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Hacer valer la alegría

Marian Rieber se prometió no ser célebre por la tragedia, sino por la forma como la sobrellevó. Una de las voces emblemáticas de la radio en Venezuela transformó su dolor en aprendizaje

  • Diario El Universal

25/01/2020 05:55 pm

CAROLINA JAIMES BRANGER
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

Más que inteligente, brillante. Más que solidaria, generosa. Más que graciosa, divertida. Marian Rieber echó mano de los valores que le inculcaron en su hogar para superar la adversidad y lo logró. Valora la familia por encima de todo, su abuela es su inspiración, sus padres su columna, sus hijos, su orgullo. Los abuelos que se fueron, su debilidad. Desde su podio en Unión Radio nos deleita con sus micros y es la voz de “Beatlemania”, uno de los programas más escuchados y de más larga data de la radio venezolana.

-¿ Cómo llegaste al mundo de la comunicación? ¿Fue una vocación temprana o una casualidad?
-Desde muy pequeña sentí mucha afinidad por la Medicina, la nutrición, las artes, la radio, la televisión… Era de esas niñitas que agarraba un cepillo para hablar como si fuera una animadora o para cantar como si fuera una cantante famosa. Imitaba todas las voces de la gente que escuchaba: los acentos, los gentilicios y a todos los miembros de mi familia. Recuerdo que una buena amiga de mi hermana vivía cerca de Venevisión y cada que que la llevábamos y la buscábamos a casa de su amiga, yo me quedaba pegada a la ventana del carro a ver qué artista salía o se asomaba por los alrededores del canal.

Desde siempre sentí la necesidad de expresarme hablando, escribiendo, decorando, dibujando … creo que además de la comunicación verbal y escrita hay muchas formas de expresión no verbales que dicen de tí más que mil palabras.

En bachillerato tenía mucha “dificultad” quedándome callada ante las verdades absolutas de algunos profesores y siempre tenía algo más que preguntar o qué opinar. Eso fue un antecedente inequívoco a mi decisión de estudiar Comunicación Social. La cursé fascinada en la UCAB, porque me permitió fusionar todas mis pasiones: la comunicación, la Medicina (dedicándome desde temprano al área del periodismo de salud y calidad de vida), la creatividad y el histrionismo porque a la par de mis estudios como periodista me desempeñé desde muy temprano en el área de locución comercial bilingüe.


Con sus padres Mary Strasberg de Rieber y Manuel Rieber   FOTO MARIAN RIEBER

-Tus padres son ambos científicos que han dado grandes aportes al país. ¿Qué te transmitieron y que te siguen transmitiendo que a tu vez has transmitido a tus hijos?
-Mis padres son mi mayor influencia y mi mayor orgullo. Estoy en esa edad en la que digo cosas que ellos solían decirme, cuando me parecen más divertidos que nunca y más sabios que siempre.

Mi mamá es médico hematólogo y mi papá investigador científico. Desde que nací trabajan juntos en el campo de la investigación. Su profesión nos llevó a vivir un año sabático en Inglaterra cuando yo tenía solo 3 años y otro año sabático en San Diego, California.

Mis padres siempre fueron muy correctos y exigentes al momento de educarnos. Mi hermana Maggie y yo nunca fuimos niñas consentidas pero sí muy bien criadas y preparadas para la vida. Cuando digo que no fuimos consentidas no me refiero a que nos faltó amor, sino a que nos sobró disciplina, rectitud, sentido de merecerse las cosas y no tenerlas porque sí. Eso es algo que hoy en día agradezco muchísimo y que puse en práctica con mis dos hijos varones. La adolescencia de ellos y el desespero mío no estuvo exento de roces, ensayos y errores, pero estoy segura de que Allan y Andrés tienen valores indelebles que ni caducan ni necesitan wifi.

Como nos ha tocado a la mayoría de las familias venezolanas, estamos cada uno en un país diferente pero estoy segura de que un poco de mí los acompaña donde estén y mucho de ellos me acompaña a mí en todo momento porque la gran lección es que uno termina aprendiendo tanto de los hijos como ellos de nosotros sus padres.

Mary Strasberg de Rieber y Manuel Rieber nos inculcaron a todos y en todo momento el sentido de inclusión, de solidaridad, de respeto, de esfuerzo, de mérito, de lucha y de humildad. Creo que esos son ingredientes indispensables para forjar seres humanos y ciudadanos decentes y agradecidos.

La abuela  Sonia Strasberg con sus nietos 

-¿A qué persona de tu vida le dedicarías un libro o una película ?
-Mi familia está compuesta por personas poco comunes. A mis compañeros de clase les costaba entender que mi papá fuera científico y pensaban que mi casa estaría llena de tubos de ensayo y pócimas. Mi mamá es mi mejor ejemplo y la persona que me lee con los ojos cerrados. Mi hermana -aunque es abogado de formación- es mi mejor psicólogo y consejera de oficio. Mis hijos son mi mejor proyecto. Mi abuelo paterno Shulem tocaba bajo y chelo en la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Mi abuelo materno Michel era mi debilidad, pero si tuviera que dedicarle un libro o una película a alguien, sin duda alguna sería a mi abuela materna Sonia.

Mi Babi Sonia tiene 103 años y es sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial. Recientemente tuvo una caída que la dejó en cama y está actualmente muy mal, pero hasta hace un mes era, a sus 103 años, un desafío a la naturaleza. ¡Lúcida, majestuosa, digna!

Su experiencia como sobreviviente de guerra la hizo fuerte, resiliente, honesta. Me dijo hace un mes: “Mariancita, tú no has vivido una guerra, pero has vivido cosas fuertes y no te quejas... me recuerdas a tu abuela”... Mi abuela sobrevivió al horror, al hambre, al frío. Salió de un campo de concentración y le tocó trabajar en una casa de familia para sobrevivir. La guerra la separó de mi abuelo que para ese entonces era sólo su enamorado y la vida los juntó 10 años años después. A pesar del tiempo y las circunstancias, ninguno de los dos se había olvidado del otro y ninguno se había casado al cabo de esos largos 10 años. Finalmente un telegrama los unió y se juntaron en Trinidad para luego establecerse en Venezuela. De su unión bonita salieron Mary, mi mamá y mi tío Boris, ambos excelentes hijos, excelentes padres y excelentes médicos.

Mi película se llamaría: Babi: La historia jamás contada de la digna Señora Strasberg y el idioma original sería en yiddish traducido al español.

-Te tocó la tragedia muy de cerca pero supiste convertirla en aprendizaje. Ahora quieres ayudar cada vez más a personas que atraviesan por momentos difíciles. Cuéntame del proceso.
-A mi pareja de 9 años y medio lo asesinaron a los 48 años un lunes a las 6,30 de la mañana. Eso es un acontecimiento que te lapida o te eleva. Elegí elevarme para poder seguir adelante. Hace poco alguien me sugirió que investigara a fondo el proceso psicólogico de Quirón, el sanador herido de la mitología griega. Entendí perfectamente en un marco mitológico que sólo los que hemos vivido de cerca el dolor queremos atenuar el dolor de otros. Ese deseo se convierte en una misión que salva y a su vez te salva.

Ese acontecimiento trágico me cambió para siempre, pero decidí que no me cambiara para mal. Creo fervientemente que cada quien libra una batalla que no conocemos y que es un deber individual y colectivo fomentar la simbiosis y la empatía porque cada quien está luchando contra sus propias insatisfacciones y tragedias reales o imaginarias.

Decidí capitalizar todo el dolor y la impotencia en aprendizaje, en humildad, en agradecimiento y en ayuda para los demás. Incluso antes de ocurrida la tragedia dedicaba mi área de interés a “Vivir Plenamente”, mis micros que se transmiten de lunes a viernes en Unión Radio Noticias 90.3 FM. Quizás ese fue un presagio de todo lo que vendría después, lo cual he asumido como una misión de vida. Me prometí no ser célebre por la tragedia, sino ser célebre por la forma como la sobrellevé. Ese es el mensaje con que quiero contagiar cada vez a más gente. Gente cercana, lejana, gente por conocer y gente virtual.



-Tienes una filosofía de vida interesante y proactiva. Háblame de ello.
-Aprendí de la forma más dura que cada día más es un día menos. Aprendí que el día de hoy no se repite y que es nuestro deber que cada día valga la alegría, no la pena. 

Creo que la felicidad es un concepto efímero y que más bien hay que trabajar por la paz interior. Creo que hay que hacerse responsable por lo que uno hace y dice, no por lo que los demás interpretan. Creo que hay que hacerle zoom a los momentos de alegría, darle color a los días grises y editar las preocupaciones y las angustias. Creo en la importancia de viajar liviano, en tener los amigos necesarios, no los que hagan bulla y bulto.

Dedico mi vida a potenciar mis sentidos para apreciar la grandeza de las pequeñas cosas. Practico el desafío de convertir momentos cotidianos en momentos extraordinarios. Aprecio la belleza de un paisaje, me sirvo un plato colorido y agradable, pido mi café con dibujitos.

La vida pasa muy rápido así que aunque suene contradictorio me detengo a oler las flores, a tomar fotos, a escuchar el sonido de los pájaros, a sentir la brisa.
¡¡¡Creo que el agradecimiento es la puerta de la abundancia y que si tenemos una sola vida sería absurdo no vivirla PLENAMENTE!!!

Marian Rieber en estudio de la radio  FOTO MARIAN RIEBER

-Eres una de las voces más queridas y conocidas de la radio. ¿Tienes nuevos proyectos?
-Me encantaría no limitarme a ningún medio y darle rienda suelta a mi necesidad de comunicar, bien sea por radio, TV, podcasts, redacción on line o prensa escrita.

Sobre todo siento la necesidad de interactuar con gente y compartir mi experiencia y filosofía de vida en charlas, conferencias y conversatorios.
A veces se me juntan los recuerdos, las nostalgias, las culpas, las soledales y quisiera compartirlas para hacerlas más pequeñas .

Me encantaría mi querida Carolina Jaimes Branger que pudiéramos compartir muchos nuevos “Cafes con Marian y Caro” como un legado bonito y útil de aquél café que nos tomamos en un momento tan vulnerable de mi vida y que sacó de ambas grandes lecciones y reflexiones.

Me gustaría también tener el valor de emprender mi afición por la cocina sana y de llevar al plano comercial mi torta de zanahoria tan aclamada entre mis amigas.

Creo que hay muchas formas de comunicación no verbal que nos permiten drenar e influenciar positivamente a nuestro entorno .


-¿Qué significa Venezuela para Marian Rieber ?
-Para mí Venezuela es la tierra que me retrotrae hasta mis padres jóvenes, mis niños chiquitos. Es la película de mi vida que me lleva en cámara lenta a las tardes del carrito de helado, a la casa de mi Babi y Zeide en Las Palmas, al autobús del colegio, al cine de las 7 en el CCCT.

Venezuela es el cielo conocido que me dice si va a llover o no, el sonido de la brisa de mis sábados de playa en Naiguatá. Venezuela es mi colegio, mi Universidad, mi esquina, mi abasto y su gente amable, a pesar de las carencias.

Venezuela además tiene enterrada gente que no merecía irse tan pronto y gente que tuvo que salir corriendo porque no querían verla deteriorarse.
Venezuela merece mostrarme su mejor cara y en nombre de los que quieren verla y no pueden... ¡yo me quiero quedar!

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