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De Caracas a La Guaira

Los estudios sobre generación de viajes y la prosperidad petrolera del 2005 propiciaron el concurso para proponer una nueva autopista al litoral

  • VICTOR ARTIS

04/07/2020 07:00 am

En reciente trabajo, El Estimulo.com resumió el vergonzoso proceso dirigido por el MTC para intentar construir una nueva autopista desde la capital hasta el litoral y acentuó el contraste con la acertada ejecución de la avenida Boyacá entre 1951 y 1973 de la cual quedó diferido el cierre del perímetro Norte urbano por Catia hasta la gran curva de la autopista a La Guaira.

Los estudios sobre generación de viajes y la prosperidad petrolera del 2005 propiciaron el concurso para proponer una nueva autopista al litoral, tanto para pasajeros como carga; responsabilidad que correspondía al MTC. A ese evento concurrieron solo tres participantes porque era vox populi que el resultado estaba decidido. Dos concursantes presentaron trazados de autopistas y la otra no podía calificar por ser una vía turística entre Guatire y la costa. Como previsto, el MTC escogió la solución que se anticipaba y de allí arranca la acumulación de errores garrafales que han llevado a la obra hoy interrumpida y contraria a lo pautado en el concurso.

El primer error es haber encarado el problema como algo exclusivamente vial, tanto por parte del MTC que ignoró a las autoridades metropolitanas, como por parte de estas al pasar agachadas sin reclamar su obligación y derecho a opinar sobre actuaciones que afectan la estructura vial de la ciudad. Consecuencia de este proceder fue desechar el proyecto ya desarrollado para continuar la Cota Mil a través de Catia con un distribuidor en el Manicomio.

El segundo error, fue escoger como solución ganadora la conexión de la Av. Boyacá con la nueva autopista al litoral a través de un túnel sustitutivo del trazado antes mencionado, decisión contraria a los términos del concurso porque esta bella autopista urbana no es apta para vehículos de carga pesada. Ese desprecio a un diseño bien concebido y desarrollado priva a la comunidad de Catia de incorporación a la vialidad expresa, dejándola condenada a salir solo por la congestionada Avenida Sucre.

Un grave efecto del trazado propuesto, después de atravesar El Ávila con un largo túnel, hubiera sido alterar las valiosas condiciones ambientales existentes al descender por el Parque Nacional con multitud de túneles y viaductos. Al parecer el Ministerio correspondiente tampoco participó en las decisiones. 

Un tercer error es casi infantil, pero las consecuencias fueron desastrosas. De la solución que no ganó fue plagiada la sugerencia de crear una comunidad de 20.000 habitantes para contribuir a aliviar la aguda escasez de áreas urbanas ordenadas en el Litoral. Tal es Ciudad Caribia, tomada como argumento para desechar la ruta ganadora y sustituirla por un sinuoso trazado negociado con Texeira-Duarte Ingenieros para diseñar y construir la nueva autopista partiendo del final de la Cota Mil, cruzar Tacagua para servir a Ciudad Caribia y volver a pasar sobre Tacagua para enfilar hacia el litoral. Una gran ZETA que no responde a la demanda del tráfico sino a caprichos de gobernantes. Es fácil imaginar sonrisas de conmiseración en las oficinas de T-D y la conclusión: si en Venezuela quieren una autopista retorcida, no apta para carga, que le vamos a hacer? . 

Como bien lo reseña El Estimulo.com, en el diseño y construcción de las obras ahora interrumpidas y abandonadas, comparten responsabilidades empresas y profesionales nacionales muy competentes y con trayectorias impecables, por lo tanto muy capaces de evaluar esta solución tan mal dirigida por el ministerio. Sin embargo todos acatan y nadie dice nada mientras la ingeniería nacional se desacredita. ¿Qué hace falta para reaccionar?
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