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Internet y las redes sociales: aprender para evitar el peligro

Peligrosas tendencias controladoras y radicalizadoras cruzan la superautopista de la información

  • Diario El Universal

21/04/2024 06:30 am

La ingenuidad es una característica humana. Todos tendemos a creer que las ideas nuevas vienen cargadas de buenas intenciones, que las cosas en las que creemos, religiones, posiciones políticas, artistas y proyectos, no pueden ser corrompidos, que no se puede hacer cosas malas con cosas buenas.

Y parece que, como las moscas que chocan una y otra vez contra una ventana hasta morir, nosotros nos estrellamos insistentemente contra otra realidad, la de que todo es corrompible, todo se puede convertir en armas, todo puede ser veneno, todo puede ser malo, dependiendo de quien lo use y con qué objetivo.

Así pasó con una y otra y otra, hasta que llegamos a la llamada superautopista de la información, que nació con ilusiones académicas, como la gran biblioteca de Alejandría, para compartir conocimientos y abrirnos a un mundo mucho más allá de nuestras fronteras.

Luego se construyeron imperios, y la vieja pornografía llegó a la red, rebautizada como entretenimiento para adultos, para evitar problemas legales. La inmediatez y los bajos costos hicieron crecer esta industria.

La violencia también logró su nicho, cientos de páginas mostraban la realidad más cruda jamás transmitida. Fotografías de asesinatos, suicidios y accidentes encontraron allí su espacio.

Internet en su versión 1.0 era un museo, un gran archivo de textos, videos, fotografías, sonidos e imágenes.

La web 2.0
El gran salto llegaría de la mano de una serie de innovaciones e invenciones que estaban eclosionando en todo el mundo. Fotografías, videos, audios, foros y redes sociales, compartir archivos, piratería, todo sucedía muy rápido.

En 2003 nació Facebook, la “primera red social mundial”; en 2005 YouTube, en 2006 Twitter y, en 2007, Apple transformó todo con el iPhone. En 2010 llegó Instagram y el panorama se completaría con las redes de música, podcast, y luego en 2016 llegaron los chinos con un algoritmo agresivo.

De pronto la red aparentaba que se democratizaba, cualquiera puede ser un creador de contenido. De ser una exposición, se convirtió en el lugar donde todos construían su versión de la realidad.

La pérdida de la inocencia
Aunque había una relativa seguridad para los usuarios, pronto las fronteras se difuminaron. Desnudos y asesinatos conquistaron las redes sociales; la vanidad se impuso junto a políticos y extremistas, a terraplanistas y cazadores de reptilianos, pedófilos, extremas derecha e izquierda, nazis y comunistas.

El periodismo salió con las tablas en la cabeza. El acceso inmediato a la información a través de internet y las redes hizo cambiar los hábitos de los consumidores de noticias, lo que, sumado a la erosión del rol del periodista por parte de los gobiernos, generó una crisis que llevó al cierre de miles de medios de comunicación.

Y cuando creíamos que las cosas no podían empeorar, la abuela quedó embarazada. Las grandes empresas tecnológicas vendieron nuestra vida digital. Nuestras palabras, pensamientos, diversiones, placeres abiertos y ocultos, gustos, y quedamos desnudos. Comenzaron a dirigirnos sin que nosotros supiéramos hacia dónde.

Algoritmo tóxico
Las alertas saltaron cuando, en 2016, se comprobó que a través de las redes intereses extranjeros definieron el referendo sobre el Brexit y las elecciones presidenciales ganadas por Donald Trump, y una ola de radicalización terminó marcando el panorama. Las redes se alimentaban del extremismo.

Si nuestras búsquedas y likes giran alrededor de temas particulares, ese tema se repetirá en nuestro feed, hasta que sea el más abundante. Cada red social tiene un algoritmo que se encargará de atraparnos.

No importa si carece de bases científicas o si es nocivo o no. Puede ser terraplanismo, reptilianos, la llegada del mesías, conspiraciones, ovnis, injusticias sociales, incels, construcción de armas, radicalización política, religiosa o étnica, hay miles de temas que se tratan solo con el objetivo de ganar seguidores.

Y la irrupción de la inteligencia artificial (IA), a pesar de su esperanzadora perspectiva, no facilitará el camino, ya lo hemos visto con las fábricas de noticias chinas que fueron desarticuladas recientemente. Pero apenas estamos cruzando las puertas, lo bueno está por llegar.

Venciendo el bullying virtual y otros peligros
Lo grave es que con toda esa radicalización, vienen los seguidores con una gran carga tóxica y convierten en más peligroso lo que ya era dañino. Llega el bullying, los ataques personales, el acoso de miles de personas, las burlas. Las redes se hacen tóxicas.

Junto a la cultura de la cancelación, de pronto una supuesta corrección se convirtió en linchamientos masivos, el asesinato moral y hasta físico se valida a través de las opiniones de unos pocos seguidores.

Las redes apoyan conductas que pueden ser nocivas y castigan a quienes se opongan a ellas. La expresión libre de ideas puede enfrentarse a verdaderos ejércitos de trolls, dispuestos a aplastar a quienes piensen distinto. Las mujeres pueden enfrentar pelotones de incels, dispuestos a castigarlas digital y hasta físicamente por el hecho de ser mujeres. El panorama no luce seguro, se alejó de la inocencia inicial.

Un estudio realizado por el Tecnológico de Monterrey señala que es necesario comprender que debemos aprender a convivir en un terreno minado, a ignorar la toxicidad, a enseñar a los más jóvenes sobre el uso seguro y responsable de las redes.

Es necesario evitar la sobreexposición, así como enseñar a las nuevas generaciones a ser más críticas ante lo que ven en internet, estimular las actividades sociales y la interacción personal, que les permita apreciar y asumir que más allá del Internet y las redes sociales, la vida es posible… y es fructífera, agrega la investigación.

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