Una hoguera fue encendida el 26 de septiembre en la azotea del edificio Pomarrosa, ubicado en la calle Sucre de Catia. Vecinos pensaron que se trataba de una parrillada. El fuego alimentado con gasolina se mantuvo encendido por horas y consumió casi completamente los restos de Oswaldo Villegas de 72 años, quien horas antes había sido asesinado en su apartamento. ¿Los asesinos? Su hija de 37 años y su nieto.
El 20 del mismo mes, un joven piloto fue a comprar una camioneta en los Valles del Tuy. Una oferta realizada por una muchacha quien supuestamente se iba del país. El piloto, identificado como Michel Fernández creyó la historia y viajó acompañado por tres funcionarios policiales a realizar la transacción.
El grupo tenía pocas posibilidades de salir airoso de la telaraña. Fueron emboscados. La supuesta vendedora, Sinaí Alejandra Salazar Monteverde, había orquestado el robo del monto que pagarían por la camioneta: El botín ascendía a miles de dólares.
Durante el asalto se produjo un tiroteo y Fernández murió al recibir un disparo en la cabeza.
Al día siguiente Sinaí murió en un operativo policial. Junto a ella fallecieron cuatro presuntos delincuentes. Todos estaban armados, y a ella le incautaron un arma calibre 9 mm de la Policía de Miranda.
En el estado Anzoátegui, una niña de 13 años fue detenida por ser la autora intelectual del asesinato de su mamá.
La jovencita, su novio y un tercer cómplice asesinaron a Dayana Santoyo, madre de dos y asistente veterinaria.
Luego arrojaron el cadáver en un basurero ubicado cerca de la casa y a su lado lanzaron un perro muerto para disimular los malos olores. La razón del asesinato fue que la madre se oponía a la relación de la menor.
El monopolio de la violencia
Se considera que el sexo masculino tiene el monopolio de la violencia. Eso se evidencia en los penales del país: 90% de la población penitenciaria son hombres, indica el sociólogo Luis Cedeño, director de la organización no gubernamental Paz Activa.
Sin embargo, datos manejados por el criminólogo Fermín Mármol señalan que la cifra de delitos cometidos por hombres ha descendido de 92% del total, a 82% en los últimos años, lo que en otras palabras quiere decir que la participación femenina en los crímenes aumentó 10%. Aproximadamente 20% de los crímenes son cometidos por mujeres.
La mujer ha escalado posiciones en el delito
“La crisis llevó a muchas mujeres a incorporarse a la vida delictiva”, agrega Cedeño.
Hay casos en los que las parejas de los líderes de las bandas quedaron al frente de esas organizaciones tras la muerte del cabecilla, en otros casos la mujer ocupa cargos importantes en el manejo de las finanzas, la logística o el control del parque de armas, agrega.
De víctima a victimaria
“Históricamente la mujer ha sido una víctima de la violencia, somos consideradas el sexo débil, por eso sorprende cuando las mujeres se encuentran envueltas en crímenes. Es la prolongación del estereotipo social de la mujer sumisa y el hombre activo”, agrega la psicóloga social Magaly Huggins.
Acota Huggins que la violencia se infiltró en la sociedad, “desde el discurso político, hasta la violencia institucional, todos estamos rodeados de violencia, sería iluso creer que en medio de tanta violencia la mujer se mantenga a un margen”.
La rabia va por dentro
Una de las características que resalta en los crímenes violentos cometidos por mujeres es que muchos de ellos son la finalización de crisis familiares.
“Puede ser interpretada como la explosión de una rabia contenida.
Son casos en los que las mujeres terminan matando al objeto de su frustración y odio”, señala Huggins.
Cedeño acota que de acuerdo a estudios de victimología realizados, en más del 50% de los casos de sicariato, el autor intelectual del asesinato fue una mujer.
En esos casos la esposa de la víctima no tiró del gatillo, pero fue mortal en la conclusión del problema.
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