si que marcaran en positivo a las sociedades que les están abriendo las puertas.