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Cuando el periodista se convierte en la noticia

Con motivo del Día del Periodista recordamos los casos de colegas que fueron víctimas de la inseguridad, o que murieron mientras cumplían con el deber de informar

  • CARLOS D' HOY

26/06/2022 05:00 am

Este lunes se conmemora un aniversario más de la publicación del primer número del Correo del Orinoco, medio de comunicación fundado por Simón Bolívar en 1818, fecha que fue adoptada por el gremio de periodistas venezolanos para celebrar su día. Así, a través de los años, con altos y bajos, con menos o con más razones, celebramos esta profesión que fue definida románticamente como "el oficio más bonito del mundo".

El periodista por lo general es esa voz que informa, que transmite las noticias, que nos cuenta las historias y las experiencias, que desentraña las tramas de corrupción, que alerta y descubre, que reporta las hazañas y éxitos.

Ese profesional está detrás de las palabras escritas en libros, diarios, páginas web y blogs; su voz nos llega a través de la radio y de los podcast, sus videos los vemos en transmisiones de televisión, en documentales, o posteados en las redes sociales. Nos acostumbramos tanto a su presencia que olvidamos a la persona que está trabajando para que todo ese río informativo llegue a nosotros.

Pero, en algunas y terribles oportunidades, el comunicador se convierte en la noticia. Pasa de contarla a ser su protagonista. A continuación recordamos algunas de las historias de compañeros que perdieron el juego en la violenta sociedad en que vivimos.

Siete años enterrada en el patio de su casa
En la década de los años 80, Kalinina Ortega, periodista egresada de la UCV, fue una abanderada en el periodismo de educación, además fue locutora, docente universitaria y una luchadora social.

Ortega desapareció el año 2016, cuando supuestamente había salido a realizar una operación bancaria. Desde ese momento, sus familiares mantuvieron una campaña para localizarla.

En marzo de este año un trabajador llevó a un perro a la casa de Ortega, el perro comenzó a abrir un hueco en el patio, el dueño pensó que había descubierto una madriguera de morrocoyes animales que abundaban en ese lugar, pero, el can encontró algo más aterrador: unos huesos humanos.

A la vivienda acudieron funcionarios del Cicpc y de la morgue de Bello Monte con perros de búsqueda forense, los cuales encontraron 79 restos óseos que posteriormente fueron identificados como los de la desaparecida periodista.

Hasta los momentos, no hay detenidos por el caso.

El asesinato de Javier García
La noche del domingo 15 de junio de 2008, familiares del periodista Javier García fueron hasta su casa ubicada en Bello Monte para comunicarse con él, tenían varios días sin saber de su paradero.

Al ingresar encontraron desordenado el apartamento y la habitación del cuarto principal cerrada, por lo que se comunicaron con la policía de Baruta. Los oficiales abrieron la puerta de la habitación y en la cama estaba el cadáver del comunicador, había sido apuñalado tres veces en el pecho y dos en una pierna.

La muerte de García, un apreciado compañero de faenas, conmovió al mundo periodístico, a los días fue resuelto el caso con la detención de Isaac Oberto Molleda Zárraga, (24).

El hombre fue capturado porque se había llevado el teléfono de García y la policía pudo ubicarlo y detenerlo en un hotel de la avenida Andrés Bello.

Muerte en Tacoa
Una de las tragedias más grandes ocurridas en el país sucedió el 19 de diciembre de 1982, cuando un incendio arrasó la planta eléctrica de Tacoa en La Guaira. En el lugar se encontraban decenas de funcionarios del Cuerpo de Bomberos, así como de los Bomberos Marítimos, policías, militares y curiosos.

Un importante número de comunicadores sociales se encontraban ese domingo realizando la cobertura del hecho más noticioso del día, el incendio que se había desatado aproximadamente a las 6:30 de la mañana.

Cerca del mediodía, en el lugar se encontraban el periodista Carlos Moros y el reportero Salvatore Veneziano, de El Universal; Miriam Morillo y Román Rosales, de Últimas Noticias; María Adela Russo, José Carrillo, Oscar Guerra y Oswaldo Silva, de Venezolana de televisión Red Canal 8; José Machado y Manuel Osorio de Radio Caracas Televisión.

Sin previo aviso, uno de los tanques cargado de petróleo vomitó su contenido de petróleo ardiente sobre todos los que se encontraban en sus cercanías, según los datos oficiales, además de los 10 comunicadores, más de 150 personas resultaron muertas en el infierno que devoró la planta eléctrica.

Un blanco móvil
Una de las frases más duras que se puede escuchar en el periodismo venezolano que la dicha el 11 de abril de 2002 por Fernando Sánchez, veterano reportero gráfico de El Universal.

Ese día, en medio de la cobertura de una jornada de protesta convocada contra el gobierno de Hugo Chávez, pistoleros dispararon contra fotoperiodistas que cubrían los acontecimientos, entre ellos se encontraba Jorge Tortoza del Diario 2001.

Cuando recibió el disparo en la cabeza, Sánchez, quien estaba cerca de Tortoza llegó donde se encontraba malherido el reportero de 2001 y le dijo: “compadre, perdóneme, pero tengo que fotografiarlo”.

Tortoza fue trasladado a un centro hospitalario donde falleció durante una intervención quirúrgica, al realizar la autopsia realizada por un curtido médico forense, determinó que la bala asesina era calibre 9 mm, pero luego en el expediente, dijo que la bala era una calibre 38. El misterioso cambio del proyectil terminaría definiendo el juicio politizado que se realizó para “hacer justicia” a los caídos

Ese 11 de abril otros seis reporteros gráficos y camarógrafos resultaron heridos cuando cubrían la manifestación. Jonathan Freitas, del diario “Tal Cual”, José Antonio Dávila, Enrique Hernández, Luis Hernández, Jorge Recio, Miguel Escalona y un agente de la Disip, antigua policía política, que grababa imágenes de la manifestación.

Investigaciones periodísticas, así como informaciones recabadas por organizaciones no gubernamentales, arrojan ciertas luces sobre la autoría de los disparos que impactaron contra los comunicadores ese día.

La ONG Reporteros Sin Fronteras parecer recibió informaciones de que había instrucciones de disparar contra todos aquellos que tuviesen cámaras. “RSF cree que los disparos seguían con precisión los desplazamientos” de los fotoperiodistas”, indica un informe.
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