Juan Carlos Rey González: ¿Qué es lo que nos jugamos el 3D?
El éxito o el fracaso del referendo no será para el gobierno, la oposición o los indiferentes; lo será para todo el país
El territorio guayanés atrajo las apetencias británicas desde fechas tan tempranas como el Siglo XVI, cuando los espejismos áureos de El Dorado imaginados por Sir Walter Raleigh en el mítico Lago Manoa impulsaron las incursiones corsarias contra los asentamientos españoles en el Orinoco. A pesar de la resistencia hispana, que siempre logró imponerse a las pretensiones británicas de establecerse en la zona, tomar posesión de las bocas del río se volvió un objetivo recurrente.
No debemos olvidar que solo fue una década antes de declarar nuestra independencia que, ante la ocupación de Trinidad, España cedió esa isla a la Gran Bretaña con la firma del Tratado de Amiens (1802). También, en esos años se consolidó su ocupación en varios enclaves de la Guayana Holandesa, los cuales finalmente le fueron cedidos en 1824.
Durante todo el Siglo XIX las pretensiones británicas supusieron expandir su ocupación al Oeste del río Esequibo, subiendo por las cuencas de sus principales afluentes (los ríos Mazaruni y Cuyuní); las cuales, además de ser ricas en oro de aluvión, se extendían al sur de la desembocadura del Orinoco. Con esta expansión se pretendía alcanzar una ubicación estratégica que permitiría, junto con Trinidad ya manera de pinza, controlar las bocas del Orinoco y todo su flujo comercial. Éste fue el contexto en que se consumió el despojo territorial al país a través del Laudo de 1899.
Tras quedar reveladas todas las irregularidades del proceso de arbitraje de París, Venezuela logró el reconocimiento por parte de Gran Bretaña sobre la necesidad de establecer un mecanismo diplomático para la solución de la controversia. Sin embargo, en 1966, a pocos días de su firma, el Acuerdo de Ginebra trasladó las responsabilidades británicas al naciente Estado de Guyana, dificultando así cualquier discusión. Guyana abordaría el tema con base en la necesidad de preservar su integridad territorial, aunque tras ella aún estarían los intereses estratégicos de la Commonwealth en el marco de su despliegue mundial.
En los últimos años, tras confirmarse la detección de los grandes yacimientos petroleros, así como la presencia de minerales estratégicos, tanto en el espacio terrestre como en la plataforma oceánica, se han reactivado las apetencias transnacionales. Éstas son las que han empujado a Guyana en su actitud hostil contra Venezuela y el desconocimiento de todas nuestras reclamaciones.
Este 3 de diciembre, es mucho lo que está en juego para Venezuela. Sin embargo, no es el oro, los ríos o el territorio lo más importante. A pesar de los ingentes recursos de los que desesperadamente busca apropiarse de la ExxonMobil, así como otras compañías transnacionales, lo más importante no son recursos económicos. Con el referéndum consultivo lo que nos jugamos es nuestra historia. Por esta razón su resultado no debería sernos indiferentes.
Un referéndum, aún siendo consultivo y no vinculante, no es una simple encuesta de opinión; es una convocatoria a la ciudadanía, con base en sus poderes soberanos, para expresar su voluntad. Así, el 3 de diciembre quedará registrada nuestra voluntad de reconocimiento con respecto al despojo de que fuimos objeto, nuestro reconocimiento de los pasos que hemos dado para saldar nuestras diferencias de manera diplomática y pacífica; así como el reconocimiento que hacemos de las nuevas agresiones que se están cometiendo contra nuestro país.
A pesar de que muchos pensamos que tal vez el momento y las preguntas planteadas no eran las más adecuadas, con la convocatoria al referéndum nuestra historia ha quedado puesta sobre la mesa y no podemos jugar a su fracaso. Más aún, ante la escalada en la actitud hostil e intervencionista del gobierno de Guyana, así como sus pretensiones de suspender, a través de la Corte Internacional de Justicia, un evento que no es sino un acto soberano e independiente, nuestra participación en el referéndum. ha vuelto una afirmación de soberanía e independencia.
Más allá de cualquier diferencia política, no podemos dejar que nuestra indolencia para resolver problemas domésticos nos impida afrontar retos que comprometen nuestros intereses nacionales. Así como en un equipo de beisbol, a pesar de que es posible que algunos jugadores no abandonen de acuerdo con todas las jugadas indicadas por el manager, nadie el juego; todos siguen jugando hasta llegar a los vestidos para evaluar, de acuerdo a los resultados, si las indicaciones fueron adecuadas o no, así como el desempeño de cada jugador. Abandonar el juego no beneficia a nadie, solo genera que pierda todo el equipo.
A partir del 4 de noviembre tendremos nuestro espacio en "vestidores". Ese día evaluamos los resultados y el papel jugado por cada quien: La ciudadanía que ejerció su voto; los cuadros y actores políticos que se dieron a la tarea de organizar y movilizar a la población hacía los centros electorales; los líderes políticos que, más allá de participar y dar libertad a sus seguidores, orientaron a la opinión pública con respecto a su participación. Así mismo, se evaluará el papel de los organizadores y de quienes, desde uno u otro espacio, hemos expresado nuestra opinión con la intención de brindar algunos elementos críticos para que cada quien tome sus decisiones de la manera más informada posible.
El éxito o el fracaso del referendo no será para el gobierno, la oposición o los indiferentes; lo será para todo el país. Apostemos por su éxito y la reivindicación de nuestra historia.
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