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Sombras del Mal: El asesino del Guante Dorado

Durante cinco años, un asesino serial convivió junto a los cadáveres de sus víctimas en los barrios pobres de Hamburgo

  • Diario El Universal

23/03/2025 07:08 am

Alemania será recordada por su papel en la Segunda Guerra Mundial y especialmente por los nefastos campos de concentración donde millones de seres humanos perdieron la vida, sabemos de las historias de la población judía, principal objetivo del Tercer Reich, pero poco se conocen las historias de otros que sufrieron de esos campos de esclavitud, trabajo forzado y muerte.

En uno de esos campos, vivió su infancia Friedrich “Fritz” Honka, hijo de un carpintero comunista, quien fue detenido por las temibles SS y condenado, junto a su familia, a trabajos forzados durante toda la guerra.

El padre de Honka, aunque sobrevivió junto a su familia al infierno del campo de concentración, no aguantó mucho más, convertido en un alcohólico, murió en 1946, y su madre envió a Fritz a un orfanato. Allí se mantuvo hasta los 15 años, cuando fue devuelto a las calles.

En los años 60, Honka consiguió empleo como obrero en un astillero. Pero sufrió un accidente que lo marcaría de por vida, una caída le desfiguró el rostro. A pesar de ello, consiguió novia y se casó, al poco tiempo tuvo un hijo. Aunque se consideraba un monstruo, tuvo una corta felicidad, ya que las peleas y el alcoholismo terminaron con el matrimonio.

Comenzaba el viaje al infierno. Su hígado, golpeado por años de consumo de alcohol, hacía que con apenas un trago se emborrachara, así que lo botaban de todos los bares a los que iba, excepto los más oscuros de la zona roja de Hamburgo, como el bar "El Guante Dorado". Allí conoció a su primera víctima, Gertraud Bräuer, de 42 años, a quien violó, asesinó y descuartizó a principios de diciembre de 1970 tras una borrachera. Partes del cuerpo de la mujer se los llevó a su casa.

Cuatro años después, en 1974, asesinó a Anna Beuschel (54) y a Frieda Roblick (57). Luego, en 1975, mataría a Ruth Schult (52), todas en su apartamento, donde guardó partes de los cuerpos. Intentó tapar el olor a descomposición con aromatizantes.

Los vecinos se quejaron y llamaron a la policía por los malos olores, pero el molesto olor fue achacado a residentes griegos. “Siempre cocinan con muchas especias exóticas”, dijeron, y la policía desistió de seguir la investigación.

La policía no había notado la desaparición de las cuatro mujeres, no había investigado las denuncias de las desapariciones, sus víctimas sencillamente se esfumaron. Pero un incendio accidental en el edificio dejó al descubierto los horrores.

Los bomberos al derribar una pared del apartamento de Honka encontraron los restos de una mujer. La policía descubrió los restos de Bräuer y de las otras víctimas. Honka fue detenido.

En el juicio, se consideró a Honka como un enfermo mental y fue condenado a 15 años en un psiquiátrico, del cual fue dado de alta en 1996.

Se mudó a una residencia de ancianos en el mar Báltico, bajo el seudónimo de Peter Jensen, donde murió de una falla cardíaca en 1998, no hay ningún memorial que recuerde a sus víctimas.

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