Ancelotti introdujo bastantes novedades en la alineación del Real Madrid frente al Rayo. Jugadores como Lunin, Lucas Vázquez, Alaba, Fran García o el mismo Modric tenían su lugar en este partido tan importante para la Liga que, en algunos casos, se jugó pensando también en el partido de vuelta frente al Atlético de Madrid en la Champions. Eso sí, los focos se los llevaba Bellingham, que regresó al equipo inicial tras cumplir sanciones en Liga y Champions.
El partido arrancó con mucho ritmo, con una ida y vuelta poco habitual en los partidos de Liga en el Bernabéu. El Rayo Vallecano presionaba muy arriba, sacaba la defensa casi hasta el centro del campo e invitaba a los de Ancelotti a un tipo de partido alegre.
En cuestión de 10 minutos de partido ya se habían producido hasta seis disparos, cuatro del Madrid y dos del Rayo. El más claro lo tuvo Vinicius, con un tiro desde fuera del área que se estrelló contra el palo derecho de la meta de Batalla.
El Real Madrid empezó a partirse por momentos. De hecho, el atrevimiento del Rayo permitió al equipo de la franja llegar al área de Lunin más de lo esperado, incluso generando alguna ocasión de peligro sobre la meta del ucraniano.
A pesar de todo, el Madrid iba a ser capaz de ir golpeando a su rival a base de talento y calidad. Primero fue Mbappé, en una pelota a la espalda, el que sacó a relucir toda su potencia para escaparse de la defensa, aprovecharse de una pelota dividida con Lejeune y pegarle un zapatazo al balón para meterlo en el fondo de la red. El francés tuvo el tanto con rabia, seguramente todavía dolido por su mal partido ante el Atlético hace unos días. Lo necesitaba.
El equipo blanco ya había conseguido lo más complicado, adelantarse en el marcador, pero necesitaba coger la cresta de la ola y tratar de hacer más amplia la distancia en el marcador. Vinicius se iba a encargar de marcar a un Juan Palomo en toda regla, en una jugada por la banda izquierda, en la que por insistencia, picando piedra, abrasó a las defensas que le iban saliendo al paso para, finalmente, desequilibrar a Ratiu y superar a Batalla. Un gol que definió su juego a la perfección y que, incluso, hizo que Ancelotti se llevara las manos a la cabeza.
El 2-0 era un gran resultado para cerrar el primer tiempo, sin embargo, al Madrid le penalizaron justo antes del pitido del árbitro, en un gran gol de Pedro Díaz desde fuera del área. El jugador del Rayo le pegó fuerte, la pelota rozó el larguero, botó dentro y fue escupida posteriormente hacia fuera. El VAR lo vio claro y dio validez al tanto. Un gol de esos que no te gusta encajar, justo antes del intermedio y que volvió a abrir de nuevo el partido.
La segunda mitad comenzó mostrando un partido menos definido. El Real Madrid seguía mandando, pero no generaba mucho peligro. Solo una contra de Mbappé, mal definida por el francés al primer palo. El Rayo, por su parte, parecía dar un paso hacia delante y tenía más balón.
Los minutos pasaban y el marcador seguía sin moverse. No había grandes ocasiones, no pasaban cosas importantes… y esa era la mejor noticia para un Rayo que seguía vivo ante un Real Madrid que no terminaba de rematar la faena.
Ancelotti se dio cuenta de la peligrosidad de los minutos finales y se la jugó. Decidió tirar de la manta hacia atrás, empezó a quitar delanteros, primero a Rodrygo y luego a Mbappé, para medir más centrocampistas, en este caso, Valverde y Camavinga. Quería salvar el marcador con el riesgo que eso suponía teniendo en cuenta lo que había sacado del campo.
El partido arrancó con mucho ritmo, con una ida y vuelta poco habitual en los partidos de Liga en el Bernabéu. El Rayo Vallecano presionaba muy arriba, sacaba la defensa casi hasta el centro del campo e invitaba a los de Ancelotti a un tipo de partido alegre.
En cuestión de 10 minutos de partido ya se habían producido hasta seis disparos, cuatro del Madrid y dos del Rayo. El más claro lo tuvo Vinicius, con un tiro desde fuera del área que se estrelló contra el palo derecho de la meta de Batalla.
El Real Madrid empezó a partirse por momentos. De hecho, el atrevimiento del Rayo permitió al equipo de la franja llegar al área de Lunin más de lo esperado, incluso generando alguna ocasión de peligro sobre la meta del ucraniano.
A pesar de todo, el Madrid iba a ser capaz de ir golpeando a su rival a base de talento y calidad. Primero fue Mbappé, en una pelota a la espalda, el que sacó a relucir toda su potencia para escaparse de la defensa, aprovecharse de una pelota dividida con Lejeune y pegarle un zapatazo al balón para meterlo en el fondo de la red. El francés tuvo el tanto con rabia, seguramente todavía dolido por su mal partido ante el Atlético hace unos días. Lo necesitaba.
El equipo blanco ya había conseguido lo más complicado, adelantarse en el marcador, pero necesitaba coger la cresta de la ola y tratar de hacer más amplia la distancia en el marcador. Vinicius se iba a encargar de marcar a un Juan Palomo en toda regla, en una jugada por la banda izquierda, en la que por insistencia, picando piedra, abrasó a las defensas que le iban saliendo al paso para, finalmente, desequilibrar a Ratiu y superar a Batalla. Un gol que definió su juego a la perfección y que, incluso, hizo que Ancelotti se llevara las manos a la cabeza.
Gol antes del descanso
El 2-0 era un gran resultado para cerrar el primer tiempo, sin embargo, al Madrid le penalizaron justo antes del pitido del árbitro, en un gran gol de Pedro Díaz desde fuera del área. El jugador del Rayo le pegó fuerte, la pelota rozó el larguero, botó dentro y fue escupida posteriormente hacia fuera. El VAR lo vio claro y dio validez al tanto. Un gol de esos que no te gusta encajar, justo antes del intermedio y que volvió a abrir de nuevo el partido.
La segunda mitad comenzó mostrando un partido menos definido. El Real Madrid seguía mandando, pero no generaba mucho peligro. Solo una contra de Mbappé, mal definida por el francés al primer palo. El Rayo, por su parte, parecía dar un paso hacia delante y tenía más balón.
Los minutos pasaban y el marcador seguía sin moverse. No había grandes ocasiones, no pasaban cosas importantes… y esa era la mejor noticia para un Rayo que seguía vivo ante un Real Madrid que no terminaba de rematar la faena.
Ancelotti se dio cuenta de la peligrosidad de los minutos finales y se la jugó. Decidió tirar de la manta hacia atrás, empezó a quitar delanteros, primero a Rodrygo y luego a Mbappé, para medir más centrocampistas, en este caso, Valverde y Camavinga. Quería salvar el marcador con el riesgo que eso suponía teniendo en cuenta lo que había sacado del campo.
Con información de agencias
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