Caracas.- El chavismo debería considerar con seriedad la nueva situación política del país, post 23E, y revisar su posición. Haciendo chistes y ridiculizándola, muestra una vez más la distancia entre su percepción y la realidad. En el discurso frente a la ANC, el gobierno presentó cifras de progreso, pobreza y desempleo que son fácilmente contrastables con la realidad de un país con 50% de recesión acumulada. También prometió imposibles (en estas condiciones), como rescatar las empresas básicas y levantar la producción petrolera a 5 millones sin un atisbo de autocrítica, como para que la gente, los presentes allí, y los que escuchan y leen de afuera, puedan generar una cierta empatía. Ahora, con el tema Guaidó y la estrategia agresiva de EEUU para reconocerlo y hacer que lo reconozcan, como Presidente, está haciendo lo mismo: lo ignora, lo ridiculiza y no le reconoce el nuevo peso real que comenzó a adquirir. No reconoce que el juego cambió y que cambiará más. Hasta ahora no había tenido necesidad real de negociar pues la oposición no tenía nada que ofrecerle, y sí mucho para pedirle. Pero eso ya cambió. En su plato de la balanza, JG sumó, en muy poco tiempo, una fuerza en el exterior que el chavismo en sus 20 años y millones de dólares invertidos, nunca pudo lograr. Además, de cara adentro, logró, aun en contra de otros dirigentes, alinear a ese 70% de opositores que no tenía quien lo guíe, pues desconfiaba de los partidos.