Pensamiento Propositivo
¿Quieres saber lo que tienes? ¡Múdate!
La casa es un referente importante en nuestra vida. Es la sede de nuestro hogar, nos acoge, nos brinda afecto y nos protege. Nos afirma y nos da seguridad”
No me refiero únicamente a lo material. Mudarse mueve los cimientos de la vida, al igual que todos los cambios importantes que experimentamos. La casa es un símbolo de seguridad y protección en nuestra vida, por lo tanto, mudarse conlleva una explosión de miedos, conflictos y necesidades.
La movilización familiar, lidiar con recuerdos y apegos, la multiplicidad de significados personales, el estrés emocional, el desgaste físico y los problemas, muchos problemas... en resumen, una verdadera crisis. Estos son solo algunos de los aspectos que entran en juego cuando alguien debe mudarse para continuar con su hogar.
El lugar donde construimos nuestro hogar dice mucho más de nosotros de lo que pensamos y cumple más funciones de las que creemos. Incluso, el hecho de mudarse o estar en construcción también juega un papel. Agradece todo lo que representaron las cuatro paredes que dejaste y la oportunidad de una nueva vida en otro espacio.
He aprendido que al cambiar de hogar debes atreverte a desprenderte de muchas cosas materiales a las que te apegas sin razón alguna, y liberarte de ellas te hace sentir un peso menos encima, literalmente.
¿Cuánto estamos dispuestos a dejar atrás cuando se imponen los cambios? ¿Cómo gestionar las mudanzas emocionales? ¿Qué hacer con los recuerdos? Pues esa es otra maleta. Te la llevas contigo, pero debes descargarla rápidamente y ubicarla en un lugar donde sepas que está, pero que no perturbe tu estancia en el nuevo hogar.
La casa es un referente importante en nuestra vida. Es la sede de nuestro hogar, nos acoge, nos brinda afecto y nos protege. Nos afirma y nos da seguridad, nos arraiga a un lugar y nos hace tener raíces.
¡Cuántas veces anhelamos llegar a ella! Como si nos brindara ese calor afectivo que tanto necesitamos y nos arropara con seguridad y calma. "Home sweet home" ("Hogar dulce hogar"). Nuestra casa termina por convertirse irremediablemente en un referente de apego seguro.
Ahora bien, ¿por qué otorgamos a nuestra casa un sentido protector? Esto se debe a que las primeras casas del hombre primitivo fueron cuevas que no solo proporcionaban calor, sino que también lo protegían de las inclemencias climáticas y de los animales depredadores que ponían en riesgo su vida. Por lo tanto, nuestra casa es como una gran madre que nos cuida y nos brinda calor. Es lógico que mudarse o cambiar de hogar genere inquietud. En primer lugar, dejar el lugar en el que vivimos es una pérdida y, como tal, angustia.
Por lo tanto, el duelo por la casa que dejamos y por lo vivido en ella es uno de los principales temas que generan ansiedad al momento de mudarse. La casa también expresa nuestro mundo interno.
Es por eso que cierro esta edición con las palabras clave que facilitan la gestión de ese duelo: calma, paciencia, organización y una buena planificación.
La movilización familiar, lidiar con recuerdos y apegos, la multiplicidad de significados personales, el estrés emocional, el desgaste físico y los problemas, muchos problemas... en resumen, una verdadera crisis. Estos son solo algunos de los aspectos que entran en juego cuando alguien debe mudarse para continuar con su hogar.
El lugar donde construimos nuestro hogar dice mucho más de nosotros de lo que pensamos y cumple más funciones de las que creemos. Incluso, el hecho de mudarse o estar en construcción también juega un papel. Agradece todo lo que representaron las cuatro paredes que dejaste y la oportunidad de una nueva vida en otro espacio.
He aprendido que al cambiar de hogar debes atreverte a desprenderte de muchas cosas materiales a las que te apegas sin razón alguna, y liberarte de ellas te hace sentir un peso menos encima, literalmente.
¿Cuánto estamos dispuestos a dejar atrás cuando se imponen los cambios? ¿Cómo gestionar las mudanzas emocionales? ¿Qué hacer con los recuerdos? Pues esa es otra maleta. Te la llevas contigo, pero debes descargarla rápidamente y ubicarla en un lugar donde sepas que está, pero que no perturbe tu estancia en el nuevo hogar.
La casa es un referente importante en nuestra vida. Es la sede de nuestro hogar, nos acoge, nos brinda afecto y nos protege. Nos afirma y nos da seguridad, nos arraiga a un lugar y nos hace tener raíces.
¡Cuántas veces anhelamos llegar a ella! Como si nos brindara ese calor afectivo que tanto necesitamos y nos arropara con seguridad y calma. "Home sweet home" ("Hogar dulce hogar"). Nuestra casa termina por convertirse irremediablemente en un referente de apego seguro.
Ahora bien, ¿por qué otorgamos a nuestra casa un sentido protector? Esto se debe a que las primeras casas del hombre primitivo fueron cuevas que no solo proporcionaban calor, sino que también lo protegían de las inclemencias climáticas y de los animales depredadores que ponían en riesgo su vida. Por lo tanto, nuestra casa es como una gran madre que nos cuida y nos brinda calor. Es lógico que mudarse o cambiar de hogar genere inquietud. En primer lugar, dejar el lugar en el que vivimos es una pérdida y, como tal, angustia.
Por lo tanto, el duelo por la casa que dejamos y por lo vivido en ella es uno de los principales temas que generan ansiedad al momento de mudarse. La casa también expresa nuestro mundo interno.
Es por eso que cierro esta edición con las palabras clave que facilitan la gestión de ese duelo: calma, paciencia, organización y una buena planificación.
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