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Las Redes Sociales: ¿espacios para la posverdad?

La votación del Brexit en Gran Bretaña y la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos serían los resultados más contundentes de un fenómeno que irrumpió acelerado por las RRSS

  • Diario El Universal

04/11/2018 05:00 am

Iván R Méndez
Especial para El Universal
Los habitantes de la Tierra, luego de la tercera guerra mundial, se refugiaron en cámaras subterráneas para escapar de las secuelas de la radioactividad. 

Aislados, bajo tierra, construían los robots que libraban la guerra interminable por ellos. 

Cada noche, seguían lo que pasaba en la superficie desde las pantallas de los televisores (hoy leerían Twitter, Facebook o WhatsApp), pero… todo, todo era mentira, la guerra sólo duró un par de años y el planeta en realidad era un hermoso jardín celosamente protegido por una élite que, apoyada en expertos del engaño, mantenía a las masas bajo control. 

Ese es el argumento de "La penúltima verdad", una distopía kafkiana-orwelliana publicada por Philip K. Dick en 1964. 

Esa historia, lo sabemos, nos acompaña desde los inicios de la civilización. 

La mentira y el sapiens siempre han estado juntos, comentó María Fernanda Madriz, investigadora del Ininco-UCV, en un reciente panel sobre información y desinformación que moderé en el IGFve. 

Afirmó la académica que “los instrumentos que se utilizan para construir discursos de verdad son exactamente los mismos que se utilizan para construir falsas noticias (‘fake news’, en inglés)”. 

La manipulación de la verdad viene en el ADN del poder político (sea monárquico, dictatorial o democrático), que la utiliza para ocultar, a veces mediante neolengua, su incompetencia ante sus gobernados, quizá por eso algunos consideran que el concepto de “posverdad” responde a otra moda editorial, que es un fenómeno antiguo con nombre nuevo. 

Sin embargo, Lee McIntyre, investigador de las universidades de Boston y Harvard, y autor de la obra “Posverdad” (Cátedra, 2018) asegura que la posverdad sí es un fenómeno nuevo y peligroso, y lo define como “la subordinación de la verdad a intereses políticos (…) no trata sobre la realidad, sino sobre cómo los humanos reaccionamos ante la realidad”. 

El autor esboza un conjunto de condiciones que propiciaron su aparición: la fragmentación de los medios de comunicación, la llegada de las redes sociales, la bancarrota de los expertos y los rasgos psicológicos de las personas, que son fomentados y reforzados por quienes buscan crear una realidad paralela. 

El escepticismo ante “la verdad científica” (y, finalmente, contra toda “verdad”) fue impulsado, a juicio de McIntyre, desde los años setenta por académicos posmodernos que describían a la verdad como una forma de hegemonía, y por los medios de comunicación estadounidenses, que respondieron con soltura al cabildeo de las empresas tabacaleras (que impulsaron la campaña de desprestigio contra los investigaciones que indicaban que el cigarrillo produce cáncer) y petroleras (que sembraron las dudas sobre la realidad del calentamiento global).

En el 2016 el Diccionario Oxford eligió el término “posverdad” como la palabra del año, luego de las votaciones a favor del Brexit en Gran Bretaña en medio de una campaña de noticias falsas. 

La elección de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos se considera el otro gran evento alcanzado con las mismas estrategias. 

La “tormenta perfecta” para la aceleración de la posverdad surge de la conjunción de la revolución tecnológica en la producción, transmisión y comunicación de la información con nuestra tendencia a favorecer aquello que nos refuerza nuestras convicciones previas y a rechazar lo que no, es el llamado “sesgo de confirmación”. 

En palabras del filósofo Luis M. Valdés, “las redes sociales están prestas a acudir en nuestra ayuda: con un solo ‘clic’ tenemos acceso a cualquier noticia, informe pretendidamente científico, dictamen con aparente autoridad etc., que nos resulte agradable oír y que confirme nuestras convicciones”. ¿Hay vacuna contra la posverdad? 

Un maestro de quinto grado en Irvine, California, decidió implementar un programa para que sus alumnos, todos nativos digitales, entendieran, identificaran y combatieran las “noticias falsas” que se presentan como fidedignas… 

Son siete pasos, que los adultos también podemos implementar: 

1. Buscar los derechos de autor. 
2. Verificar la noticia en múltiples fuentes. 
3. Analizar la credibilidad de la fuente (¿cuánto tiempo tiene activa?).
4. Buscar la fecha de publicación. 
5. Valorar la experiencia del autor en la materia. 
6. Preguntar: ¿encaja con mi conocimiento anterior? 
7. Preguntar: ¿parece realista? 

 Y a modo de recordatorio, tengamos presente a la pensadora española Remedios Zafra: “Habitar la red implica habitar un marco de fantasía”.  

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