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Ser excursionista es vencer retos y aprender a valorar al prójimo

El Centro de Excursionismo Loyola es un centro de formación que incentiva el sentimiento nacional y valores como la empatía

  • Diario El Universal

09/05/2018 03:36 pm

ALEXA VIELMA

El Centro de Excursionismo Loyola (CEL) es una institución perteneciente al Colegio San Ignacio de Loyola. Este nace en 1923 como un grupo debido a que los jesuitas querían impartir una formación en valores y mística a los estudiantes de bachillerato a través de la montaña. “Fue justo en 1938 cuando el padre José María Vela le da el nombre y fundan el centro en la piedra de Lagunazo (una de las rutas de Waraira Repano)”. Destaca el padre Pedro Galdos S.J, quien ha acompañado y es asesor de esta institución desde 1963.

Para ese momento, ya se tenía el lema: “Excelsior, más alto más arriba”, que significa que no se le debe dar cabida a la mediocridad y lo ideal es perseguir la excelencia. “Siempre se confunde con ser mejores y dar más de nosotros pero en el CEL se explica claramente que no se trata solo de la superación personal sino ¿para qué esta superación personal?”. Manuel Martínez, jefe de la directiva de dicha institución, subraya que ellos tratan de direccionar el propósito de sus acciones para que se conecten con la filosofía de cada integrante del equipo.

Este centro tiene cuatro virtudes que son pilares fundamentales en la acción de cada celista: servicialidad, sacrificio, lealtad y pureza. Martínez explica que cada una de estas cualidades se refleja para ayudar e impulsar a otros a alcanzar la cumbre de sus metas. “Esta es una enseñanza que nos otorga el CEL y desde 5to grado, los niños y jóvenes que deciden formar parte de este centro, se van educando con estos valores ya que la mejor forma de amar, es ayudar al prójimo”, destaca Martínez.

“En todas las culturas del mundo y en casi todas las religiones, la montaña se percibe como un símbolo sagrado. Por esto, el simple hecho de estar ahí, inspira un aura mágica, de mística y elevación”. Martínez señala que la montaña es un espacio que le permite a la persona retarse constantemente. Los jóvenes comienzan a ser responsables de sus acciones y de los otros porque se crea ese sentido de grupo que le permite a la persona mostrar su auténtica esencia.

Para cada excursión hay consignas: salimos como amigos y llegamos como hermanos o siempre hay algo más en mí. Por esta razón el excursionismo sirve para incentivar herramientas de liderazgo y superación porque es un sacrificio que se transforma en felicidad, no solo de llegar a la cumbre, sino de aprender cómo llegar a ella ya que en los espacios de reflexión se aprenden de la naturaleza y se pone en perspectiva la vida para poder llevar esa enseñanza a la cotidianidad. El excursionismo es una escuela en la que se aprende para la vida: “A acomodarse en las dificultades, a aguantar la lluvia, el frío, el calor. Es vencerse a sí mismo y superar junto al compañero la dificultad, a ser empático. A ver quién necesita más que yo y siempre entregar lo mejor de nosotros”, dice el padre Galdos y enfatiza que este centro de excursionismo hace al joven más integral, lo prepara para lo que le falta vivir, le da autoconfianza, le permite perseguir el camino de sus sueños y entender que la felicidad de los demás, también será la suya.

¿Sabías que...?

Cada año se traza Un nuevo rumbo, una nueva meta

Martínez señala que cada año, hay una nueva meta por alcanzar. Los jóvenes de 5to grado no pernoctan, pero hacen rutas en Waraira Repano: Rancho Grande, No te apures, Solitario, Pico Occidental, Pico Oriental. En 6to, uno de sus destinos es Ocumare de la Costa y a partir de 1er año se acampa en los picos antes mencionados, en Cabeza del Elefante y el Pico Naiguatá. En 2do año viajan a San Juan de los Morros; en 3ero a Santa Ana de Coro. En 4to año viajan a la Sierra de la Culata en Mérida y finalmente en 5to año, la travesía es hacia Sierra Nevada, en Mérida.

Virtudes para cultivar espíritu, alma y corazón

Martínez destaca que la servicialidad es una de las principales virtudes ya que el celista está dispuesto a ayudar al otro, de crear ese magis compartido para alcanzar juntos las metas. El sacrificio es la segunda, debido a que cada meta tiene pruebas de fuego por las que tiene que pasar el joven pero la recompensa al llegar a la cúspide, no tiene precio ni palabras. La lealtad es la tercera: a los principios, a las convicciones y a las personas que conforman el grupo y la pureza. La última, aunque no menos importante, consiste en ver a Dios en todas las cosas que se hacen.

La montaña es como metáfora de vida y fuente de felicidad

Uno de los pensamientos fundamentales es: “Las montañas son el reino de la luz, el camino a los nuevos amaneceres”. El padre Galdos destaca que la vida se trata de soñar, de aprender poesía sin estudiarla porque la montaña te da esa facilidad. Te ayuda a saborear los detalles como la familia, el compañero que se tiene al lado, la soledad, hasta la cálida brisa en el calor sofocante. El padre Galdos le da mucha importancia a esto porque el excursionismo saca a la luz todas las riquezas y valores que están en el interior de la persona que le ayudan a ir por más.

Una de las cosas que tienen presente es el contemplativo. Según la filosofía de San Ignacio de Loyola, significa que el hombre de fe es capaz de contemplar a Dios en todo momento ya que este tiene herramientas para comunicarse con él por las acciones diarias pues la persona está comprometida con su realidad. Por esta razón, “a Jesús se le puede encontrar en la persona a la que ayudamos, al compañero que le damos agua cuando está sediento, al amigo que nos da una palabra de aliento”, de eso se trata, de encontrar a Dios en cada acontecer, según el padre Galdos.


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