A mediados de los años 80 la ciudad de Kansas City, Estados Unidos, se adaptaba a una nueva realidad, había pasado el fragor urbanístico y muchas obras quedaron en sueños, la ciudad se ajustaba a un tiempo de austeridad y de aceptación de su pasado histórico.

En medio de ese panorama, un anticuario quien había dedicado años a recopilar y vender parte de los tesoros de ese pasado reluciente, de pronto saltó a las primeras páginas de los medios, tras haber pasado su vida a las sombras: la fuga de una de sus víctimas dejó al descubierto el infierno que había ocultado durante años.

Robert Andrew Berdella sería conocido como el “Carnicero de Kansas City”. Sus crímenes revelan una perturbadora dualidad, la de un hombre que pasó de ser respetado en su comunidad, a ser un sádico asesino en serie que operó entre 1984 y 1987.

Robert Berdella nació el 31 de enero de 1949 en Ohio. Sus padres: Robert Berdella y Mary Louise Huffman. Fue criado en un hogar católico, su infancia estuvo lejos de ser idílica. A pesar de tener una inteligencia notable, fue un niño solitario y tartamudo.

La relación con su padre estuvo marcada por el abuso físico y emocional. Durante su adolescencia descubrió su homosexualidad, que mantuvo oculta por años. Berdella fue abusado por un compañero de trabajo, lo que lo volvió agresivo, especialmente con las mujeres.

A pesar de estos traumas, tuvo un buen rendimiento académico y llegó a inscribirse en el Kansas City Art Institute en 1967. Berdella se estableció en Kansas City, donde ganó reputación como comerciante de antigüedades, allí construyó su fachada respetable.

En 1965 vio la película El Coleccionista y algo se rompió dentro de sí, pasarían 20 años hasta que desatara el horror que ocultaba. Entre 1984 y 1987 fue responsable de la desaparición y asesinato de al menos seis hombres jóvenes prostitutos y adictos a las drogas.

Tras secuestrar a sus víctimas las torturaba de manera extrema y prolongada. Las mantenía en cautiverio durante semanas y las sometía a abusos físicos y psicológicos inimaginables. Su primera presa fue secuestrada el 5 de julio de 1984, era Jerry Howell (19).

La brutal serie de asesinatos llegó a su fin en 1988, cuando una de sus víctimas, Christopher Bryson, logró escapar y alertar a la policía. La investigación en la casa de Berdella reveló el horror: restos humanos, el diario de los crímenes y fotografías de las víctimas, confirmando las atroces historias.

La policía encontró un diario en el que documentaba sus crímenes, detalló cada acto de tortura, cada fantasía. Este macabro registro, junto a las fotografías que documentaban la barbarie, ofrecieron a las autoridades una ventana aterradora a la mente del psicópata.

Berdella se declaró culpable de asesinato en primer grado por la muerte de Robert Sheldon, y de varios asesinatos en segundo grado. Robert Berdella murió en prisión el 8 de octubre de 1992, a los 43 años, tras haber sido condenado a prisión de por vida.