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El Jardín Desierto de Juan Luis Landaeta

El dibujo y la escritura estuvieron presentes en la muestra "Jardín Desierto" del artista plástico y escritor venezolano, Juan Luis Landaeta. Para él estos son sinónimos, que aparecen una y otra vez en sus manuscritos y en las figuras abstractas que traza.Esto no resulta extraño ya que graphein del griego significa tanto escribir como dibujar.

  • Diario El Universal

21/04/2018 06:45 am

Landaeta se acercó al dibujo hace muchos años cuando observaba a su hermana mayor, estudiante de arquitectura, marcar líneas en su mesa de trabajo bajo la luz blanca de su lámpara: "Diría que muchas de las láminas que tengo para mí, empezaron a hacerse en esos puntos lejísimos de la memoria. Yo la recuerdo haciendo esos trazos con líneas muy delgadas. Esa imagen, paciente, se conecta con las primeras impresiones de obras que quise reproducir. Creo que empecé a dibujar cuando procuré ese acercamiento. Fue natural.

Al hacerse consciente de que a medida que escribía dibujaba más pasó de la tinta al acrílico. La pintura le permite generar otro plano, por medio de su maleabilidad, y además con ella puede plasmar otras “existencias” en el discurso."


Reconoce que uno de sus referentes es Henri Michaux, quien también paralelamente desarrolló una obra plástica y poética que se acercaba a la tradición filosófica budista y la abstracción progresiva: "Esas manifestaciones son mi manera de estar en el mundo, de asirlo. Podría pensar que son respuestas, así como Michaux decía que escribiendo o dibujando, él solo atendía a ritmos. Diversos, calmos, caóticos, pero ritmos al fin."



¿Por qué el nombre de Jardín Desierto?

Justo tengo a la izquierda del escritorio una nota de la libreta que llevaba por los días en que tuve esa idea. Anoté que esas dos palabras llegaron a mí, juntas, el 28 de septiembre de 2015. Bueno, por un lado, la noción de absurdo, ¿no? Un jardín es el reino de la variedad, por excelencia. Y el desierto… pues de lo estéril. Pero ahí me quería detener en algo. El desierto es “uno” en geografía, pero son “muchos” porque se mueven absolutamente todo el tiempo. Creo que cualquier paisaje es más estable que el desierto. En cualquier caso mi noción era hacia “lo” desierto, no “el” desierto. Por otro lado, hay un montón de dibujos entre 2010 y 2014 de algo de algo parecido a animales y sin dudas, de muchos pájaros. Pero no lo decidí, ocurrió y cuando empezamos a armar la exposición con Kelly Martínez, no tuvimos ninguna duda en que ese fuera el primer nombre para el conjunto. “Cercano alrededor” era otro título muy rico, muy… esclarecedor de esa búsqueda, y fue el que escogió mi amiga Faride Mereb, con ese ojo tan claro que tiene, para el libro que diseñó con mis dibujos y manuscritos. Así que los dos nombres están hermanados y claramente se complementan.


Se observa la influencia oriental en tus obras. Algunas de tus dibujos parecen hiraganas, caligrafía japonesa.

Bueno sí, pero ahí conviene partir de una obviedad casi odiosa: cuando escribimos, dibujamos. Hay una herencia enorme, dilatada, de escribas que a través de su caligrafía, inevitablemente desdibujaban la faena entre una cosa y otra. Los ideogramas también podrían ser una referencia inmediata. Li bai, Basho, Wang Wei, Bai Juyi, los que quieras. Lo que pasa es que la referencia japonesa se corresponde mucho con la estética, no con la manifestación puntual. La caligrafía que está resultando obsoleta en occidente, hoy día se torna casi excéntrica o particularísima, requiere un detenimiento muy cercano a la meditación. Ese encuentro de fenómenos durante la práctica de un trazo, un esbozo, me parece sumamente interesante.



Al inicio tus dibujos eran solo en blanco y negro, luego agregaste el naranja, el azul, el rojo…

Y más. La incorporación ha sido lenta, pero progresiva. Muy puntual. Me siento muy cómodo trabajando con el color negro, porque arroja muy rápido la figura sólida en el plano. Esa comunicación muy robusta de los trazos me permitió establecer una “línea” definitoria de mi búsqueda. Los colores, por más sencillo que suene, simplemente los he ido necesitando. He tenido claridad en ello, ha sido como una conquista. No se trata de sumar colores. Aquí operan como una transformación. Al haber trabajado tantísimo en blanco y negro, siento que esa nueva “especie” viva en la obra, fue en algún momento de otro tono y ahora, por decirlo así, “emerge” en forma naranja, azul, turquesa. Es muy interesante no solo saber o experimentar lo que los colores generan en uno, sino lo que determinadas formas con determinados colores. Kandisnsky ya dijo casi todo lo que había que decir en ese particular. Y no hablo solo de frecuencias o vibraciones ópticas. La carga cultural, las referencias escolares, los prejuicios…


Dos pregunta casi obligatorias para todos quienes han emigrado ¿qué extrañas de Venezuela y cómo describirías tu vida como extranjero en New York?

Te voy a decir lo que más extraño de Caracas: la idea del (su) futuro. Hay tantas formas de “ser” extranjero como de “ser” venezolano. No puedo describir ninguna de las dos, creo que en ninguno de los arquetipos me siento cómodo y no sería sensato arrimarme a ninguno. Amo mi país y mi origen de la misma forma en que vivo y me descubro viviendo desde hace 4 años fuera de él.


Diosceline Martínez

Es comunicadora social, investigadora de poesía y redes sociales.

También es directora de @poesiavene y periodista de Ediciones Letra Muerta.


Jardín Desierto se expuso en Relabs Studio, New York bajo la curaduría de Kelly Martínez, quien describió las obras como una caligrafía con alfabeto propio. Fotografía: Kathy Boos

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