No es de extrañar que Carlota Casiraghi Grimaldi sea la seleccionada por Chanel para ocupar el cargo de embajadora de la marca, ya que a la segunda de los hijos de Carolina de Mónaco le sobra belleza, estilo y personalidad para representar a una casa de moda cuyas creaciones van más allá del diseño, pues Chanel representa la entrada en vigencia de la libertad de la mujer, porque Coco, su creadora, era una vanguardista.
La maison seleccionó como imagen a una chica casada y con dos hijos, que tiene en la Filosofía otra de las actividades donde centra su vida. Nos encontramos delante de una imagen que transmite estilo pero a la vez modernidad e independencia. Tampoco es una sorpresa ver a Carlota luciendo los modelos de Chanel pues para ella es algo casi cotidiano. Su madre se encuentra entre las seguidoras de la marca, además, era una de las grandes amigas de Karl Lagerfeld, quien creó para ella trajes irrepetibles, como aquel que llevó en el Baile de la Rosa en 2017 inspirado en un modelo de Emilie Flöge y que luce en uno de los cuadros de Gustav Klimt.
Carlota creció tan cerca de Chanel que ser imagen de la marca tiene mucho significado; como ella misma dice, desde antes de nacer ya estaba vestida de Chanel. Su identificación con la marca la ha convertido en una asidua a sus desfiles y para ella, vestir una prenda de alta costura de Chanel es casi un ac-to de cotidianidad, por eso estar ahora dentro del mundo de esa casa francesa representa recuerdos que la remiten a su niñez y adolescencia. Ahora, con 34 años, su personalidad revela a esa mujer que Chanel siempre ha querido presentar o con la que se ha identificado.
Si la imagen de Carlota ha ilus-trado páginas de revistas desde el mismo momento de su nacimiento, su actividad intelectual no ha atraído a la prensa rosa. Estamos ante alguien cuya cultura ha sobrepasado el chisme pues en una entrevista reveló que creció entre libros y poesías de primera línea. Cuando estaba culminando la secundaria se encontró con el profesor Maggiori y él supo mostrarle la Filosofía, entonces Carlota amó esa disciplina y se dio cuenta de que en la ciencia del pensamiento estaba su futuro. En Mónaco ha dirigido varios encuentros filosóficos, está al frente de una editorial de libros, llegando a publicar varios títulos que profundizan en la maternidad o el erotismo y se ha rodeado de gente importante de ese universo.
Las fotos de la campaña donde aparece Carlota se tomaron en Mónaco, para ello eligieron una de las mansiones de las colinas del peñón, La Vigie, que fuera residencia de Karl Lagerfel. Otro espacio familiar para esta embajadora pues allí celebró su boda con el director de cine Dimitri Rassam. En aquella oportunidad también lució un modelo de alta costura del recordado Kaiser de la moda, una de sus últimas creaciones.
“En algunas casas que cuentan con símbolos potentes, los diseñadores juegan con ellos y los destrozan. Sin embargo, Virginie Viard no lo ha hecho”. Esta diseñadora, mano derecha de Lagerfeld se encuentra ahora al frente de Chanel. Conoce muy bien, desde niña, a Carlota, quien alaba la nueva colección de la que ahora es imagen. “No solo quiero ser la musa de la marca, sino además una embajadora que transmite”. Estamos seguros de que así será, como lo han afirmado los fotógrafos Inez van Lamsweerde y Vinoodh Matadin, encargados de esta campaña
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