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La energía del campo

Como sea que el campo sin energía no produce como debe y que la energía más cara resulta en mayores costos, el alza de combustibles debería ser juiciosa

  • PEDRO E. PIÑATE B.

18/11/2021 05:00 am

La agricultura es un sector que requiere mucha energía y así lo recuerda la FAO este noviembre 2021 en su reporte bianual de Perspectivas de Alimentos: “Absorbe altas cantidades de energía, ya sea directamente a través del petróleo, el gas natural y el uso de la electricidad o, indirectamente, utilizando agroquímicos, como fertilizantes, pesticidas y lubricantes (…) También se requiere energía para fabricar ingredientes de alimentación (…) Cuando se trata de procesamiento de alimentos, el precio de la energía se presenta en gran medida en el calendario de costos…, la conservación y la refrigeración de muchos productos alimenticios perecederos. Los mayores precios de la energía también llevarán a mayores costos de transporte, distribución y minoristas, lo que se reflejará nuevamente en los precios del consumidor.”

En el caso de Venezuela, la disponibilidad y costo de la energía del campo es hoy por hoy entre los primeros factores limitantes a su desarrollo. Si bien hasta reciente la energía del campo fue subsidiada por el Estado (mayormente electricidad, combustibles y aceites, y fertilizantes) y exceptuando la electricidad que por falta o falla frecuente del servicio rural obligaba y obliga la inversión y gasto en costosas plantas eléctricas para las fincas y agroindustrial, la energía no tenía mayor consideración en los costos de producción agropecuaria pero sí en la agroindustrial.

Con la debacle actual, precedido del racionamiento en los estados fronterizos que nunca detuvo el contrabando de extracción por gandolas de la corrupción oficial, la escasez y mayor costo nacional de los combustibles, ha tenido, tiene y tendrá gran impacto en los costos de la producción agroalimentaria. Primero por la producción potencial que no se realiza por falta de combustibles y electricidad. Segundo por las pérdidas de la producción intermitente y/o reducida por el suministro inseguro y discontinuo. En tercer lugar por el mayor costo energético de la producción vendida en fincas y procesada en las agroindustrias, cuyo transporte, distribución y comercialización, añade también costo de energía, todo lo que se traduce en mayores precios de alimentos al consumidor.

Como sea que el campo sin energía no produce como debe y que la energía más cara resulta en mayores costos, el alza de combustibles debería ser juiciosa.

ppinate@gmail.com

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