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Como un buen vino...

A sus 75 años, el retiro no está en sus planes. Considera que la experiencia permite narrar los cuentos con mayor soltura

  • Diario El Universal

13/04/2018 01:29 pm

ELENA SOTO

—¿Un cuento que defina a Armando Quintero?

—Creo que dos cuentos lo hacen mejor: uno mío, Puño al aire, que está en mi libro Los cuentos de la Vaca Azul; el otro, El comedistancias, de Jairo Aníbal Niño, un gran hermano del corazón.

—¿En su alma anida algún arrepentimiento?

—Desde pequeño aprendí tanto en el hogar como en la casa de los abuelos, en la escuela, y con las lecturas y las vivencias de los otros que si hay algo que no debemos anidar son resentimientos, ni arrepentimientos. Nos decían los abuelos: “El que estuvo mal fue el otro, no haga como él que descargó la violencia que lleva dentro“. Y agregaban: “Si es usted el que se comportó mal, reconózcalo, pida disculpas y trate de no repetirlo. Para no tener que arrepentirse”.

—¿Qué significa Venezuela para usted?

—Creo que cuando a una persona la obligan a irse de la patria donde nació se siente tal como si fuera un pequeño al que lo arrancan de los brazos de su madre. Venezuela fue, al menos para nuestra familia, la madre sustituta que nos recibió de brazos abiertos. Y, uno la abraza.

—¿Cuál fue su crisis matrimonial más complicada y cómo la superaron?

—Cuando nos reencontramos en Caracas luego de ocho meses de estar separados, en un país que no conocíamos, en una ciudad que tenía unas dimensiones que excedían a lo que habíamos imaginado, y a la que teníamos que adaptarnos sí o sí, porque no se sabía si algún día podríamos regresar. Además, en las habitaciones de un apartamento que no era “nuestra casita”. Con otra hija, a la que con su abuela y su hermana conocíamos con seis meses. Se superó con una psicólogo.

—¿Cuál fue el principal consejo que le dio a sus hijas?

—Principales son todos. Con mi esposa compartimos la tarea y siempre tratamos de ser coherentes en los consejos, les recordamos: la aceptación a los otros, la solidaridad y la honestidad. Como siempre lo hicieron nuestros abuelos y padres con nosotros. Creemos que es el hogar quién nos da los valores y compromisos a asumir en la vida.

—¿Cuál fue la mayor lección que le dio la vida?

—Ser cuidadoso en lo que se dice y coherente en cómo se actúa.

—¿Al acostarse en qué piensa?

—En cómo me comporté en la jornada conmigo mismo, con mis familiares, mis amigos, mis alumnos y los otros. Para saber qué haré mañana para enmendar, corregir y avanzar.

—¿El retiro está en sus planes?

—Disculpe que sea yo quien le pregunte: ¿Se me ve tan viejo? Broma aparte, aclaro lo que he aprendido en este viejo oficio: si uno lo ejerce desde el corazón, uno aprende que, como los buenos vinos, cuantos más viejos saben mejor. Los años, se supone, nos dan más experiencia, sabemos más cuentos y sabemos comunicarlos mejor.

Venezolano de corazón, uruguayo de nacimiento 

Comida Una reina pepeada con jugo de lechosa.

Lugar La capilla de Juan Félix Sánchez en San Rafael de Mucuchíes.

Libro Vida privada de las muñecas de trapo de Aquiles Nazoa.

Cuadro La cueva de Armando Reverón.

Fecha 18 de noviembre día de La Chinita, la patrona de nuestra América.

Canción Pueblos tristes de Otilio Galíndez.

Pasatiempos Leer literatura infantil y clásica, la escritura, la ilustración y las visitas al parque junto a los nietos.

Profesión Profesor de literatura.

Creador Cuentos de la Vaca Azul y Narracuentos UCAB. Hace un año, fundó Narracuentos UCAB Los Ruices.

En cifras 2006 fue el año en el cual le otorgan el Premio Nacional de Literatura Infantil del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay por su libro Un lugar en el bosque, obra reconocida ese mismo año por el Banco del Libro, como el Mejor del Año.

Una familia de uruguayos y venezolanos

“Inicialmente éramos 5 miembros: mi esposa, que logró llegar con su pasaporte de soltera, con siete meses de embarazo, y ocho meses después, nos reclamó por derechos humanos, y pude ingresar con mi suegra y mi hija mayor (…) Ahora, el entorno ha crecido al casarse la hija menor: un yerno y dos nietos que, como sucede con muchos profesionales jóvenes, duermen fuera de Caracas. Nos vemos a diario porque colegios y trabajos están aquí”.


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