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Luna de miel eterna con la música

Felipe Izcaray conoció a Sojo, Moleiro y Estévez cuando era tan solo un adolescente. Luego, Vinicio Adames y Gustavo Rodríguez Amengual lo ayudaron para que se formara en el exterior.

  • Diario El Universal

16/05/2020 05:51 pm

CAROLINA JAIMES BRANGER
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
Hijo, esposo, hermano (y luego padre) de músicos excelentes, siguió el rumbo familiar de la mano de ese prócer de la cultura caroreña que fue Juan Martínez Herrera. Más tarde se incorporó al Sistema de Orquestas donde ha dirigido muchas de las orquestas y coros nacionales. En el 2000 ganó el concurso de crear la Orquesta Sinfónica de Salta y la llevó a ser la mejor de Argentina. Estudió en Madison, Wisconsin, dos veces: la primera para hacer una Licenciatura en Educación Musical y Maestría en Dirección Coral, y la segunda cuando obtuvo un doctorado en dirección orquestal. Acaba de cumplir 70 años y siente que ahora es cuándo.

Felipe Izcaray, todavía un niños, en el Orfeón Carora    FOTO CORTESÍA

-Carora ha sido un faro de cultura desde siempre. Cuando Juan Martínez Herrera se casó con tu tía, abrió un nuevo capítulo en la vida cultural de la ciudad. Háblame de tu educación y de tu relación con Juan.
-Yo me considero un afortunado dentro de mi generación. Haber crecido en Carora en el preciso momento en que Juan Martínez Herrera llega a esta tierra fue un golpe de suerte. Mi pueblo estaba en un gran paréntesis cultural después de la muerte del gran Sócrates caroreño, Chío Zubillaga, quien orientaba talentos según el caso: Alirio Díaz, Cheíto Herrera, Guillermo Morón, Ambrosio Oropeza, Luis Beltrán Guerrero y muchos otros que forman parte de esa camada de notables de la cultura y la creatividad caroreña. En ese momento muy árido de 1963 llega Juan a ejercer una profesión que no le gustaba y se encuentra con un grupo de personas: los "godos cara colorada" caroreños, gente trabajadora y amante del futuro de su tierra, que le abrieron las puertas, para que él a su vez nos abriera la puerta de la cultura a los jóvenes. Con la insistencia de mi padre (fundador del Orfeón Lamas y pianista de sólida formación con Llamozas y de carrera truncada por la sordera) gran caroreño por adopción y por lazos matrimoniales, Juan funda el Orfeón Carora, agrupación pionera, el origen de todo. Hasta allí fue este púber de 13 años a caer, a gozar de esos madrigales y canciones, a conocer a Sojo, Estévez, Moleiro a través de sus cantos hermosos. Ahí comenzó mi luna de miel eterna con la música y las artes en general. La de Juan con Carora fue otra luna melada sin fin. Pero esto habría sido imposible sin la generosidad y solidaridad de los caroreños, que se crecen cuando de beneficios para su pueblo se trata. Los caroreños de la diáspora en 1965 hicieron una vaca y donaron un piano Steinway que todavía aguanta un Emperador con David Ascanio porque la gente de Juan lo ha cuidado. Un caroreño llegó a gobernador y construyó en Carora el mejor teatro del estado. La subsistencia de las instituciones es, sin lugar a dudas, el mejor legado de Juan, y los herederos asumimos la misión de preservarlo.

El maestro Antonio Estévez y Felipe Izcaray 

-Estuviste muy cercano a otro larense (por adopción) excepcional, José Antonio Abreu. Has sido una piedra angular dentro de El Sistema. Hazme un recuento de tu actividad con el Maestro.
-Es difícil responderte. Difícil porque José Antonio era un hombre de rasgos avasallantes y acometía con pasión todo lo que emprendía. Tuve con él una relación fluctuante en lo personal, pero de absoluto e impecable respeto en lo artístico. Una vez alguien le hizo un comentario positivo sobre un concierto mío y le respondió “Yo sé a quién le confío la República”. Yo lo conocí en la UCV, cuando era subdirector de la orquesta de cámara de la Universidad, y cuando se fundó la orquesta infantil de Carora le llevé un violín hecho por nuestra gente de la madera de un escaparate. José Antonio se entusiasmó muchísimo y comenzó una unión entre Caracas y Carora que se mantiene. Esa confianza artística, con todo y algunos episodios esporádicos de desencuentro personal de su parte, se mantuvo incólume. Sin embargo, tú no me ves en videos celebratorios o en los libros de recuentos, a pesar de tener en mi haber 52 conciertos con la Simón Bolívar, haber estrenado docenas de obras en el Sistema, haber grabado el primer disco de la orquesta con Alirio Díaz, y haber colaborado en situaciones difíciles en distintos núcleos a través de los años. José Antonio sabía que a pesar de los chismes que pudieran llegarle, yo siempre le respondía en el podio, porque creía en su misión y, antes que nada, están los muchachos que conforman las agrupaciones. Yo nunca ataqué a José Antonio en nada pertinente a su magna obra. He sido mucho más fiel que otros y él siempre lo supo.

Felipe Izcaray y la pianista Marta Argerich, quien le firma una dedicatoria 

-¿Cuándo y por qué decidiste dedicarte a la dirección orquestal? Cuéntame de tus años en Madison, Wisconsin.
-Te respondo en orden inverso. En un momento de incertidumbre, cuando decido dedicarme a la música, surgen dos apoyos inconmensurables: Vinicio Adames, quien creyó en mí, y un fundador del Orfeón de la UCV, Gustavo Rodríguez Amengual, presidente del Centro Simón Bolívar durante el primer gobierno de Caldera. En una época sin Fundayacucho, ellos se “confabularon” para enviarme a estudiar al exterior, con beca combinada del CSB y el Banco Industrial. Llegué a Madison a estudiar inglés y decidí quedarme haciendo una Licenciatura en Educación Musical y Maestría en Dirección Coral. Regresé a Venezuela después de cuatro años y fundé y trabajé con varios coros. Cuando dirigía cantatas con orquestas de cámara, los músicos que me acompañaban alababan mi técnica de dirección, así que me animé a pedirle en 1979 a José Antonio Abreu un concierto con la Juvenil de Lara, por ese entonces incipiente. Ese mismo año invitamos a Alirio Díaz como solista y triunfamos en Caracas. De ahí en adelante Abreu me nombró titular en Valencia, donde vivía, además dirigí la Simón Bolívar muchas veces y otras orquestas profesionales. Llegué a ser Director Asociado de la OSV. En 1991 tuve la oportunidad de regresar a la UW-Madison, esta vez con el apoyo de Fundayacucho, para este segundo periplo. Sentía que necesitaba más base académica, la busqué y la obtuve con un doctorado en dirección orquestal. Fueron 8 años en Wisconsin en dos épocas y con propósitos diferentes. 
 
Felipe Izcaray con la Orquesta de Salta en el Teatro Colón de Buenos Aires  FOTO CORTESÍA

-Tu experiencia en Salta, Argentina. Pocas personas en el mundo han tenido la oportunidad que tú tuviste de crear una orquesta de la nada.
-En el 2000 era yo director de la Sinfónica de Mérida. Debido a cambios políticos a mi esposa le habían pedido el cargo de presidente del IDAC (Dirección de Cultura del estado) y justo me llegó por casualidad un anuncio de un concurso para director de una nueva orquesta en Argentina. Para hacerla corta, me arriesgué, gané el concurso, y en 2001 conformamos la orquesta mediante audiciones. Es increíble poder formar una orquesta desde cero y convertirla en la máxima expresión cultural de una provincia tan artística como Salta. Pero lo más increíble fue que esa joven orquesta “de Babel” (así la llamó un cronista de Buenos Aires, por la diversidad de sus integrantes) fue galardonada por la Asociación de los exigentes Críticos Musicales de Argentina como la mejor del país en el 2004. Recuerdo que me entrevistaste en esa ocasión. Esa orquesta la siento como mi hija, y siempre me mantengo en contacto con sus músicos. Me honra ser el Director Fundador Honorario de esa estupenda agrupación.


Izacary dirigiendo en Carora

-Acabas de cumplir 70 años. ¿Qué te falta por hacer?
-Muchas cosas. Sigo insistiendo en que me siento en el mejor momento profesional de mi vida. He dirigido cientos de conciertos, y siempre hay proyectos, ideas, recapitulaciones. Tengo la edad en la que Toscanini fundó la orquesta de la NBC y comenzó la etapa más productiva de su carrera. Lamentablemente quienes programan y deciden en las orquestas parecen pensar diferente. Pareciera que el talento joven vale más por sí solo que el talento con experiencia. El apoyar a los jóvenes artistas, cosa que hago constantemente con convicción y orgullo, no debería dejar de lado a los maestros. He dicho varias veces que Gustavo Dudamel (por hablar del más conocido) dirige hoy en día mucho mejor que hace 15 años, y seguro dirigirá mejor dentro de 15 años. Espero que no lo echen a un lado.

-¿Qué significa Venezuela para Felipe Izcaray?
-Es un gran amor, es la generosa tierra que me trajo al mundo, que me ha dado placeres, sinsabores, goces, dolores, una familia fabulosa, unos amigos cojonudos, un país con tanto potencial y tanta belleza natural y humana que me duele cual puñalada, en su increíble estado actual de postración. Una tierra con tanta riqueza, con tantos profesionales y pensadores de lujo, con maravillosos creadores, inventores, compositores, pintores, músicos, bailarines, escultores, escritores de tanta valía, ¿cómo es posible que esté así? Como afirmaría desesperado Florentino el que cantó con el Diablo, “PARADA CON TANTO RUMBO …CON AGUA Y MUERTA DE SED"


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