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La xenofobia: cuando el culpable de todo es el más débil

La migración venezolana enfrenta a un monstruo que le acecha: ser estigmatizado y atacado

  • CARLOS D' HOY

03/12/2023 06:00 am

La historia de la humanidad está construida sobre los caminos que hicieron millones de migrantes que recorrieron y poblaron la tierra. Desde los que partieron de las sabanas africanas, hasta las poblaciones actuales que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y las tragedias, somos consecuencia de esas mezclas.

El miedo se convirtió en otro motor de esta historia. Nómadas y migrantes eran vistos como un peligro. Fueron perseguidos, aislados y exterminados, pero el miedo no les impidió luchar por sobrevivir, seguir adelante y buscar un futuro mejor, aun a riesgo de perder sus propias vidas.

El miedo como arma política
Para entender la xenofobia que rodea la crisis migratoria latinoamericana debemos comprender que tiene dos actores. Por un lado, los Estados en crisis extremas que obligan a millones de personas a huir para sobrevivir.

Por el otro lado, los países receptores, con sus propias crisis sociales, económicas y políticas, que no estaban preparados para recibir a los migrantes. Allí los recién llegados terminaron compitiendo por puestos de trabajo, viviendas, servicios públicos, comida y seguridad. 

Para el profesor Ronal Rodríguez, investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario de Bogotá, “en estos momentos la xenofobia, miedo al extranjero, y la aporofobia, miedo al pobre, son armas políticas. En los últimos años aumentó la tendencia, de la extrema derecha y la extrema izquierda, de usarlas para tener mayor cohesión, confrontando la población nativa contra la migrante”.

Mayor visibilidad = más riesgo
La falta de espacios adecuados de acogida arrincona a los recién llegados a lugares no diseñados para albergarlos, terminales de buses, estaciones de metro y plazas se convierten en hogares improvisados, se multiplican las ocupaciones ilegales, los más afortunados consiguen alquileres en zonas pobres. Así se hacen más visibles.

El investigador señala que la concentración de migrantes venezolanos en Perú es uno de los principales problemas. “La diferencia entre Colombia y Perú es que en Colombia hubo una mayor distribución territorial de los migrantes, llegaron a varias ciudades: Bogotá, Medellín, Cúcuta y Cali, se repartieron por todo el país; mientras que en Perú se concentraron en Lima y eso genera mayor tensión”.

“En la medida en que la población migrante aumenta y se visibiliza, se hace evidente al nativo y crece su rechazo. Su presencia, pobreza y costumbres incomodan al local”, acota.

Migración y bombas de humo
Como lo dijimos anteriormente, cada país vive situaciones particulares, Perú tiene un contexto político complejo en el que destaca la deslegitimación de sus autoridades, además vive una crisis social y económica creciente.

“Hemos detectado el crecimiento de la xenofobia y aporofobia en distintos momentos históricos peruanos y contra distintas poblaciones. Encontramos picos de acciones violentas contra poblaciones migrantes que tristemente coinciden con el agravamiento del contexto político”, explica. 

“Ante los problemas políticos, las autoridades instrumentan discursos xenófobos como el actual contra el venezolano, lo usan como elemento de cohesión y como una cortina de humo, mientras intentan validarse”, señala.

Los malditos
Una de las excusas más usadas para justificar la xenofobia es la inseguridad. En Perú, campañas periodísticas, discursos políticos y redes sociales muestran a los migrantes como delincuentes o prostitutas.

En todo proceso migratorio masivo, junto a las personas honestas que salen, también se van delincuentes. Además, debe quedar claro que el hecho de que una persona no haya cometido delitos en el pasado, no lo exime de cometerlos en el futuro; al igual que alguien que los cometió, puede no volver a hacerlo. Al final, la decisión de partir puede asumirse como la posibilidad del inicio de una nueva vida.

Titulares en la prensa peruana sobre los “malditos del Tren de Aragua”, “el maldito Cris”, así como sobre las trabajadoras sexuales extranjeras, estigmatizan y convierten a los migrantes en seres que perdieron hasta el perdón de Dios.

El estudio “Inmigrantes venezolanos, crimen y percepciones falsas”, realizado en 2020, arroja resultados como que “la presencia de inmigrantes no generó un aumento del crimen en los tres países que han recibido la mayor cantidad de refugiados venezolanos”.
 
Incluso el estudio sugiere que “la presencia de inmigrantes venezolanos contribuye a la reducción de las tasas de crimen, dado que los inmigrantes cometen delitos en una proporción menor a su porcentaje en la población”.

Sin embargo, podemos citar dos ejemplos de discursos xenófobos, como las declaraciones de la presidenta Dina Boluarte, quien acusó a los venezolanos del alza de los delitos violentos, cuando estos comenzaron su tendencia al alza en 2011, cinco años antes de la llegada de los migrantes, recuerda la tuitera @ernemogollones.

La vicepresidenta del Congreso peruano, Alegría García, también se hizo eco del discurso xenófobo y aseguró que las cárceles se estaban “llenando de venezolanos”, pero resulta que el porcentaje de venezolanos presos es de apenas 2,85%, el 96% son peruanos.

“Las generalizaciones estigmatizan y terminan generando espirales de percepción negativa y de violencia cuando no son manejadas de forma adecuada por medios de comunicación y autoridades”, concluye Ronal Rodríguez. 

Fútbol y xenofobia, un ejemplo reciente
Sobre lo ocurrido en el partido clasificatorio para el Mundial de Fútbol en Lima, donde migrantes fueron segregados, jugadores de la selección nacional agredidos y se impidió recargar combustible al vuelo de retorno del equipo, Rodríguez dice que “en ese caso vemos la instrumentalización de la xenofobia”

“Lo grave es que no hay intenciones de enmendar. Autoridades y medios continúan legitimando la xenofobia. No hubo condenas, muchos guardaron silencio, e incluso llegaron a responsabilizar a la población venezolana de lo ocurrido, lo que da una legitimación subterránea a la xenofobia”, acota.


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