Tal como escribió el inmortal Dumas, “el primer tesoro de todos es la vida”. De allí que en estos tiempos aciagos de pandemia, crisis mundial y debacle nacional que nos afectan profundamente, toca a todos sacar fuerza espiritual de nuestro interior y llamarnos a la alegría de vivir. Solo así podremos superar en lo individual y colectivo, estos avatares que el destino desafiante nos presenta, recordando que la vida desde que nacemos, es una de brega, de trabajo, para lograr cada quién sus metas y contribuir a un país y mundo mejor. El mundo moderno es uno muy complicado, y así como la economía y la política han venido de tras pies, no estando hoy exento país alguno de graves problemas, para el ciudadano común invocar la alegría de vivir es la mejor actitud plena de esperanza.

“La esperanza, cuál vacilante llama de un cirio, adorna y alegra el camino; y cuánto más oscura se hace la noche, emite un rayo más brillante”, escribió Goldsmith según cita el gran escritor Sir Walter Scott en su novela Quintín Durward, ese clásico de lectura obligada de nuestra juventud. Así que si la esperanza brilla, nadie por muy afligido, golpeado, descorazonado, debería perderla de vista. Ella está ahí y brilla para todos sin mezquindades. Es parte esencial de la vida y alumbra el camino a despejar de las tribulaciones que puedan afectarnos.

De cara al país y mundo libre y seguro en que queremos vivir, para ello debemos parar de sufrir. Es el mundo imperfecto por naturaleza y la utopía de su perfección bien se sabe milenaria. Interesantemente, el hombre no para en hacer un mundo mejor pues de lo que se trata es alcanzar y mantener el bienestar común como el individual. Sin embargo los países no están exentos de graves y permanentes conflictos que se generan por la maldad, cuyo único antídoto son los hombres y mujeres buenos, dispuestos a salirle al paso y detenerla, con sin igual coraje y determinación.

En el caso de nuestra Venezuela no hay duda que la lucha del bien contra el mal es ineludible hasta superarlo. En ello toca al liderazgo emergente de la nación ejecutar sus mejores lides y estrategias en los términos que sean necesarias, sin descanso y con perseverancia. El yugo de ideario Castro-comunista que nos oprime y ha obligado a 6 millones de compatriotas a emigrar, debe cesar. La patria legado de nuestros libertadores que fue ganada a sangre y fuego, debe ser de nuevo liberada. Para ello los venezolanos libertarios debemos resistir y luchar hasta vencer todo el tiempo que sea necesario. El mal y sus agentes nacionales y extranjeros que han oprimido, saqueado y arruinado nuestra nación, han de ser derrotados. Solo así podrá construirse una nueva Venezuela libre y de los venezolanos, donde nada ni nadie vuelva a quitarnos la alegría de vivir, con que Dios nos bendice a todos.

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