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Una prótesis no debe limitar a nadie

Yeslie “Pepe” Aranda y María Fernanda Belandria nos demuestran que la amputación de un miembro no debe ser impedimento para tener una vida normal

  • LORENA EVELYN ARRÁIZ

17/07/2018 03:51 pm

Una prótesis es simplemente una herramienta. Reemplaza de manera artificial a una extremidad o parte de una extremidad perdida, y puede ayudar a recuperar la independencia luego de la amputación, explica la Coalición de Amputados, una organización estadounidense sin fines de lucro cuya misión es “llegar a personas con pérdida de extremidades y capacitarlas a través de la educación, el apoyo y la defensa de sus derechos para que alcancen su máximo potencial, y promocionar la prevención de la pérdida de extremidades”.

No existe ningún dispositivo que sea el mejor de todos. La clave del éxito de la persona amputada consiste en trabajar con su médico, protésico y terapeuta para atender sus necesidades y aclarar sus dudas. 

El protésico trabajará con ella en el diseño y ajuste. El fisioterapeuta y el terapeuta ocupacional trabajarán con ella para enseñarle a usar la nueva prótesis.

La relación entre una persona con pérdida de extremidad y su protésico es única. Muchas personas con pérdida de extremidad establecen una relación de por vida con su protésico. Esto hace que elegir al protésico sea una decisión muy importante. A la persona le pueden recomendar uno, pero en última instancia es ella quien tiene que tomar la decisión.

Historias de personas que se han adaptado a sus prótesis hay muchas. Conozcamos las de dos venezolanos ejemplares.

“Toda Suramérica en una pierna” 

Yeslie “Pepe” Aranda emprendió recientemente un viaje a Suramérica. Su destino: 11 países y una dependencia. Lo particular de esa travesía es que la realizará caminando y con una prótesis en su pierna izquierda. 

Luego de un accidente de tránsito junto a su hija Paola, a quien le fue desincorporada la extremidad inferior derecha y dejándola en una silla de ruedas, Pepe se dedicó a su rehabilitación física y apoyándose en su fe católica comenzó haciendo caminatas en muletas para pagar promesas religiosas y a medida que se iba ejercitando, se estableció la meta de realizar una travesía donde quiere llevar un mensaje de amor, esperanza y, sobre todo, demostrar que no está discapacitado sino que sus condiciones son diferentes. 

A sus 56 años, su actividad denominada “Toda Suramérica en una pierna y una prótesis zona biónica” le permitirá demostrar que la amputación de un miembro no debe ser impedimento para tener una vida normal y que también se pueden establecer y cumplir metas importantes para cumplir. En ese caso, caminar por esta parte del continente. 

“Una prótesis no debe limitar a nadie”, asegura el doctor Alfredo Orozco, especializado en Traumatología y Ortopedia. Para ello, debe realizar previamente terapia física para mejorar la masa muscular y poder movilizar la prótesis.

 La prótesis tiene un tiempo de vida. En el caso de las que van en las piernas, que llevan todo el peso del cuerpo, las piezas ameritan una revisión más frecuente porque la cuenca de la prótesis se va desgastando y cuando eso sucede, se puede partir. Sin embargo, los mismos pacientes están muy atentos al funcionamiento de estos objetos porque de ellos depende su movilización. En el caso de las extremidades superiores, al no haber carga de peso, le da una mejor duración a las mismas, explica el galeno. 

CrossFit, natación, bicicleta y softbol 

Cuando María Fernanda Belandria Aponte tenía 28 años, ingresó a una clínica por una fuerte infección que generó la amputación de sus dos piernas. 

Luego de esa cirugía, vino el trabajo de rehabilitación y comenzar el proceso de adaptación de las prótesis. El ejercicio y natación le permitieron terminar de recuperarse. A su juicio, incorporar las prótesis a sus piernas fue sencillo. “Me decían que la primera etapa era solo levantarse y que era ganancia y yo me dije ‘si me caigo 10 veces, me levanto 20’ pero ese mismo día que me colocaron la prótesis salí caminando”.

Sintiéndose recuperada, comenzó a practicar CrossFit y eso le dio más seguridad, comodidad y fuerza interna. 

María Fernanda tiene 30 años y han transcurrido cinco desde que perdió sus extremidades. Sin embargo, como madre ha querido demostrar que no hay límites sino los que las mismas personas se imponen y por ello participó en un 5k de la Asociación de Niños con Cáncer. “Llegué detrás de la ambulancia pero llegué”, cuenta entre risas.

Montar bicicleta, bailar y jugar softbol también han estado en sus actividades así como motivar a las personas y les subraya que no se entristezcan porque les ocurrió algo. “Siempre nos van a pasar cosas malas, siempre vamos a tener problemas, sean reales o creados por nosotros, pero no nos podemos permitir que las situaciones malas de la vida determinen lo que somos, lo que vamos a hacer. 

Tenemos que enfocarnos en lo bueno y eso es que tenemos salud. Tenemos una familia, tenemos vida y tenemos que luchar por esas metas”.
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