Sombras del mal: La salvaje venganza del Monstruo de Lahore
A finales del los años 90 en Pakistán 100 niños y adolescentes fueron asesinados en una venganza contra la policía
Hay historias de violencia que se construyen a partir de infancias devastadas, de pobreza, de abuso, historias que de alguna manera pretenden justificar las acciones cometidas por sus protagonistas, pero ¿qué sucede cuando el monstruo no vivió atormentado, sino que creció en medio de comodidades que a otros el destino les había negado?
Javed Iqbal, es el más prolífico asesino en serie de Pakistán, abusó sexualmente y asesinó a 100 niños en un lapso de un año, entre 1998 y 1999, tiempo en el que desató una brutal y absurda venganza contra la policía a la que acusó de ineficiente y de ser responsable de un ataque del que fue víctima.
Javed, nació en 1956 en la población de Lahore, Pakistán, era el cuarto de ocho hijos de un prominente empresario, su infancia fue acomodada. Cursó estudios en los mejores colegios y al culminar, su padre le regaló una gran casa en el campo, donde vivía rodeado de jóvenes.
Quien sería conocido más tarde como el Monstruo de Lahore, quiso estudiar periodismo, sin embargo, abandonó los estudios superiores, al descubrir que tenía tendencias homosexuales y se dedicó a estudiar libros sagrados como el Corán, la biblia, así como otras religiones.
En la casa que le regaló su papá estableció una fundición de acero y vivía rodeado de sus empleados, la mayoría de ellos chicos jóvenes a los que daba alojamiento aparte de la paga y creó una sala de juegos a la que los niños de la calle acudían.
Javed Iqbal se convirtió en todo un referente por su caridad, normalmente sus empleados eran huérfanos, o niños de la calle, lo que nadie sabía era que puertas adentro, muchos de los niños eran abusados sexualmente.
Fue descubierto y detenido por pederasta, pero siempre logró salir de esos problemas gracias al poder económico que tenía.
En septiembre de 1998, Javed fue atacado por unos adolescentes de la calle, le dieron una paliza que casi lo mata, poco tiempo después su madre murió. Tras el ataque se desequilibró e ideó un plan. Se vengaría contra la ineficiente policía. Decidió matar a 100 niños y adolescentes que viviesen en las calles.
Para llevar adelante su plan, convenció a tres jóvenes a participar y así durante poco más de un año invitaron a niños y jóvenes a la casa, donde eran brutalmente abusados, asesinados, estrangulándolos, o asfixiándolos, descuartizados, quemados, sus cadáveres eran disueltos en ácido y botados en las cloacas de la ciudad.
Tras lograr los asesinatos, envió una carta a la policía, confesó los crímenes, pero la policía, cumpliendo lo que tanto criticaba, no le creyó. Más tarde decidió cometer otros asesinatos y dejó evidencias: los cuerpos en los bidones de ácido, fotos y ropa de 87 víctimas.
El juicio fue uno de los más publicitados del Pakistán, fue condenado a morir de acuerdo a la Ley del Talión: Ser violado, estrangulado cien veces, cortado en cien pedazos, uno por cada víctima y delante de los familiares de los menores asesinados.
Pero la sentencia no pudo ser cumplida, el Ministerio de Justicia se opuso a que se cometiera tal atrocidad. Sin embargo, Javed Iqbal no vivió mucho tiempo, su cadáver fue encontrado ahorcado a pocos días de que se le impusieran los 700 años de cárcel a los que fue condenado, oficialmente se suicidó, pero el cuerpo tenía evidentes signos de violencia.
Javed Iqbal, es el más prolífico asesino en serie de Pakistán, abusó sexualmente y asesinó a 100 niños en un lapso de un año, entre 1998 y 1999, tiempo en el que desató una brutal y absurda venganza contra la policía a la que acusó de ineficiente y de ser responsable de un ataque del que fue víctima.
Javed, nació en 1956 en la población de Lahore, Pakistán, era el cuarto de ocho hijos de un prominente empresario, su infancia fue acomodada. Cursó estudios en los mejores colegios y al culminar, su padre le regaló una gran casa en el campo, donde vivía rodeado de jóvenes.
Quien sería conocido más tarde como el Monstruo de Lahore, quiso estudiar periodismo, sin embargo, abandonó los estudios superiores, al descubrir que tenía tendencias homosexuales y se dedicó a estudiar libros sagrados como el Corán, la biblia, así como otras religiones.
En la casa que le regaló su papá estableció una fundición de acero y vivía rodeado de sus empleados, la mayoría de ellos chicos jóvenes a los que daba alojamiento aparte de la paga y creó una sala de juegos a la que los niños de la calle acudían.
Javed Iqbal se convirtió en todo un referente por su caridad, normalmente sus empleados eran huérfanos, o niños de la calle, lo que nadie sabía era que puertas adentro, muchos de los niños eran abusados sexualmente.
Fue descubierto y detenido por pederasta, pero siempre logró salir de esos problemas gracias al poder económico que tenía.
En septiembre de 1998, Javed fue atacado por unos adolescentes de la calle, le dieron una paliza que casi lo mata, poco tiempo después su madre murió. Tras el ataque se desequilibró e ideó un plan. Se vengaría contra la ineficiente policía. Decidió matar a 100 niños y adolescentes que viviesen en las calles.
Para llevar adelante su plan, convenció a tres jóvenes a participar y así durante poco más de un año invitaron a niños y jóvenes a la casa, donde eran brutalmente abusados, asesinados, estrangulándolos, o asfixiándolos, descuartizados, quemados, sus cadáveres eran disueltos en ácido y botados en las cloacas de la ciudad.
Tras lograr los asesinatos, envió una carta a la policía, confesó los crímenes, pero la policía, cumpliendo lo que tanto criticaba, no le creyó. Más tarde decidió cometer otros asesinatos y dejó evidencias: los cuerpos en los bidones de ácido, fotos y ropa de 87 víctimas.
El juicio fue uno de los más publicitados del Pakistán, fue condenado a morir de acuerdo a la Ley del Talión: Ser violado, estrangulado cien veces, cortado en cien pedazos, uno por cada víctima y delante de los familiares de los menores asesinados.
Pero la sentencia no pudo ser cumplida, el Ministerio de Justicia se opuso a que se cometiera tal atrocidad. Sin embargo, Javed Iqbal no vivió mucho tiempo, su cadáver fue encontrado ahorcado a pocos días de que se le impusieran los 700 años de cárcel a los que fue condenado, oficialmente se suicidó, pero el cuerpo tenía evidentes signos de violencia.
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