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Sombras del Mal: El “Aniquilador de Sirvientas”

Un asesino en serie atacó, abusó y asesinó a mujeres afrodescendientes en la ciudad de Austin a finales del siglo XIX

  • Diario El Universal

28/04/2024 06:30 am

Esta semana nos acercaremos a una historia inconclusa en la que el asesino no fue enjuiciado. Es la historia de “El Aniquilador de Sirvientas”, “El Asesino del Hacha de Austin” o “El Asesino de Medianoche”, como también fue identificado.

Este asesino precedió a “Jack the Ripper” por tres años, pero no fue tan conocido como “Jack el Destripador”, tal vez porque sus crímenes ocurrieron en una ciudad del interior de Estados Unidos, no en la megalópolis victoriana.

“El Aniquilador de Sirvientas” ultimó a siete mujeres, cinco negras y dos blancas, y a un hombre de piel negra. Además, hirió gravemente a seis mujeres y a dos hombres.

​Todas las víctimas fueron atacadas con un hachazo en la cabeza mientras dormían en sus camas. El arma siempre era tomada de la casa de las víctimas y dejada a su lado. Cinco de las mujeres fueron arrastradas, inconscientes y aún vivas, fuera de la casa, donde fueron abusadas y asesinadas con el hacha. Tres fueron mutiladas. Todas las víctimas fueron colocadas de manera similar, y a seis de ellas les insertaron un objeto punzante en los oídos, probablemente un cuchillo.

La serie de asesinatos terminó con la muerte de dos mujeres blancas en una misma noche, la víspera de Navidad de 1885, cuando Eula Phillips, de 17 años, y Susan Hancock, fueron atacadas mientras dormían. Por el último caso se acusó a Moses Hancock, pero fue absuelto poco después por la muerte de su esposa.

En dos casos, el asesino se encontró con niños, a quienes no atacó; a uno de nueve años lo cubrió con una manta y lo dejó a un lado, mientras que al otro le regaló una manzana. Uno de los niños describió al asesino como “un hombre negro, alto y con pantalones arremangados”.

La mayoría de las víctimas era de raza negra, lo que hizo que la comunidad afroamericana creyera que el asesino era “un hombre blanco con poderes mágicos que le permitían volverse invisible”, ya que en ningún caso se escuchó a los perros ladrar.

​La serie de asesinatos terminó cuando se contrataron policías adicionales, se ofrecieron recompensas y los ciudadanos formaron comités de vigilancia para patrullar las calles por las noches, lo que ahuyentó​ al asesino.

El caso se mantuvo abierto, aunque se presume que el asesino era un sujeto que murió en 1886, Nathan Elgin, un joven de raza negra de 19 años.

Su identificación se había logrado, gracias a huellas que dejó el asesino, quien se descalzaba para atacar. En las huellas se observó que al asesino le faltaba el dedo meñique de un pie.

Nathan Elgin murió en febrero de 1886, poco después del último asesinato, durante una violenta riña con una mujer. La policía le disparó. En la autopsia se observó el detalle del dedo meñique faltante en el mismo pie que en las huellas del asesino.

Los datos fueron conectados 130 años más tarde, durante una investigación de un programa de crímenes reales. Sin embargo, a la fecha no hay un culpable judicialmente definido, por lo que el caso sigue abierto.
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