Quienes habitamos en la ciudad de Caracas hemos visto como el tráfico se ha apoderado nuevamente de las arterias viales, situación que tenía una par de años sin ocurrir. Pero también hemos visto como calles y avenidas importantes, cada día más, se ven colapsadas por la presencia de huecos, fallas en juntas de dilatación, ausencia de tapas de cloacas, y otras situaciones que aunado al volumen de vehículos hacen del tráfico algo pesado, a lo que poco a poco nos acostumbramos. Perdiendo allí horas importantes de nuestro día a día.

Por otra parte, el problema del agua hace cambiar nuestra agenda para poder disfrutar del vital líquido los pocos minutos de los que disponemos. Las fallas del agua en la ciudad capital han llegado a fuertes niveles, al punto que el hacer seguimiento a la dinámica es toda una proeza. Este problema puede agravarse aún más, pues el tema salubridad se ve seriamente afectado.

El transporte público se ha convertido, aún más, en una de las nuevas pesadillas del caraqueño. El Metro prácticamente a nivel de colapso y el transporte superficial deficiente. Siendo los más desfavorecidos los habitantes de las ciudades satélites: Guarenas-Guatire, Altos Mirandinos y Los Valles del Tuy quienes pierden importantes horas del día solo en movilización. De alguna forma el “caminar” se ha convertido en un medio para poder movilizarse en una cada vez más complicada ciudad.

Pero, la ciudad cambia. Y del caos, pasamos a una ciudad que la gente “parece” cada día disfruta más, o quiere disfrutar más. Las noches se ven más concurridas. Espacios públicos más aprovechados. Oportunidades de esparcimiento van en aumento. Parques, gimnasios en la calle, viviendas convertidas en Centro de Esparcimiento Cultural, son entre otras, manifestaciones que van en aumento.

Adentro de muchas comunidades también se gestan cambios. El arte urbano cobra vida en distintos espacios. Surgen experiencias que son acompañadas por organizaciones cuyo principal objetivo es embellecer el espacio urbano con la participación activa de la comunidad.

No obstante, estas intervenciones que se están desarrollando a veces atienden a espacios residuales o a respuestas efímeras. Es indudable la falta de una planificación integral, estructural, para lograr hacer de la ciudad un espacio más vivible, armónico, que proporciones bienestar.

Que la ciudad cambie depende de nosotros. El ciudadano debe convertirse en protagonista de la transformación de su espacio público. Exigir. Pero también de Oficinas de Planificación que entiendan la ciudad es un todo, que debe integrarse y manejarse en conjunto.

No podemos desfallecer. Merecemos disfrutar cada día más de la ciudad. No contribuyamos con el caos. Seamos ciudadanos respetuosos de las normas y la convivencia. Esto hará que la inoperancia de los organismos encargados de la planificación a nivel municipal, estadal y estatal no ocasione el colapso total de una ciudad que cada día nos pide a gritos mayor atención.