Lo que esta ocurriendo en Afganistán no puede caer en el olvido. En unos pocos días las cámaras seguramente mirarán hacia otro lado al producirse algún fenómeno natural, una tragedia, u otra incidencia en el mundo que distraiga la atención.

Para "la primera potencia”, por ahora, esto es un auténtico bochorno, un gran fracaso que generará graves consecuencias en el mundo occidental.

La diplomacia estadounidense no puede seguir en manos de aquellas personas que piensan que el mundo es un ABC, quienes no logran entender que lo del Medio Oriente no es un conflicto originado por territorios, sino un tema cultural, ideológico y religioso: es el enfrentamiento entre Oriente y Occidente.

El Imperio Otomano duró más de 600 años y su estabilidad no se debía precisamente a la existencia del monarca, o, a su autosuficiencia, su poderío militar y económico, ni por el gran control territorial que ejercía, incluyendo en los mares : ¡No señor! El Imperio Otomano pudo sostenerse gracias a que el Sultán de turno tenía sentido común y no intentaba controlar de manera directa los espacios; se unía a los poderosos de las tribus y, a través de ellos ejercía su control, pero pareciera ser que, en Estados Unidos esas historias resultan de ficción.

Hacer la guerra en arena movediza, como lo es el Medio Oriente, tiene un solo resultado: el fracaso; la misma película de Afganistán, es la que los gringos vivieron en Irán, Vietnam y en todos los países donde se han metido.

Haber sacado a Kadafi y a Sadam Husein han sido errores garrafales, pues con ellos se hubiese logrado muchísimo más. Los terroristas no están interesados en Mc. Donalds, Publix, Walgreen, los Yanquis de Nueva York, o en el Super Bowl; para ellos el rock’n’roll, la música clásica, las baladas y demás son simples ruidos. Sus oídos sólo están acostumbrados a las melodías del Corán y su vida está condicionada al efecto Pavlov: acción y reacción.

Pues bien, hoy, visto lo visto, estoy más que convencido de que Venezuelakistán tiene que ser mucho más importante que Afganistán y que Estados Unidos tiene que aceptar que su mirada lógica y su futuro está en América Latina. Hay que dejar de despreciar a nuestra gente, hay que entender que EEUU se ha fortalecido también, gracias a nuestros científicos, deportistas, industriales, artistas y toda la fuerza laboral. Hay que reposicionarse en América Latina y generar condiciones de vida adecuadas para salvar a los millones que pueden lograr que el imperio no se caiga.

Es urgente retornar al mundo bipolar y para eso hay que atraer a los rusos levantando de manera inmediata todas las sanciones, reconvirtiéndolos en un jugador fuerte en Asia y en el Medio Oriente. Hay que mimar, consentir y apoyar de manera irrestricta al más confiable de los aliados en el Medio Oriente: Israel. Hay que reforzar los Acuerdos de Abraham, de lo contrario habrá un debilitamiento en el ejercicio hegemónico y, ahora, con la pandemia, hay muestras del mal momento que atraviesa el gigante.

Por lo pronto “Venezuelakistán”con más atención y muy poca inversión, pudiera dar mejores dividendos.

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