Escolaridad protege a menores de edad y es el preservativo más seguro
Dos especialistas analizan el tema de la maternidad no planificada en Venezuela
Néstor Luis Llabanero
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
El preservativo más seguro para evitar los embarazos adolescentes sigue siendo la educación. Así lo cree Lila Vega Scott, médico pediatra de la Universidad Central de Venezuela (UCV), especializada en salud sexual y reproductiva.
“Asumir activamente la escolaridad protege a las mujeres menores de edad porque les facilita diseñar un proyecto de vida, más allá de la opción de ser madres tempranamente”, opina Vega Scott, también miembro de la Red de Padres, Madres y Representantes, una organización creada en 2005 que ha procurado, desde entonces, que la familia sirva de acompañamiento, junto con las escuelas, en los estudios formales de los hijos.
Según sus consideraciones, la educación no es vista como un pasaporte a una calidad de vida superior en gran parte del continente y mucho menos en Venezuela, donde, por el contrario, la población más vulnerable supone que estudiar no garantiza un trabajo profesional a corto o mediano plazo.
La construcción social del género -la idea de que las niñas tienen un lugar en la sociedad y los varones otro- precede a la problemática del embarazo adolescente. Y eso ocurre tanto en Venezuela como en el resto del mundo.
Se cree que la gran meta de vida para los varones es la de convertirse en proveedor del sustento familiar, mientras que la función primordial de las hembras sería la maternidad. No importa si para cumplir con esas enseñanzas deba evitarse el ingreso a la escuela.
¿Cómo está Venezuela?
La maternidad no planificada en la población menor de edad constituye una preocupación continental. Venezuela, que forma parte del podio de embarazo adolescente en América, se ubica en un tercer lugar, según las estadísticas manejadas por la Organización Mundial de la Salud para 2019, fecha más reciente del informe.
“Un estimado de ocho de cada 100 niñas entre 15 y 19 años, tienen un embarazo adolescente en Venezuela”, diagnostica la médico pediatra, apoyándose en el informe de la OMS. “En proporción, eso quiere decir que en cualquier liceo del país habría, al menos, una menor de edad embarazada”, acota Vega Scott.
Los números dibujan también un mapa dramático para Nicaragua, situada en el primer escalón con una relación de 10 de cada 100 niñas, y Honduras, con la segunda posición, con nueve de cada 100.
Se trata de una realidad desoladora que, en contraposición, distingue a Canadá como el país con menos casos en el continente (uno de cada 100). San Cristóbal y Nieves, un territorio antillano del Caribe, y las Islas Bermudas guardan similitud numérica con el país del norte.
La especialista aclara que, regularmente, el segmento de mujeres entre 15 y 19 años toma la decisión de ser madres creyendo que es la única manera de realización personal.
Más contundente resulta la realidad del segmento femenino que va de nueve a 14 años. Se trata de niñas y jóvenes que se han convertido en madres no porque lo hayan decidido sino porque, en la mayoría de las situaciones, han sido víctimas de abuso.
En casi todos estos casos, sostiene Vega Scott, la decisión personal de ser madres no responde a la convicción de lo que ahora llaman empoderamiento femenino. Más bien, obedecería a la construcción social de género, un patrón que enseña a la mujer que su gran propósito es parir niños. Esto se da, sobre todo, en zonas rurales.
“Educarse sería un elemento de impacto positivo en el diferimiento del embarazo”, resume la pediatra con estudios en neuropsicología y psicología de la salud.

ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
El preservativo más seguro para evitar los embarazos adolescentes sigue siendo la educación. Así lo cree Lila Vega Scott, médico pediatra de la Universidad Central de Venezuela (UCV), especializada en salud sexual y reproductiva.
“Asumir activamente la escolaridad protege a las mujeres menores de edad porque les facilita diseñar un proyecto de vida, más allá de la opción de ser madres tempranamente”, opina Vega Scott, también miembro de la Red de Padres, Madres y Representantes, una organización creada en 2005 que ha procurado, desde entonces, que la familia sirva de acompañamiento, junto con las escuelas, en los estudios formales de los hijos.
Según sus consideraciones, la educación no es vista como un pasaporte a una calidad de vida superior en gran parte del continente y mucho menos en Venezuela, donde, por el contrario, la población más vulnerable supone que estudiar no garantiza un trabajo profesional a corto o mediano plazo.
La construcción social del género -la idea de que las niñas tienen un lugar en la sociedad y los varones otro- precede a la problemática del embarazo adolescente. Y eso ocurre tanto en Venezuela como en el resto del mundo.
Se cree que la gran meta de vida para los varones es la de convertirse en proveedor del sustento familiar, mientras que la función primordial de las hembras sería la maternidad. No importa si para cumplir con esas enseñanzas deba evitarse el ingreso a la escuela.
¿Cómo está Venezuela?
La maternidad no planificada en la población menor de edad constituye una preocupación continental. Venezuela, que forma parte del podio de embarazo adolescente en América, se ubica en un tercer lugar, según las estadísticas manejadas por la Organización Mundial de la Salud para 2019, fecha más reciente del informe.
“Un estimado de ocho de cada 100 niñas entre 15 y 19 años, tienen un embarazo adolescente en Venezuela”, diagnostica la médico pediatra, apoyándose en el informe de la OMS. “En proporción, eso quiere decir que en cualquier liceo del país habría, al menos, una menor de edad embarazada”, acota Vega Scott.
Los números dibujan también un mapa dramático para Nicaragua, situada en el primer escalón con una relación de 10 de cada 100 niñas, y Honduras, con la segunda posición, con nueve de cada 100.
Se trata de una realidad desoladora que, en contraposición, distingue a Canadá como el país con menos casos en el continente (uno de cada 100). San Cristóbal y Nieves, un territorio antillano del Caribe, y las Islas Bermudas guardan similitud numérica con el país del norte.
La especialista aclara que, regularmente, el segmento de mujeres entre 15 y 19 años toma la decisión de ser madres creyendo que es la única manera de realización personal.
Más contundente resulta la realidad del segmento femenino que va de nueve a 14 años. Se trata de niñas y jóvenes que se han convertido en madres no porque lo hayan decidido sino porque, en la mayoría de las situaciones, han sido víctimas de abuso.
En casi todos estos casos, sostiene Vega Scott, la decisión personal de ser madres no responde a la convicción de lo que ahora llaman empoderamiento femenino. Más bien, obedecería a la construcción social de género, un patrón que enseña a la mujer que su gran propósito es parir niños. Esto se da, sobre todo, en zonas rurales.
“Educarse sería un elemento de impacto positivo en el diferimiento del embarazo”, resume la pediatra con estudios en neuropsicología y psicología de la salud.

Los menores deben entender y asumir los riesgos y las consecuencias que trae. CORTESÍA
Entre datos y edades
En cuanto a la cantidad de mujeres embarazadas en la Gran Caracas, estadísticas propias de Plafam dan cuenta de 12 mil 675 consultas atendidas, entre septiembre de 2021 y junio de 2023.
La planificadora Rosa Torres, especialista de la Unidad de Educación de esa organización, indica que de ese total, dos mil 537 casos correspondieron a adolescentes entre 15 y 19 años. Es decir, 20%.
Entre datos y edades
En cuanto a la cantidad de mujeres embarazadas en la Gran Caracas, estadísticas propias de Plafam dan cuenta de 12 mil 675 consultas atendidas, entre septiembre de 2021 y junio de 2023.
La planificadora Rosa Torres, especialista de la Unidad de Educación de esa organización, indica que de ese total, dos mil 537 casos correspondieron a adolescentes entre 15 y 19 años. Es decir, 20%.
Combinar infancia con el rol de criar a un ser
Plafam expone que gracias al trabajo interinstitucional con el Fondo de Población de Naciones Unidas (FPNU) se determinó que la mayor procedencia de embarazos no planificados se ubica en Guarenas y Guatire, ciudades del estado Miranda.
Esa realidad estaría asociada a la falta de acceso a información de educación integral y sexualidad. De ahí que Plafam haya adelantado una alianza con la alcaldía del municipio Zamora, cuya capital es Guatire, creando promotores de la salud sexual.
En términos emocionales, la doctora Lila Vega Scott no identifica una edad ideal para ser madre. Pero, en ese sentido, tiene una sugerencia que hacer a la población femenina. “La mujer que se sienta competente, que sea interdependiente y no dependa de otra persona, tiene mejor condición emocional para la maternidad”.
Sobre las condiciones biológicas, considera que una mujer se expone a embarazos de alto riesgo cuando supera los 35 años de edad, en idéntica medida cuando decide ser madre antes de los 19 años.
El esplendor del desarrollo físico para ser madre sería entre los 24 y los 30 años, según especifica.
No toda persona, aunque sea de la familia, está en capacidad de transmitir información correcta a un menor. De ahí la importancia de acudir a especialistas.
Deben preferirse los servicios de atención de salud amigables con el adolescente. Y evitar que las embarazadas escuchen sentencias recriminatorias como: “Qué haces aquí, tú no tienes edad para esto”. Es más conveniente un profesional de la salud respetuoso que las oriente en el cuidado de su salud sexual y reproductiva.
Plafam expone que gracias al trabajo interinstitucional con el Fondo de Población de Naciones Unidas (FPNU) se determinó que la mayor procedencia de embarazos no planificados se ubica en Guarenas y Guatire, ciudades del estado Miranda.
Esa realidad estaría asociada a la falta de acceso a información de educación integral y sexualidad. De ahí que Plafam haya adelantado una alianza con la alcaldía del municipio Zamora, cuya capital es Guatire, creando promotores de la salud sexual.
En términos emocionales, la doctora Lila Vega Scott no identifica una edad ideal para ser madre. Pero, en ese sentido, tiene una sugerencia que hacer a la población femenina. “La mujer que se sienta competente, que sea interdependiente y no dependa de otra persona, tiene mejor condición emocional para la maternidad”.
Sobre las condiciones biológicas, considera que una mujer se expone a embarazos de alto riesgo cuando supera los 35 años de edad, en idéntica medida cuando decide ser madre antes de los 19 años.
El esplendor del desarrollo físico para ser madre sería entre los 24 y los 30 años, según especifica.
No toda persona, aunque sea de la familia, está en capacidad de transmitir información correcta a un menor. De ahí la importancia de acudir a especialistas.
Deben preferirse los servicios de atención de salud amigables con el adolescente. Y evitar que las embarazadas escuchen sentencias recriminatorias como: “Qué haces aquí, tú no tienes edad para esto”. Es más conveniente un profesional de la salud respetuoso que las oriente en el cuidado de su salud sexual y reproductiva.
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