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El aro y la trama

En la familia “matricentrada” no hay realmente un padre, “aún en el caso de que esté físicamente presente. Su ausencia consiste en que no ejerce ninguna función familiar”. Allí la madre es el “punto de confluencia y de producción de los vínculos”...

  • ÁLVARO MONTENEGRO FORTIQUE

14/02/2022 05:04 am

El recordado padre salesiano Alejandro Moreno, un erudito con calificaciones académicas impresionantes, investigó exhaustivamente el “mundo de vida”, como él le llamaba, de las clases populares venezolanas. Cuando le conocí en su oficina del Centro de Investigaciones Populares en la avenida Rómulo Gallegos de Caracas, me comentó que había vivido más de 30 años en un barrio caraqueño. Su conocimiento de la realidad popular venezolana era mucho más que teórico; estaba rodeado de vivencias muy intensas que dotaban a sus investigaciones académicas de una crudeza inigualable.

El padre Moreno, psicólogo con un doctorado en Ciencias Sociales de la UCV, escribió a principios de la década de los años 90 un libro titulado El aro y la trama, en el cual analizó cómo se desenvuelven las relaciones humanas y los vínculos afectivos en los estratos sociales menos favorecidos de Venezuela. Esta obra recoge los resultados de 12 años de investigación, en los cuales estableció metodológicamente a la episteme como una manera de conocer la realidad, y a la hermenéutica como método para acceder al conocimiento de una episteme.

Con esa técnica en mano, este agudo investigador social comienza su trabajo definiendo a la episteme y haciendo un recorrido por el mundo de vida feudo–aristocrático, para desembocar en el discurso paradigmático de Santo Tomás de Aquino, y en el discurso religioso. Lutero, Ignacio de Loyola, y el Concilio de Trento, salen a relucir con sus propuestas. De allí el padre Moreno nos lanza a la modernidad, con René descartes, Francis Bacon, Galileo, y Thomas Hobbes. Estas reflexiones desembocan en las trampas de la libertad, y en lo que él llama la crisis de la episteme moderna, para caer en los temas que más nos interesan como la búsqueda de la “relación ausente”, y el mundo de vida popular en Venezuela.

El padre Moreno nos transporta en esa secuencia tan lógica, a la reflexión de sus investigaciones sobre la familia popular venezolana. El resultado es fascinante: El único centro de la familia, vista como un espacio privilegiado e inevitable de revelación, es la madre. Por eso acuña el término de “matricentrismo”, para definir esa relación madre–hijos que encontró preponderante como forma cultural de la familia popular. Nos llama la atención el investigador, para recordarnos que “la familia andina parece obedecer a otro modelo”. “La diferencia está en que en los estados andinos predomina la familia constituida por una pareja (padre y madre) y los hijos”.
 
En la familia “matricentrada” no hay realmente un padre, “aún en el caso de que esté físicamente presente. Su ausencia consiste en que no ejerce ninguna función familiar”. Allí la madre es el “punto de confluencia y de producción de los vínculos”, de un modelo cultural que se observa en todas las estructuras sociales. Pero no significa que la madre se imponga en la familia. No son matriarcados lo que las investigaciones del padre Moreno develaron, son “matricentrados”. En la familia matricentrada la madre su tiene poder, dice Moreno, pero eso no la define.

La madre popular venezolana aparece en El aro y la trama como una madre sin pareja. Eso quiere decir que “las necesidades básicas de la mujer, cuya satisfacción ordinariamente se espera estén en la pareja, no tienen solución de satisfacción por esa vía”. Por eso la mujer orienta la satisfacción de su frustración hacia el hijo. En ese hijo, nos asegura Moreno, la mujer encuentra la solución a sus necesidades de afecto sólido y prolongado, de protección, reconocimiento, aceptación, dignidad, seguridad, y hasta económicas cuando el niño crece y trabaja. Esa es la trama de la existencia. Está compuesta por las intrincadas relaciones madre – hijos. El aro es la mujer – madre, centro afectivo de la familia. La “madredad” define a la mujer, afirma el padre Moreno. Allí se difumina la figura de mujer, para quedar solamente la imagen de la madre.

El hijo varón crece desde niño en una trama de necesidad. Necesidad que tiene la madre, porque es la “única posibilidad de realización en su humanidad”. El padre Moreno asevera que “El varón de nuestro pueblo nunca se vivencia como hombre, siempre como hijo. Esa es su identidad. No hay hombres, hay solo hijos”.
 
En cambio, la hija hembra perpetúa a la madre. Así aparece la madre-abuela, que siempre puede mantener un rol predominante en la familia. “La maternidad nunca termina, ni tiene límites en el tiempo o en el espacio”, declara el padre Moreno. Sin embargo, la hija hembra tiene claro que al crecer ella también se convertirá en una mujer-madre, y que cuando eso suceda la relación más fuerte de su trama será de la de madre-hijos. Ella se convertirá en otro aro de la trama, en esa familia matricentrada.
 
Las valiosísimas investigaciones del padre Alejandro Moreno nos indican que la familia popular venezolana está formada por una trama muy interesante de afectos, unidos por un aro central llamado madre. Muy probablemente, en alguna medida esta realidad se puede proyectar a todas las familias donde el papá esté ausente, física o emocionalmente. Pensemos en ello.

alvaromont@gmail.com

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