Juan Francisco "Tito" del Corral

Los insultos a mi país están cansones ya. Desde hace tiempo muchos no hacen más que poner a Venezuela como lo peor, la hundirían con facilidad en el Río Guaire, las escatologías sobre nuestro tricolor no paran. Entre propios venezolanos que dejaron de sentir amor por esta tierra y extranjeros xenófobos que se dejan mover por la oscuridad de sus espíritus, han empañado nuestra imagen de alma llanera, de desierto, selva, nieve y volcán.

No me quiero poner a criticar, no es esa la intención, más bien digo todo esto para tratar de reflexionar. Porque estoy convencido de que Venezuela no es eso, primero porque no hay sociedad perfecta y ahora más que nunca hay evidencias de que cualquier país que atraviese los problemas que nosotros hemos pasado puede caer en desgracia, y segundo, porque hay demostraciones claras de todo lo grandioso que tenemos como para no perder la fe y la esperanza.

Pasó algo en estos días que me parece un excelente ejemplo de la Venezuela que somos de verdad. Íngrid Gomes, una muchacha de 20 años, guapa e inteligente, fue engañada y agredida por su ex novio de una forma despiadada, casi la asesina. Pero Dios obró y la verdadera esencia de nuestro país noble salió a relucir.

Se conjugaron los valores venezolanos reales: solidaridad, justicia, valentía, optimismo y fortaleza. Íngrid se enfrentó a su opresor, quien ya está tras las rejas, logró salvar su vida. Ella denunció, se refugió en su familia. Pidió ayuda y la recibió. En su camino consiguió auxilio de los cuerpos de seguridad, la Guardia Nacional Bolivariana cumplió su deber y la defendió. Influencers hicieron honor a sus redes sociales e informaron lo que sucedió. En el Hospital Pérez Carreño, a donde acudió por la emergencia, le prestaron toda la ayuda que pudieron con sus pocos recursos. Y luego apareció la Fundación Frigilux, del empresario Yaser Dagga, en representación de la responsabilidad social venezolana, para apoyarla y llevarla a una clínica privada, donde le brindaron la atención especializada que requería.

Hoy Íngrid, con quien tuve la oportunidad de conversar en mi programa de Instagram, cuenta que está recuperada y con mucho ánimo. Agradece a Dios, al amor de su familia y de todas las personas que le tendieron la mano. Junto a la Fundación Frigilux, ha emprendido un movimiento para prevenir la violencia de género y quiere utilizar su experiencia como mensaje para evitar que otras mujeres lleguen a situaciones similares.

Puedo hacer una perfecta analogía con este caso de Íngrid y Venezuela. Partiendo de una situación mala, de una experiencia dura, realmente difícil y por la que cualquiera puede pasar, se logra salir adelante, se logra conseguir el camino, se logra exaltar los valores que tenemos, se logra dejar lo malo atrás y utilizar las enseñanzas para ser mejores.

La lección es simple porque hay cosas muy básicas en la vida, y para eso no todos tenemos que pensar igual, ni tener la misma ideología, solo respetar la idea fundamental de la sociedad que son los mandamientos de Dios para los creyentes o sencillamente normas de educación primaria para todos. Respeto al prójimo, por supuesto, no matar, no robar, no mentir, ayudar al que se pueda y ser feliz.