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Sombras del Mal: Ed Kemper, el gigante que aterrorizó California

Años de maltratos y abusos familiares terminaron convirtiéndolo en un violento asesino que azotó California en la década de los '70

  • Diario El Universal

20/07/2025 06:00 am

Con una altura de 2,06 metros y un coeficiente intelectual de 145, Edmund Kemper III, mejor conocido como Ed Kemper, no es un asesino en serie ordinario. Su figura imponente y su mente brillante se convirtieron en la pesadilla de California en la década de los ‘70. Su historia constituye un escalofriante estudio sobre la génesis de la violencia en el seno familiar, que nos obliga a mirar de frente los peligros de la negligencia y el abuso maternal.

Por su modus operandi fue bautizado como El "Asesino de Co-Eds" o “Asesino de Universitarias”.

Kemper se entregó a las autoridades en 1973, cuando confesó el asesinato de 10 personas, entre ellas sus abuelos, su madre, seis jóvenes universitarias, una de ellas menor de edad. 

Más allá de la brutalidad de sus crímenes, su caso es un testimonio de cómo una infancia marcada por la humillación y el abuso psicológico puede encender la mecha de una violencia incontrolable.

La infancia de Kemper fue un caldo de cultivo para la violencia. Su madre, Clarnell Strandberg, lo sometía a un constante abuso, humillándolo por su tamaño y aislamiento social. Se cree que esta relación tóxica fue la chispa que encendió la violencia en su interior, un odio que, según los expertos, se convirtió en la raíz de su comportamiento homicida.

A los 15 años, la tragedia se desató. Kemper asesinó a sus abuelos paternos, a quienes describió como un peso en su vida. Tras los crímenes, se entregó y fue enviado a un hospital psiquiátrico, donde se le diagnosticó esquizofrenia paranoide. Increíblemente, en 1969, a los 21 años de edad, fue liberado. Los psiquiatras que lo trataron lo consideraron "curado" y sin peligro para la sociedad, una decisión que tendría consecuencias devastadoras.

De vuelta a las calles en Santa Cruz, California, Kemper nuevamente comenzó a vivir con su madre, quien continuó con los maltratos psicológicos y físicos a los que lo sometía. 

La ira de Kemper se desbordó. Entre 1972 y 1973, violó, torturó, asesinó y desmembró a seis jóvenes universitarias, una de ellas menor de edad, que hacían autostop. Kemper utilizaba su vehículo para ofrecerles transporte a las jóvenes, llevándolas a lugares aislados donde cometía sus crímenes. Después de asesinarlas, a menudo regresaba a su casa con los cuerpos, donde realizaba actos de necrofilia y desmembramiento

Finalmente, en abril de 1973, el odio acumulado durante años se centró en su madre. La asesinó, al igual que a la mejor amiga de ésta, y mutiló ambos cuerpos. Luego, en un acto de remordimiento, llamó a la policía y se entregó.

Kemper fue declarado mentalmente apto para enfrentar el juicio, a pesar de que los psiquiatras no lograron diagnosticarlo con una única condición. Se declaró culpable y fue sentenciado a ocho cadenas perpetuas. Su caso es uno de los más estudiados en criminología, un recordatorio sombrío de que las señales de la violencia no deben ser ignoradas. 

En 2022, estando en silla de ruedas, tocó inapropiadamente a una funcionaria de la cárcel donde está recluido, acto que se consideró grave y considerado como una evidencia de que Kemper todavía es, a sus más de 80 años, una amenaza para la sociedad.

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