La soberanía textil se teje con producción comunal
Estrategias / Desarrollo con articulación de diversas unidades productivas. Materia prima y confección hacia una menor dependencia de factores externos
EL UNIVERSAL
El reciente avance del Circuito Económico Comunal Textil del estado Miranda consolida los llamados modelos económicos alternativos que priorizan la autogestión y la satisfacción de las necesidades locales.
En los últimos días se informó cómo voceras de este circuito impulsan el proceso de transformación de la fibra de algodón en la empresa Royal Tex, con el objetivo de producir telas para los uniformes escolares del ciclo 2025-2026.
“No es solo un tema logístico; es un símbolo de la transición de una economía meramente consumidora a una con capacidad productiva arraigada en el Poder Popular”, explican con esta estructura.
Este circuito, conformado por 72 unidades productivas distribuidas en 36 comunas a lo largo y ancho del estado Miranda, ha evolucionado de la simple confección a la producción integral, marcando un camino hacia la soberanía textil y un abastecimiento pleno menos dependiente de los vaivenes de los mercados externos.
Empoderamiento comunal
La meta desde el alto Gobierno detalla que los circuitos comunales tracen una estrategia de desarrollo endógeno donde la articulación de diversas unidades productivas comunales, desde la producción de materia prima hasta la confección, integren un tejido social y económico local.
Expertos en la materia dicen que la clave de este modelo radica en la concepción de un sistema interconectado donde cada etapa del proceso productivo se gestiona dentro del ámbito comunitario.
La transición de "solo coser uniformes escolares a producir sus propias telas desde el trabajo en el campo" subraya una visión estratégica que busca controlar la cadena de valor en su totalidad. Este enfoque no solo optimiza costos y tiempos, sino que también fomenta el desarrollo de habilidades y el empoderamiento de las comunidades involucradas.
Al integrar a 36 comunas en los diversos ejes geográficos de Miranda, se promueve una distribución equitativa de la actividad económica y se fortalece la cohesión social a través de la colaboración y el propósito compartido. La visita a Royal Tex impulsa el conocimiento técnico y las capacidades necesarias para consolidar esta nueva fase productiva.
La directora general de Proyectos de Innovación del viceministerio de Economía Comunal, Aura Batista, destacó que esta experiencia de hacer sus propias telas para la elaboración de uniformes le da un salto cualitativo a su producción: “Ya no se limitan a comprar telas y coser, sino a producir esas telas con inversión en el campo”. Asimismo, agregó que con esta experiencia “generamos producción nacional y elevamos la conciencia económica del pueblo”.
Autonomía textil
La iniciativa mirandina demuestra el potencial de la economía comunal para satisfacer necesidades básicas esenciales, como el vestuario escolar, a través de la autogestión de la cadena productiva. Este modelo promueve la soberanía económica al reducir la vulnerabilidad ante las fluctuaciones y condicionamientos de los mercados internacionales.
La dependencia de importaciones para un bien tan fundamental como los uniformes escolares expone a la población a factores externos incontrolables, como las variaciones de precios, las políticas comerciales de otros países y las crisis globales.
La vocera Beatriz Cordero explicó que en el año “2024 recibimos un capital semilla que decidimos destinar para cosechar el algodón del circuito económico comunal del algodón de Sabaneta de Barinas, que pasaba por una crisis. No tenían recursos para cosechar el algodón y en el circuito económico comunal textil del estado Miranda aportamos el dinero para hacerlo”.
Huella ecológica
Al construir una capacidad productiva local y comunitaria, Miranda sienta las bases para un abastecimiento más seguro, estable y adaptado a sus propias necesidades. La producción de telas a partir del trabajo en el campo cierra el ciclo, conectando la tierra con la vestimenta y generando un impacto positivo en múltiples niveles: desde la creación de empleo local hasta la reducción de la huella ecológica asociada al transporte de mercancías a larga distancia.
“Este avance no solo garantiza la disponibilidad de uniformes para el próximo año escolar, sino que también sienta un precedente para la expansión de este modelo a otros sectores, fortaleciendo la resiliencia económica de la región y avanzando hacia un modelo de desarrollo más autónomo y sostenible”, detallan.
A un año de esa inversión y articulación con circuitos económicos comunales, las telas que resultarán de este algodón, “que le sumará un 60% de poliéster se estima que producirán un total de 75 mil piezas escolares: monos, franelas y chemises; que se distribuirán en las escuelas públicas de los puntos y círculos de las comunas a las que pertenecen las unidades productivas de este circuito”.
Este ejemplo ofrece lecciones importantes para otras regiones y sectores que buscan fortalecer su autonomía y garantizar el bienestar de su población a través de la autogestión y la economía comunal.
Vaivenes y costos en la Industria que se solventan
La industria textil mundial, un sector históricamente dinámico y fundamental para la economía global, se caracteriza por una compleja interacción de altibajos y una constante presión sobre los costos de producción. Desde las fluctuaciones en la demanda del consumidor y los precios de las materias primas hasta los cambios en las regulaciones y la creciente conciencia sobre la sostenibilidad, el sector textil navega por un entorno desafiante que impacta directamente en su rentabilidad y su futuro.
Uno de los principales altibajos que enfrenta la industria textil es la volatilidad de la demanda. Las tendencias de la moda, los ciclos económicos y los eventos globales pueden generar picos y caídas abruptas en el consumo de textiles y prendas de vestir. Por ejemplo, la pandemia de Covid-19 provocó una disminución significativa en la demanda de ciertos tipos de ropa debido a los confinamientos y al cambio en los hábitos de consumo, mientras que la demanda de textiles médicos experimentó un aumento repentino.
Esta imprevisibilidad obliga a las empresas a ser ágiles y a adaptar sus estrategias de producción y gestión de inventario para evitar pérdidas significativas.
Otro factor crucial que genera altibajos es la fluctuación en los precios de las materias primas, el algodón, las fibras sintéticas y otros materiales esenciales para la producción.
"Ya no es solo comprar telas y coser, sino producir esas telas con inversión en el campo, generando producción nacional y elevando la conciencia económica del pueblo”
AURA BATISTA
Directora de Proyectos de Innovación de Economía Comunal
El reciente avance del Circuito Económico Comunal Textil del estado Miranda consolida los llamados modelos económicos alternativos que priorizan la autogestión y la satisfacción de las necesidades locales.
En los últimos días se informó cómo voceras de este circuito impulsan el proceso de transformación de la fibra de algodón en la empresa Royal Tex, con el objetivo de producir telas para los uniformes escolares del ciclo 2025-2026.
“No es solo un tema logístico; es un símbolo de la transición de una economía meramente consumidora a una con capacidad productiva arraigada en el Poder Popular”, explican con esta estructura.
Este circuito, conformado por 72 unidades productivas distribuidas en 36 comunas a lo largo y ancho del estado Miranda, ha evolucionado de la simple confección a la producción integral, marcando un camino hacia la soberanía textil y un abastecimiento pleno menos dependiente de los vaivenes de los mercados externos.
Empoderamiento comunal
La meta desde el alto Gobierno detalla que los circuitos comunales tracen una estrategia de desarrollo endógeno donde la articulación de diversas unidades productivas comunales, desde la producción de materia prima hasta la confección, integren un tejido social y económico local.
Expertos en la materia dicen que la clave de este modelo radica en la concepción de un sistema interconectado donde cada etapa del proceso productivo se gestiona dentro del ámbito comunitario.
La transición de "solo coser uniformes escolares a producir sus propias telas desde el trabajo en el campo" subraya una visión estratégica que busca controlar la cadena de valor en su totalidad. Este enfoque no solo optimiza costos y tiempos, sino que también fomenta el desarrollo de habilidades y el empoderamiento de las comunidades involucradas.
Al integrar a 36 comunas en los diversos ejes geográficos de Miranda, se promueve una distribución equitativa de la actividad económica y se fortalece la cohesión social a través de la colaboración y el propósito compartido. La visita a Royal Tex impulsa el conocimiento técnico y las capacidades necesarias para consolidar esta nueva fase productiva.
La directora general de Proyectos de Innovación del viceministerio de Economía Comunal, Aura Batista, destacó que esta experiencia de hacer sus propias telas para la elaboración de uniformes le da un salto cualitativo a su producción: “Ya no se limitan a comprar telas y coser, sino a producir esas telas con inversión en el campo”. Asimismo, agregó que con esta experiencia “generamos producción nacional y elevamos la conciencia económica del pueblo”.
Autonomía textil
La iniciativa mirandina demuestra el potencial de la economía comunal para satisfacer necesidades básicas esenciales, como el vestuario escolar, a través de la autogestión de la cadena productiva. Este modelo promueve la soberanía económica al reducir la vulnerabilidad ante las fluctuaciones y condicionamientos de los mercados internacionales.
La dependencia de importaciones para un bien tan fundamental como los uniformes escolares expone a la población a factores externos incontrolables, como las variaciones de precios, las políticas comerciales de otros países y las crisis globales.
La vocera Beatriz Cordero explicó que en el año “2024 recibimos un capital semilla que decidimos destinar para cosechar el algodón del circuito económico comunal del algodón de Sabaneta de Barinas, que pasaba por una crisis. No tenían recursos para cosechar el algodón y en el circuito económico comunal textil del estado Miranda aportamos el dinero para hacerlo”.
Huella ecológica
Al construir una capacidad productiva local y comunitaria, Miranda sienta las bases para un abastecimiento más seguro, estable y adaptado a sus propias necesidades. La producción de telas a partir del trabajo en el campo cierra el ciclo, conectando la tierra con la vestimenta y generando un impacto positivo en múltiples niveles: desde la creación de empleo local hasta la reducción de la huella ecológica asociada al transporte de mercancías a larga distancia.
“Este avance no solo garantiza la disponibilidad de uniformes para el próximo año escolar, sino que también sienta un precedente para la expansión de este modelo a otros sectores, fortaleciendo la resiliencia económica de la región y avanzando hacia un modelo de desarrollo más autónomo y sostenible”, detallan.
A un año de esa inversión y articulación con circuitos económicos comunales, las telas que resultarán de este algodón, “que le sumará un 60% de poliéster se estima que producirán un total de 75 mil piezas escolares: monos, franelas y chemises; que se distribuirán en las escuelas públicas de los puntos y círculos de las comunas a las que pertenecen las unidades productivas de este circuito”.
Este ejemplo ofrece lecciones importantes para otras regiones y sectores que buscan fortalecer su autonomía y garantizar el bienestar de su población a través de la autogestión y la economía comunal.
Vaivenes y costos en la Industria que se solventan
La industria textil mundial, un sector históricamente dinámico y fundamental para la economía global, se caracteriza por una compleja interacción de altibajos y una constante presión sobre los costos de producción. Desde las fluctuaciones en la demanda del consumidor y los precios de las materias primas hasta los cambios en las regulaciones y la creciente conciencia sobre la sostenibilidad, el sector textil navega por un entorno desafiante que impacta directamente en su rentabilidad y su futuro.
Uno de los principales altibajos que enfrenta la industria textil es la volatilidad de la demanda. Las tendencias de la moda, los ciclos económicos y los eventos globales pueden generar picos y caídas abruptas en el consumo de textiles y prendas de vestir. Por ejemplo, la pandemia de Covid-19 provocó una disminución significativa en la demanda de ciertos tipos de ropa debido a los confinamientos y al cambio en los hábitos de consumo, mientras que la demanda de textiles médicos experimentó un aumento repentino.
Esta imprevisibilidad obliga a las empresas a ser ágiles y a adaptar sus estrategias de producción y gestión de inventario para evitar pérdidas significativas.
Otro factor crucial que genera altibajos es la fluctuación en los precios de las materias primas, el algodón, las fibras sintéticas y otros materiales esenciales para la producción.
"Ya no es solo comprar telas y coser, sino producir esas telas con inversión en el campo, generando producción nacional y elevando la conciencia económica del pueblo”
AURA BATISTA
Directora de Proyectos de Innovación de Economía Comunal
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