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Cuando la violencia golpea a los niños

En los últimos cinco años al menos 285 niños y adolescentes han sido asesinados en Caracas

  • CARLOS D' HOY

02/10/2022 05:00 am

En Venezuela, una de las grandes verdades de la violencia es que puede atraparnos en cualquier parte. No hay lugar cien por ciento seguro, es normal el miedo a que algo ocurra en plena calle, pero nuestras casas no son tan seguras como creemos, al igual que establecimientos comerciales, escuelas, transporte público, en fin, en cualquier parte podemos encontrarnos con el destino.

Por eso, cuando se trata de menores, tratamos de protegerlos, de tejer a su alrededor mallas de seguridad, colchones que los cuiden y protejan. Esperamos que nuestros conjuros en forma de bendiciones y “Dios los cuide” surtan algún efecto y les brinden un escudo espiritual, caemos en la ficción de pensar que están seguros.

Los números de la violencia capitalina
Pero a pesar de esos esfuerzos, los menores de edad también están atrapados en la ola de violencia, ellos representan cerca del 10% de los asesinatos cometidos en Caracas en los últimos cinco años.

Según datos recopilados por el Monitor de Víctimas, entre mayo de 2017 y julio de 2022, al menos 240 adolescentes y 45 niños, fueron asesinados. 244 eran varones y 41 hembras. 164 eran morenos y 77 blancos.

Por municipios la violencia se reparte en Caracas de la siguiente manera: Libertador, encabeza con 172 muertes, le siguen Sucre con 75, Baruta con 22, El Hatillo con 8 y Chacao con cinco. Un dato importante es que 33% de los crímenes de menores de edad ocurridos en la capital fueron perpetrados en apenas cuatro de las 22 parroquias capitalinas: Sucre, El Valle, Coche y El Paraíso; la otra parroquia involucrada, Petare, con 43 asesinatos, encabeza el listado con 15% de las muertes.

De las víctimas, 134 o 47% eran estudiantes. 38% de bachillerato, 35% de primaria, en 17% se desconocía el nivel educativo y en 8% no tenía estudios.

Algo más del 53% tenía empleos informales como buhoneros, obreros, mototaxistas y mecánicos y casi un cuarto estaban desempleados o tenían un trabajo desconocido y dos se encontraban en condición de indigencia.

Los victimarios son, civiles en 166 de los casos, policías en 87, no determinados en 24 casos y militares en 7 crímenes. Al compararlos con los móviles, se observa que poco más de un cuarto de las muertes (27%) ocurrió a manos de policías, en casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales o en casos de resistencias a la autoridad.

En relación con la participación de civiles se observa que un importante 16% de las muertes ocurrió como consecuencia del abuso o maltrato infantil y juvenil violencia relacionada con el género, las muertes restantes se reparten entre venganzas y ajustes (13%), muertes en la línea de fuego (11%), riñas (8%), robos (7%).

Muchas veces la violencia es protagonizada por extraños. Eso se corrobora en el alto porcentaje de víctimas asesinadas por desconocidos, 57,5% de los crímenes de menores fueron cometidos por personas que eran totalmente desconocidas por las víctimas.

Pero lo realmente preocupante es cuando nos preguntamos con quiénes están nuestros hijos, especialmente cuando observamos la cantidad de personas conocidas que cometieron los crímenes, 25,86% de los menores asesinados, murieron a manos de conocidos, familiares, vecinos, parejas y amigos.

Evitar que en las escuelas la violencia sea silenciosa
El gran problema con la violencia es que los grandes titulares, los crímenes llamativos, nos hacen creer que esa es la única que ocurre y caemos en el error de subestimar otras violencias que ocurren a diario, que no rompen la piel, pero que quiebran a las personas.

Fernando Pereira, educador, orientador, investigador y especialista en la protección de la niñez y adolescencia a través de Cecodap, señaló que el próximo inicio del año escolar es un momento propicio para detectar situaciones que generen violencia y discriminación en los centros educativos y crear los espacios para atender ese tipo de conductas.

Los jóvenes atraviesan grandes cambios en sus vidas, algunos dejaron un colegio privado porque sus padres no pudieron pagarlo, están los que pasan de primaria a bachillerato y de media a diversificada; tenemos diferencias sociales o los que acusan situaciones familiares críticas.

“También están los que tienen condiciones especiales, o con alguna discapacidad que les impide socializar, están esos que son muy delgados, o gordos, altos, o bajos, morenos, que son objeto de burlas de acoso escolar, bullying o pueden ser discriminados, por eso insistimos en que el inicio del año es el momento ideal para marcar la pauta” aseveró Pereira.

Escuelas deben ser un espacio para la convivencia

El educador y activista recomendó crear espacios para la resolución de conflictos. “Debemos definir los mecanismos para que los estudiantes sometidos a cualquier forma de violencia, puedan denunciar”.

Deben conocer las instancias en el centro educativo, las coordinaciones, profesores guías, orientadores, directivos, definir claramente esas instancias a las que pueden acudir para denunciar el abuso y el acoso, subrayó.

Recordó que la violencia no es solo física, “los jóvenes pueden incurrir en delitos como los tipificados en la Ley de Delitos Informáticos, “la ciberviolencia está afectando a los centros educativos hoy en día, y debería programarse y debatirse talleres y charlas para que los muchachos puedan conocer los delitos en los que pueden incurrir directamente como agresores o cómplices”.

“Deben saber que el ser testigo y no hacer nada para evitar las agresiones los convierte en cómplices pasivos de la agresión de un compañero. Que el grabar videos, hacer fotos de actos de agresión, de violencia, de acoso escolar y que los suban las redes y los difundan es un delito. Que ver también genera responsabilidades en esos estudiantes, por lo tanto, el inicio del año escolar debe ser el espacio ideal y fundamental para que la convivencia se siente en los pupitres y no que la violencia sea la que protagonice el año que comenzamos”.
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