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Sonido producto del tránsito deteriora el buen vivir

Unidades de transporte modificadas emiten sonidos más allá de lo tolerable

  • Diario El Universal

17/09/2023 06:00 am

A la llamada “anarquía en el tráfico”, que suele afectar las principales ciudades, en urbes como Caracas se ha sumado un factor que alarma a quienes siguen en detalle el tema de la contaminación sónica.

Desde hace unos años el uso de bocinas o cornetas de mayor intensidad de las que, por lo general, se empleaban en unidades de carga pesada, ha migrado al transporte local. Por ello muchos microbuses emiten sonidos de mayor intensidad al que tolera el oído humano, perturbando la vida de quienes se desenvuelven cerca de las avenidas principales.

En el oeste y centro, en las avenidas Sucre, Urdaneta y Baralt, el caos vehicular que se presenta en horas de mayor actividad también tiene un efecto contaminador desde el punto de vista sonoro.

Más allá de los límites
La contaminación sónica no solo es perjudicial para la salud auditiva, sino que también tiene impactos negativos en la salud mental y física de las personas.

Estudios han demostrado que la exposición prolongada a altos niveles de ruido puede causar estrés, trastornos del sueño, problemas de concentración y afectar la calidad de vida en general. Además, esta contaminación también puede tener efectos negativos en el rendimiento académico y laboral, así como en la convivencia social.

Investigadores como Louis-Philippe Beland, economista de la Universidad Estatal de Louisiana, y Daniel Brent, economista de Penn State, explican que el “tráfico intenso” y sus factores provocan estrés que funcionan como “señales emocionales”, según destaca una publicación reciente.

Beland detalla que “en casos extremos las respuestas de las personas a esas señales pueden ser bastante desproporcionadas y derivar en violencia”.

Indican que es necesario promover “una mayor conciencia y educación sobre los efectos perjudiciales de la contaminación sonora, tanto en los conductores como en la población en general”.

Esto podría lograrse a través de campañas de sensibilización y programas educativos que destaquen la importancia de reducir el ruido innecesario y respetar los límites establecidos.

Poner el orden desde arriba
Es fundamental, detallan por su parte vecinos de zonas afectadas por el sonido que genera la vialidad, que las autoridades competentes apliquen y refuercen las regulaciones existentes en cuanto a los límites permitidos para los vehículos, tanto en sus motores como en sus cornetas.

“Hay que realizar controles más estrictos y sancionar a aquellos conductores que excedan los niveles establecidos. Asimismo, se podría considerar la implementación de medidas técnicas, como la instalación de dispositivos limitadores de sonido en los vehículos, para garantizar el cumplimiento de estas normas” indican.

Para Cruz Turipe, ingeniero venezolano, “la contaminación sónica es uno de los tipos de contaminación menos publicitados, sin embargo, es uno de los que menos estamos alejados, pues la vivimos a diario en nuestro entorno, en nuestro hogar, en la calle, en la fábrica. Lo que sucede en este caso es lo poco conocido que es este medio de contaminación, he allí lo necesario de conocer y aclarar ciertos tópicos en este sentido”.

Destaca que “nuestro oído está facultado para percibir sonidos en el orden de los 0 a 110 decibelios (dB), y los estudios médicos han demostrado que una exposición moderada de unos 15 minutos de duración a ruidos por encima de los 85 dB, puede causar daños severos a la salud”.

Un tema que también suele tener implicación personal
En estudios y análisis hechos sobre el tema, el ingeniero venezolano Cruz Turipe explica que “una exposición segura a los sonidos depende de su intensidad o volumen, así como de su duración y frecuencia; además, la exposición a sonidos fuertes puede desembocar en una pérdida de audición temporal o en acúfenos (sensación de zumbido en los oídos), pero cuando se trata de sonidos muy fuertes, o cuando la exposición se produce con regularidad o de forma prolongada, las células sensoriales pueden verse dañadas permanentemente, lo que ocasiona una pérdida irreversible de audición”.

Según estudios de la OMS, casi 50% de los jóvenes se encuentran expuestos a niveles perjudiciales de ruido por el uso de aparatos personales (MP4, aparatos de sonido) y cerca del 40% debido a su presencia en centros de ocio (bares, discotecas, fiestas, etc.)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera los 50 dB como el nivel límite superior deseable, porque cuando alcanza los 70 dB se estima ya como un ruido contaminante. El detalle se nos presenta a nosotros en la forma de cómo medir la intensidad de ruido a la que estamos sometidos en un momento dado, ya que no tenemos a mano un sonómetro (o un dosímetro) para medirlo.
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