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Aprender, ayudar, servir y sanar

Al cambiar su vida, Lorenzo Campins comenzó a escribir. Su primer libro fue un proyecto personal que tuvo éxito comercial. Después de eso, lleva seis más en el campo de la autoayuda.

  • Diario El Universal

14/03/2020 09:58 pm

CAROLINA JAIMES BRANGER
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

Inquieto, encantador, aventurero. Lo conocí en nuestros años de adolescencia y lo he visto crecer como ser humano. Hace trece años, tratando de superar su divorcio, se fue en un viaje espiritual a la India, Nepal y Tibet. Allá se encontró a sí mismo. Al llegar abandonó su carrera de empresario para dedicarse al coaching y, a través de la autoayuda, ayudar a los demás. Su natural inquietud lo ha llevado a lugares lejanos, unos inhóspitos, otros agrestes, donde confiesa haber encontrado la dicha de vivir. No tiene planteado retirarse, porque quiere seguir el lema de su tío, el eximio arquitecto Daniel Camejo Octavio, de que “quien se retira se marchita”.

-Háblame de tu faceta de escritor. Tus libros, tu preparación ¿Qué te inspira?
-He escrito siete libros en doce años. El primero fue de cuentos, ficciones literarias. Fue como para cumplir con el cliché de “sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. En la universidad estudié simultáneamente Economía y Literatura, así que siempre cultivé la lectura como un hábito. La obra llamada Las Escaleras de Escher -que es el título de uno de los relatos que contiene mi primer libro- fue un proyecto personal, no comercial. En aquel momento pensé que ese sería el debut y la despedida de mi vínculo con el oficio de escritor, pero pasó lo contrario. Aunque esa publicación (sin pretensiones) me tomó años lograrla, despertó en mí una necesidad de divulgar y fue por eso que los otros seis libros son de autoayuda porque a medida que me tocó lidiar con las vicisitudes de la vida, las pude decodificar y ponerlas al servicio de otros. Aunque los temas son variados: buscar pareja, mantenerla, vivir sin miedo, dormir bien, manejar crisis emocionales y alcanzar la felicidad, todos tienen un componente vivencial importante. Quizás ahí radica su valor, no es simple información teórica, es conocimiento metabolizado y presentado al lector en un formato de “manuales” de uso práctico. Por eso son publicaciones cortas y concisas y el hilo conductor es la salud física y emocional del lector, creo que por eso han tenido buena acogida.

Hoy por hoy estoy reevaluando esa faceta de escritor ya que el mundo está cambiando tan vertiginosamente que cada vez la gente lee menos (en el caso de los libros). Ahora solo hay tiempo e interés para el tip, la píldora, el consejo breve. De hecho, las cifras de libros editados y/o vendidos se encoge a diario. Ahora las redes sociales y Google proveen toda la información requerida por los millennials. No es bueno ni malo, es la nueva tendencia y es tal vez la respuesta adaptativa a un mundo que duplica la cantidad de información cada año, pero cuya cultura tiende a banalizarse.

Uno de sus viajes fue a la Antártida FOTO CORTESÍA

-Supiste convertir una mala experiencia en un aprendizaje y a partir de ello has ayudado a mucha gente a superar rupturas, que siempre resultan dolorosas. Cuéntame del proceso por el que pasaste y tus aprendizaje.
-En efecto, me divorcié hace 13 años en el umbral de cumplir cincuenta años. Me sentía extraviado. Comencé por leer sobre las relaciones, en un intento por comprender lo que me había pasado. Leí más de 80 libros, desde Walter Risso y Gorge Bucay hasta los gurúes indios como Krishnamurti y Maharishi Mahesh Yogui. Luego quise encontrarme y emprendí un viaje espiritual a la India, Nepal y el Tibet. Visité monasterios, medité, reflexioné y al volver decidí hacer caída y mesa limpia. Dejé atrás mi vida de empresario y regresé a la universidad, estudié Psicología Positiva, Psicología Transpersonal, Coaching Ontológico y me certifiqué en varias terapias holísticas. Entendí que mi misión era aprender, ayudar, servir y sanar. Eso me ha llevado por un periplo de crecimiento personal. Encontré mi lugar en el mundo a través de la terapia, el servicio y la sanación. Cuando incluyes a otros en la película de tu vida, tu existencia cobra propósito. Ahora me levanto cada día jubiloso por el solo hecho de poder serle útil a otras personas. Es una bendición. 


En Nepal   FOTO CORTESÍA

-Tienes espíritu de expedicionario. Has visitado lugares que pocas personas visitan. ¿Qué has encontrado en esos lugares?
-Mi romance con la aventura empezó hace muchos años, a través de la aviación. Me hice piloto y volé en avionetas, helicópteros, planeadores, ultralivianos y por último, paracaidismo. Luego comenzaron los viajes a lugares míticos como el desierto del Sahara. La península Antártica, el monte Everest, el Gran Cañón del Colorado, el volcán del Teide en España, los tres picos más altos de Venezuela y el tepuy Roraima. Cada uno de estos viajes me conectó con la dicha de vivir en su expresión más genuina. En cada viaje probé mis propios límites y, sobre todo, experimenté estados de unidad con la naturaleza. Es como si en cada aventura aprendiera a escuchar mejor a la madre tierra y, créanme, que ella no está del todo contenta con lo que le hacemos. Ojalá que el colectivo reaccione a tiempo y podamos rescatar al planeta del camino de degradación en que lo hemos sumido.


Lorenzo Campins  en una de las excursiones a los picos de Venezuela FOTO CORTESÍA

-Ahora tienes como meta ser guía de expediciones como la del Camino de Santiago. ¿Qué les ofreces a quienes se entusiasmen a formar parte de tu grupo?
-En este momento me planteo un viaje guiado al camino de Santiago de Compostela en España. Lo que le ofrezco a quienes se animen a venir conmigo en esta peregrinación es un acompañamiento donde apoyo a los participantes tanto en la parte logística de la excursión, como en la parte espiritual y terapéutica, ofreciendo algo que hoy en día no es muy común: la escucha empática. Se trata de estar allí para los caminantes mientras experimentan sus introspecciones, epifanías y transformaciones. Justo ahí radica el valor agregado de emprender esta aventura mística con mi grupo.


El Gran Cañón del Colorado también ha estado en las rutas de Lorenzo Campins    FOTO CORTESÍA

-Hace poco un amigo te dijo que “le bajaras dos” a tus actividades. ¿Qué le contestas?
-Sé que aún existe el cliché de que uno a los sesenta y pico debe estar preparando su retiro, pero también es cierto que hay una nueva generación de adultos que están desafiando esos parámetros etáreos, ocupando cargos de gran responsabilidad o emprendiendo nuevos proyectos continuamente. En mi familia yo crecí con ese modelo. Daniel Camejo Octavio fue mi tío, una persona absolutamente genial con quien trabajé y navegué por varios mares. De él aprendí que cuando amas lo que haces, debes continuar mientras tu salud lo permita. Él decía: “el retiro marchita”. Espero no tener que averiguar si es verdad...

-¿Qué significa Venezuela para Lorenzo Campíns?
-Venezuela... no puedo evitar suspirar cada vez que me toca hablar de mi país. Yo conocí otra Venezuela. Una de prosperidad, progreso y valores. Tengo fe de que se puede reinventar este país, obviamente bajo una dirigencia distinta. Por haber tenido el privilegio de vivir en varios países, sé a ciencia cierta que éste es mi terruño. Aquí están mis referencias, mis afectos, mi sentido de pertenencia. Aquí sigo y seguiré mientras haya alguien a quien ayudar.

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